¿Cerrarías este blog? (1/2)

Televisión antigua¡Qué sería de Viena Directo sin sus lectores! Incluso los que no están de acuerdo con lo que escribo me dan material para interesantísimas reflexiones veraniegas.

6 de Julio.- „La democracia no es tan solo un sistema de derechos y libertades, de igualdad de oportunidades, de garantías judiciales…Es también, y de qué modo, un sistema de controles. El pueblo soberano controla cómo usa el gobernante el poder que ha recibdo de abajo, cómo administra el dinero de los impuestos, qué utilidad tienen sus viajes y recepciones…En el nudo original de la democracia está “la desconfianza vigilante” del ciudadano, que con su voto elige a sus representantes y con sus tributos los mantiene, y eso le da el legítimo deecho de controlar, pedir cuentas y obtener información”.

La cita pertenece a La Gran Desmemoria, el libro de Pilar Urbano aparecido recientemente. Cuando la he leido hoy, he puesto el dedo por la página (La Gran Desmemoria es un librote, así que ha sido un considerable ejercicio de bíceps), he puesto los ojos en el cielo vienés y, tratando de que no me comiesen vivo los mosquitos (estaba en la Lobau) me he puesto a pensar.

Qué sería de Viena Directo sin sus lectores

Me han venido a la cabeza dos cosas: en primer lugar, la semana pasada, al hablar de Podemos un lector, de cuya sagacidad no dudo, a pesar de que nunca estemos de acuerdo, deslizó un comentario despectivo a propósito de “los periódicos que leo”. Por cierto, lo hizo en Facebook.

Tengo que aclarar antes de nada que este señor y yo no nos conocemos (y quizá sería divertido que algún día llegásemos a conocernos, así que yo lo dejo caer) y, por lo tanto, no puede saber los periódicos en los que cada mañana hundo la nariz. Que son muchos al cabo del día, por otro lado.

En cualquier caso: según le parece a él, los periódicos “que yo leo” no le daban a Podemos ni a Pablo Iglesias espacio  por lo cual, llegado ese momento en que Pablo iglesias se volvió omnipresente, yo no podía saber quién era Pablo Iglesias aún cuando, en España era una persona conocida.

Después me he acordado de que, precisamente, días después de que este lector me soltase esta pullita (e hizo muy santamente, porque el acicate del bloguero son las pullas de sus lectores) el propio Pablo Iglesias  se ocupaba precisamente de este tema y abogaba por que hubiera un control público, “por lo menos” de algunos medios, al objeto entre otras cosas, supongo, de evitar la lamentable circunstancia de que una persona, servidora, que se precia de estar bien informada, no estuviera al cabo de la rúe de quién era él.

Inevitable enlazar las dos cosas (tres con la cita) y pensar sobre el tema porque la libertad de prensa, el medio en el que las personas nos hacemos un juicio sobre los que nos gobiernan es un factor clave para valorar la calidad de la democracia.

Medios sanos, democracias sanas: el modelo austriaco

La cuestión que aborda Pablo Iglesias no carece en ningún caso de importancia aunque, bajo mi punto de vista, la manera en que Pablo Iglesias la aborda denota –cosa rara en él– un enorme desconocimiento de cómo funciona el mundo de la comunicación en este principio del siglo XXI.

Control público de los medios, garantizar la libertad informativa. Tomemos por ejemplo el caso austriaco: Austria es un país en el que viven apenas ocho millones de personas. El modelo en que aquí se garantiza la libertad informativa es el que podríamos llamar el “modelo inglés” (también se utiliza en otros lugares). Esto es: hay una radio televisión pública que está sujeta, como la BBC a lo que se suele llamar “un corsé de hierro”. O sea, una ley en la que se dice taxativamente –o todo lo taxativamente que se puede- primero, lo que la ORF puede hacer y lo que no puede hacer (sobre todo para que la tele pública austriaca, que tira “con la pólvora de rey” de los presupuestos públicos, no se gaste, como hace TVE, dinero en hacer programas meramente comerciales e invada el terreno de las televisiones privadas).

La Radiotelevisión Austriaca tiene, por supuesto, la obligación legal de ofrecer una programación de calidad, tiene que formar a la población en la medida de lo posible y, por supuesto, tiene que informar de manera independiente de los Gobiernos de turno. En ese sentido y a pesar de que los austriacos se pasa todo el santo día quejándose de que “cualquier ORF pasada fue mejor” hay que decir que los informativos de la tele austriaca están a años luz en independencia, claridad y calidad de cualesquiera informativos que se hagan en España.

Por supuesto, los profesionales de la ORF no son inmunes a las presiones porque el Poder político, como es lógico, está todo el rato intentando meter el cucharón en los telediarios. Las hay constantemente –el último revolcón que Armin Wolf le dio al vicepresidente del Gobierno austriaco es una prueba– y, por supuesto, se da la circunstancia de que hacer una programación de calidad y, al mismo tiempo, atenerse a una sensatez presupuestaria es difícil (parece que solo la BBC, produciendo cosas como Sherlock, consigue cuadrar el círculo).

En este modelo que es el que, teóricamente por lo menos, funciona en casi todos los países europeos, hay un medio de comunicación público independiente y luego están los privados, cuyo funcionamiento está sujeto a criterios empresariales (lo cual es una manera de decir que lo que quieren estos medios es ganar dinero para que sus accionistas puedan gastárselo en chatis y gintonics).

En Austria, al contrario de lo que pasa en España, los mejores profesionales están en la tele y la radio pública. No sé si les pagan más, pero por supuesto, el decir que has trabajado o que trabajas en la ORF da mucho más prestigio que decir que trabajas en ATV –la tele privada austriaca-.

Cuando Pablo Iglesias habla de “control público” de los medios no parece que esté pensando en un modelo así, sino, más bien, en algo como lo que sucede actualmente en varios países de América Latina. El último, Ecuador.

Según este sistema, la pluralidad informativa se garantiza con leyes que impidan la concentración de los medios en pocas manos mediante, por ejemplo, la concesión de un tercio de las frecuencias a medios sin ánimo de lucro y mediante la creación de organismos que garanticen “la veracidad” de las noticias y fiscalicen que los periodistas están realizando su labor a favor del interés general.

En el siguiente post dedicado a este tema, hablaremos de por qué en España no funciona el primer modelo y de por qué la aplicación del segundo sería, bajo mi punto de vista, totalmente imposible o totalmente contraproducente.

Verano en Viena

Verano, caliente verano, los edificios se vuelven palmeras ¿Sabes ya lo que se puede hacer en Viena cuando llega el calor?¿No? Pues pincha, pincha…


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2 respuestas a «¿Cerrarías este blog? (1/2)»

  1. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    Corrijo tu pronunciación Eneritz o Eneriz como la mayoría de las palabras de origen vasco es llana aunque no lleve tilde puesto que en dicha lengua no existe el acento gráfico. Por cierto este es otro blog de otro aborígen destinado a las tierras altas de EPR. http://rumboaviena.blogspot.com

  2. Avatar de Charles
    Charles

    Bajo mi punto de vista, aquello que denominamos “medios de comunicación” no se debe considerar como un ente independiente de sus receptores; tampoco deben considerarse como medios totalmente manipulados por el poder. Es, como otras tantas organizaciones humanas, un sistema que interactúa con otros sistemas: el de sus receptores y el de los poderes (económicos, políticos, etc). Con respecto a los receptores, los medios se adaptan a sus preferencias, a “lo que quieren oír”: esto les garantiza su fuente de ingresos. Al mismo tiempo, los receptores acaban amoldándose a lo que estos ofrecen (sean verdades, mentiras y/o basura). Esto lleva a que la calidad de los medios depende bastante de sus receptores, es decir, del producto que están dispuestos a consumir. Y como en todos los sistemas, la dinámica es tal que es sumamente difícil llegar a una situación que consideraríamos como de equilibrio “favorable” para todos y muy fácil degenerar en aquello que Pérez-Reverte califica como ” un pugilato visceral del que está ausente, no ya el rigor, sino el sentido común”. La cultura y educación de los ciudadanos, en caso de hallarse extendidos, deberían favorecer las condiciones para ese “buen” equilibrio.

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