Doña Letizia, reina de España, alta, mona, moderna y elegante, ha llegado a Viena a inaugurar una exposición, y los medios austriacos han enloquecido. He aquí el relato de su viaje.
27 de Octubre.- La quieren, la adoran ¡Nunca los habitantes de una república fueron tan monárquicos! Los austriacos están enamorados de nuestra reina y no se cansan de verla. De hecho, aún no se ha ido y ya está invitada de nuevo, esta vez en compañía de su señor marido, el rey, nuestro señor. Será si Dios quiere el año que viene, con ocasión del 450 aniversario de la fundación de la escuela de doma española (Hofreitschule, en lengua vernácula).
Doña Letizia, en Viena
Pero recapitulemos porque hoy la pobre muchacha ha tenido muchísimo trajín: la reina, en su primer viaje oficial sin su marido, aterrizó en el aeropuerto de Schwechat esta mañana (al mismo tiempo, yo estaba teniendo un encuentro muy agradable, también relacionado con el motivo de su viaje, del que daré rendida cuenta a mis lectores en futuras entregas de Viena Directo). La recibió el señor embajador del Reino de España. Por cierto, en el Joite, gran periódico (sobre estas líneas el cuerpo del delito) le cambiaron el nombre al embajador. Según ese rotativo, el representante de España en Viena es el mismísimo ¡Mariano Rajoy! Un sindiós.
Sigo: del aeropuerto, Doña Letizia se transladó al hotel Sacher –propiedad, por cierto, de la directora de la escuela de doma española- allí, le dieron la suite Leonard Bernstein, en donde tuvo tiempo de empolvarse un poquito la nariz antes de su siguiente cita en la capital de los valses.
La reina almuerza pescado a la plancha
La reina había quedado a almorzar con el presidente de EPR, señor Heinz Fischer, el cual la recibió en la Ballhausplatz, sede de la presidencia de la República Austriaca, en compañía de su mujer, Frau Margit. A diferencia de nuestra reina, la Sra. Fischer está muy por encima de las frivolidades del mundo y no tiene que complacer a ningún crítico de modas mariquita, así que ha comparecido a la cita de negro riguroso, casi monacal, solo roto por un broche bastante mate. Nuestra soberana, en cambio, hacía recordar el famoso diálogo de Todo sobre mi Madre. Ese momento en que Manuela (Cecilia Roth), después de haber curado a la Agrado (Antonia San Juan) sale a las calles de Barcelona a buscar trabajo. Van las dos mujeres del brazo. Cito de memoria:
AGRADO: Manolita, no hay nada como un Chanel para sentirse respetable.
MANUELA: Pero ¿Es auténtico?
AGRADO: ¿Pero tú estás loca, Manolita? Con el hambre que hay en el mundo me voy a gastar yo medio millón en un Chanel auténtico.
Así pues, para reunirse con el Jefe de Estado austriaco y señora, nuestra reina ha elegido un traje estilo cocó en tonos gris y rosa palo, que ha combinado con un bolso con cadena y unos peep toe (su modelo de zapato favorito) de plataforma en tono gris perla. Así vestida, habrá departido con la flor y nata de los invitados a ese almuerzo que ha sido la verdad bastante frugal acorde con la fama (no muy halagüeña, por cierto) que, en el mundo diplomático tiene la cocina vienesa (no lo digo yo: lo contó Fernando Schwarz, que fue diplomático de carrera, en su divertidísimo libro de anécdotas y memorias). Conscientes de la preocupación que doña Letizia tiene por la línea, en el Hofburg se han inclinado por ponerle pescadito a la plancha.
¿Lo ha probado “su majestada”? Lo ha probado ¡Hasta de eso han dado fe en la ORF!
Tras departir a los postres con el Cardenal Schönborn –el purpurado tenía previsto intercambiar pareceres con doña Letizia a propósito de la tragedia del paro juvenil en España- la reina ha visitado un proyecto social relacionado con la juventud.
La reina de España tiene su bautismo de fuego en el extranjero
A las seis y media, puntualmente, se ha acercado al Museo de Historia del Arte (Kunsthistorisches Museum), en donde la estaba esperando una pequeña multitud de curiosos y fans que la han aclamado. Para esta importante ocasión, la reina ha llevado la melena suelta, un traje de material imitación cuero de color granate y un blazer negro. No sabemos qué zapatos se ha puesto porque en la ORF no los han enseñado. En el museo, Doña Letizia ha inaugurado la exposición de los cuadros del abuelo de su marido (no es coña, ver este link) y, para hacerlo, ha pronunciado unas palabras en inglés ante una selecta concurrencia de algo menos de 150 personas.
Esperamos que le haya dado tiempo a la mujer a comprarle a las niñas aunque haya sido unos bombones, aunque lo dudamos, porque con tanto estrés…
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