Salvados en Viena

Karl Marx HofParte del último programa de Salvados fue grabado en Viena. Si mis lectores leen el post de hoy se enterarán de algún que otro pormenor sorprendente (y de otros que quizá no lo sean)

28 de Abril.- Cuando yo era (más) joven(cito) y trabajaba en la tele, uno de mis cometidos (de hecho, laboralmente, lo más friki que he hecho en mi vida) era visionar las teletiendas. Pues bien: había una que odiábamos todos. Se vendía –no se me olvidará- el chisme cortador-picador-pelador del Chef Toni. El Chef Toni era un tío que se parecía a Supermario, solo que con gorro de cocinero, y le acompañaba una señora espídica que reaccionaba extasiada a cada nueva virtud que el Chef Toni le descubría a su abracadabrante invento (en youtube solo he encontrado la versión con presentador masculino).

Pues verás, Margaret, mi aparato –con perdón- corta cebolla.

La señora se echaba las manos a la cabeza y no daba crédito:

¡Qué me dices, chef Toni! ¿Que corta cebolla?

Como lo oyes, Margaret. Como mi aparato –con perdón- no hay ninguno en el mundo. Y si quieres cortar tomates en daditos…-aquí la señora se ponía completamente multiorgásmica:

¡Pero Chef Toni! ¡No me lo puedo creer! ¿Que aparte de cortar cebolla también puedes cortar tomates en daditos?

A las cuatro de la mañana, con cierta dosis de alcohol en sangre, uno no se da cuenta de lo imbéciles que son estos diálogos, pero a plena luz del día…Es otra cosa. No podíamos con la vida cuando llegaba un nuevo “informercial” y tratábamos de escurrir el bulto y pasárselos a otros compañeros más incautos.

Viendo Salvados, ayer, me acordaba yo de estos informercials.

La versión “mp3” de la realidad

Tengo que confesar que, lo mismo que los productos culturales baratunos austriacos, el Österreich –gran periódico- y el Joite, Salvados me produce atracción y repulsión a partes iguales.

Me atrae, porque reconozco que es un producto muy bien hecho –visualmente, por ejemplo, ese tratamiento de efecto cine, como si fuera una película-, que ha conseguido que mucha gente tome por información –y,por lo tanto, por el evangelio- lo que en realidad, en muchos casos, es una manipulación con un punto de vista ideológico muy definido. Me repele, exactamente por esto último.

Salvados es como el Österreich o, mejor, como el publirreportaje del Chef Toni. Porque Jordi Évole no deja nunca que la realidad le estropee un buen titular, porque las entrevistas son falsas, porque, como la señora que se orinaba de gusto al saber que el aparato del Chef Toni cortaba cebollas fácilmente, Jordi Évole fingía –repito- fingía, que se emocionaba al saber que en Austria, si una promotora se pasa de costes, no recibe ninguna subvención. Y, fingiendo –fatal- sorpresa, decía –casi guiñándole el ojo a su público-:

Si en España fuera así, no quedarían constructoras.

Naturalmente, el programa de Jordi Évole funciona –y funciona muy bien- cuando uno no conoce a fondo el fenómeno de que se trate. Sin embargo, cuando uno tiene algún conocimiento del asunto que se ventile, la versión que podríamos llamar “mp3” de la realidad que da Évole, quitándole a todo aquello que a él no le convenga para el mensaje que quiere dar, el retrato plano y sin matices que ofrece el programa, al espectador medio le chirría.

En busca del total perdido

Durante la preparación del programa, una redactora de Salvados –claro, las preguntas no se le ocurren a Évole- contactó conmigo y sostuvimos una conversación telefónica que debió durar más o menos media hora. Durante toda la entrevista la señora intentó arrancarme lo que en el argot se llaman “totales” espectaculares, sensacionales, o macabros. Me preguntó por la vivienda social en Viena y le estuve contando la realidad, que es bastante poco espectacular. Pero ella, a cada rato, intentaba orientar mis respuestas, de manera bastante irritante, por cierto. Cuando le expliqué lo que eran las viviendas sociales en Viena, ella quería ver un drama tremendo:

-Pero en ellas, vivirá gente en unas condiciones terribles, no?

Y yo:

No,la verdad es que no. Hay incluso personas muy famosas, artistas y así que deciden vivir en ellas, las solicitan y…

-¿Y tú no conocerás a ningún español que esté viviendo en esas espantosas condiciones?

-Que no son espantosas, mujer. Que están muy bien, y la ciudad de Viena se encarga de mantenerlas. O sea que esto no funciona que me desahucian y me recogen…Que no, que no es así.

-¿Ah, no?

No se quedó muy convencida. La conversación fue larga, ya digo, y siempre en el mismo tenor: yo intentaba explicarle a la señora la gris realidad y ella tiraba para el lado más amarillo de la vida. Finalmente, yo me ofrecí, como siempre hago, a aclararle todas las dudas que tuviera pero se conoce que, como mi versión de los hechos no le pareció que se ajustase a la línea editorial del programa, no consideraron conveniente llamarme más. Como que lo agradecí, la verdad.


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Comentarios

Una respuesta a «Salvados en Viena»

  1. Avatar de Luis
    Luis

    Es tremendo. Cada vez que lees/ves en prensa algo de lo que tengas un mínimo conocimiento personal, nunca falla: siempre está todo totalmente manipulado. Cada vez estoy más convencido de que la prensa, como la administración de Justicia, son males necesarios.

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