A la hora del adios

Lotte Tobisch en 2008 (foto: Wikipedia)

Con Lotte Tobisch desaparece una parte de lo más bonito y atractivo del alma austriaca, una de esas personas con las que siempre merece la pena tomar un café.

20 de Octubre.- Por la razón que sea, uno tiende a reconocer a la gente con la que sabe que se llevaría bien llegado el caso. A veces, uno ve un niño y piensa:

-Este niño o esta niña, de mayor, será como yo. No le pierdas de vista, porque en veinte años os váis a echar unas risas.

O a veces, también pasa con las personas mayores.

A mí me pasó de hecho hace unos años, en Karlsplatz.

Un viernes, sería por estas fechas, salí a darme una vuelta como siempre hago después de trabajar. Al pasar por delante del museo de la ciudad, hoy cerrado, me crucé con Lote Tobisch.

Debía de andar ya muy avanzados los ochenta. La señora Tobisch iba con sus amigas, un grupo de ancianas de la misma quinta, todas con sus abrigos de pieles un mucho anticuados y sus joyas (esas joyas que se ponen las abuelas) y esos peinados como de bote de lacas Nelly. Uno casi se podía imaginar el olor de sus perfumes dulces, a la moda de los sesenta. De entre ellas, destacaba mucho nuestra heroina, porque se le notaba que iba feliz, riéndose de las cosas que había visto en el museo (cuando ella misma era un resto de una época de la Historia de Austria que no volverá).

Sentí un impulso de acercarme y decirle que la había visto por la tele y que me caía muy bien, qué caray, y que cuando yo sea viejo, también quiero ser así, risueño, agradecido de la vida, llevando los achaques y las goteras con buen humor, con esa elegancia natural que Lote Tobisch tenía y que no se aprende, porque emana de un estado del alma.

No lo hice (tampoco lo hice con Almodóvar, en su momento, y me pesa todavía) porque a uno le da vergüenza molestar a la gente, por muy popular que sea. Es una lástima, porque ya no podré hacerlo.

Lotte Tobisch, gran señora de la alta sociedad austriaca, organizadora durante muchos años del Baile de la Ópera (de 1981 a 1996) ha muerto en Baden, a los noventa y tres años, tras una larga enfermedad (eso pone en el periódico, pero es natural pensar que ha muerto como consecuencia de los desperfectos de la edad) en la residencia para artistas jubilados en donde también murieron, por ejemplo, la gran Cissy Kraner y Marika Rökk.

Lotte Tobisch venía de una familia de la alta socidad cuyos orígenes pueden rastrearse hasta el siglo XIII y quizá por esto era una persona a la que uno se imagina como difícilmente impresionable.

De su tarea como organizadora del Opern Ball, que es un poco como sin en Austria hubiera todos los años una boda real, ella dijo:

-Hay que hacerlo con profesionalidad, hay que hacerlo bien, todo tiene que funcionar y estar conforme a lo planeado, pero en serio, la verdad es que no se puede tomar.

Quizá esta calma le veía de haber sido actriz de la compañía del Burgteather y, como todo el mundo sabe (y los actores primero que nadie) en un escenario, en realidad, nunca pasa nada.

O quizá esta calma y esta propensión a la felicidad le viniera de que, durante muchos años, Lotte Tobisch, una de las cabezas mejor amuebladas de esta capital, mantuvo una fluida correspondencia con el filósofo Theodor W. Adorno, que fue publicada en forma de libro.

Desde que yo llegué a Austria (y supongo que desde antes) Lotte Tobisch ha sido una presencia constante en programas de frivolidades, a pesar de no ser ella misma nada frívola, en los que ponía un punto de distancia, esa capacidad para reirse de las cosas sin molestar que parecía ser una parte consustancial de su manera de ser.

A mí me gustaba, por ejemplo, que para cada baile de la ópera al que estaba invitada simpre desenterraba de su fondo de armario los modelos que había llevado en los setenta y en los ochenta, modelos de muchos colores, encantadoramente anticuados, sutilmente estrafalarios, con los que ella posaba coquetamente delante de los fotógrafos, añadiendo siempre algún comentario sobre que ella era ya demasiado mayor para según qué cosas.

Hasta muy avanzada edad Lotte Tobisch se ocupó de lo que pasaba en el mundo, y en la política. Se sabe porque ella lo dijo que era una gran partidaria de los Neos, y que aprovechaba para hacer campaña por ellos siempre que tenía ocasión. La última, en 2017.

Con Lotte Tobisch desaparece una parte de lo que este país tiene de risueño y de hermoso, una manera de estar ante el mundo.


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