La caida en desgracia de Stefan Petzner

Stefan Petzner en una instntánea de hace algún tiempo. El color es auténtico (archivo del autor)

Hace mucho tiempo fue un personaje habitual de este blog. Hoy ha vuelto a aparecer.

7 de Junio.- Antes, mucho antes, de que el partido socialista austriaco hiciera uno de los ridículos más espantosos que se recuerdan, en un país muy distinto a este, en unos tiempos que hoy, desde la distancia, nos parecen un oasis de tranquilité, egalité y fraternité, Stefan Petzner tuvo su momento de gloria (o así)

Hace quince años, una noche de octubre, fue una de las últimas personas en ver con vida a Jörg Haider. Entonces, el político había protagonizado una vuelta a la política nacional y Stefan Petzner estaba unido a él por una relación muy estrecha, sobre cuya naturaleza exacta se podría decir lo mismo que dijo el cantante mexicano Juan Gabriel cuando le preguntaron al respecto:

-Lo que es evidente no se comenta.

Pues eso. Petzner y Haider eran uña y carne. Aquella noche de octubre, Haider, yendo como la pobre Tina, la de Las Grecas, se subió a su lujoso coche blindado pisó el acelerador y lo último que vio fue un muro de hormigón acercándose a su coche a toda velocidad.

Los días siguientes fueron para Stefan Petzner un viacrucis. Aunque nadie podía demostrarlo fehacientemente, nadie dudaba de que Stefan Petzner y Jörg Haider eran novios formales (de nuevo, o así) pero por supuesto, lo mismo que en vida habían pasado por “amigos especiales” en la muerte no se podían decir las cosas a las claras, considerando, además, que Jörg Haider tenía dos hijas y una esposa con pinta de capitán general.

Y así, Petzner lloraba cada vez que había una cámara delante (es de suponer que, sin cámaras, también) sin poder decir claramente que lloraba porque se había quedado viudo. Los colegas de partido le miraban raro (en el BZÖ se aceptaba la alegre vida sexual de Haider como un secreto a voces, una excentricidad de la que nadie hablaba). Pronto se pudo comprobar que Stefan Petzner era un hombre muy sentido, pero no excesivamente dotado para sobrevivir en la jungla de la polítca. No tardó en iniciarse la cuesta abajo que dura hasta hoy. Expulsado del partido, disuelto el BZÖ (no fue culpa de él), fundó una empresa de relaciones públicas pero, falto de la tutela solar de Haider, las cosas le fueron a Stefan Petzner entre mal y muy mal.

Tan mal, que terminó en el servicio público de empleo. Pidió subsidios pero, según parece, siguió trabajando (y facturando, como Shakira). De manera que la administración detectó el (hasta hoy) presunto fraude y le denunció. En el juicio, la jueza ha encontrado que había quedado demostrado que Peztner se había embolsado una cantidad de dinero público en forma de subsidios (7600 Euros) durante 2019.

Primero como subsidio de desempleo y después como “ayuda de emergencia” (Notstandhilfe).

La condena ha sido en primera instancia (cabe recurso) pero llamativa ha sido la reacción de Petzner cuando le estaban leyendo la sentencia. Ni más ni menos que se ha encarado con la juez (indicio más que probable de una pérdida de sentido de la realidad y del propio lugar en el mundo). Después, Petzner ha dicho que lo defraudado no alcanzaba, ni de lejos, las cantidades que se manejan en otros casos célebres (el de la ex ministra Karma-sin ir más lejos-) y ha dicho que él, como el SPÖ, se hace mucho taco con los números. Pobretico.

Su abogado defensor le ha dicho a la jueza que haga el favor de no tenerle en cuenta lo que ha pasado. Ha venido a decir que el muchacho tiene la cabeza a pájaros (hombre, con cuarenta y dos tacos, ya podría madurar), que es un “soñador” y ha citado para el caso la letra de una copla de Udo Jürgens, artista que pasa por ser uno de los favoritos de Petzner.

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