El abrupto final de René Benko

Su nombre era garantía de éxito, durante mucho tiempo fue el sueño húmedo de los creyentes en el sistema neoliberal. Hoy, se le ha marchitado el clavel.

3 de Noviembre.- En 1986 la NASA descubrió un nuevo asteroide desde su observatorio de Palomar, el más grande de los Estados Unidos. Este cuerpo celeste, atrapado por ese complejo engranaje de fuerzas gravitatorias que mantiene nuestro sistema solar, fue bautizado con el nombre de Galbraith, en memoria (entonces aún „en honor“) del prestigioso economista y premio Nobel de lo mismo John Kenneth Galbraith. Entre otras muchas obras, John Kenneth Galbraith escribió uno de los libros más regocijantes sobre economía que se pueden leer: El Dinero.

Es un libro que recomiendo a todas las personas que me leen porque está entre lo mejor de esa corriente ilustrada anglosajona que consiste en hacer accesible lo difícil mediante la claridad y el sentido común.

Leyendo ese libro, uno no puede dejar de darle la razón a Galbraith, en el sentido de que la historia de la economía puede ser también una historia de la codicia. Como se dice en alemán, es la dosis la que marca lo que es un veneno. La codicia, cuando conoce sus límites y sabe parar a tiempo, es hasta positiva. Cuando olvida sus límites, está condenada al trompazo.

Naturalmente, la historia demuestra que los codiciosos no suelen saber dónde está el pedal del freno.

Desde finales de la década pasada, el empresario austriaco René Benko ha sido el sueño húmedo de todos los creyentes en el sistema neoliberal. Cuando alguien apuntaba la evidente verdad de que la meritocracia son los padres, siempre salía alguno que recordaba que René Benko es hijo de un empleado municipal y de una maestra de Innsbruck y que mira, tiene una fortuna personal de 5600 millones de jEur (según ha calculado la revista Forbes, que algo entiende de esto).

Desde 2009, Benko ha hecho fortuna en donde es más fácil hacerla si sabes cómo, en el mercado inmobiliario.

Con mucho ojo para los negocios, desparpajo, la confianza inamovible en el hecho de haber nacido con una flor en el culo, la ayuda inestimable de inversores muy ricos y la colaboración inapreciable del Banco Central Europeo con su política de intereses irrisorios, René Benko ha construido un imperio llamado Signa, que consiste en un entramado de sociedades en las que el negocio inmobiliario es lo fundamental, pero en el que también hay otras actividades “colgandeiras”. Por ejemplo, una empresa de artículos deportivos que la semana pasada se declaró en suspensión de pagos (Signa Sports) o grandes almacenes (Galeria Kaufhaus en Alemania, también en bancarrota) o Kika/Leiner, que tuvo que malvender este verano porque sus pérdidas lastraban al conglomerado Signa.

Todos los grupos inmobiliarios (Galbraith lo sabía por experiencia académica pero Donald Trump, por ejemplo, lo sabe por experiencia empresarial) tienden a la estafa piramidal. Cualquier empresario inmobiliario siempre está sacándole dinero a Pepe para pagar la deuda que tiene con Juan. Mientras el mercado es optimista el negocio está respaldado por el valor de los activos (los edificios) y el negocio sigue recibiendo “gasofa” financiera pero en el momento en el que la recesión asoma las orejitas, se acabó lo que se daba. Los inversores dejan de confiar en el niño bonito de turno (Benko, en este caso) y dejan de conformarse con las buenas palabras, quieren las cuentas claras y, sobre todo, su dinero en el banco.

Para controlar la inflación galopante hace meses que el Banco Central Europeo no cesa de subir el precio del dinero (mis lectores quizá lo hayan notado si tienen una hipoteca a interés variable). Esto ha hecho que René Benko, cuyo negocio consistía sobre todo en captar dinero de gente que tenía mucho (bancos y otros potentados) para pagar bienes inmobiliarios, se haya quedado sin dinero prácticamente de la noche a la mañana.

Al chico de oro se le ha marchitado el clavel.

Hoy, los accionistas de su grupo le han pedido por carta que abandone la presidencia de Signa. En medios especializados se da por inminente la retirada de Benko de la dirección del grupo Signa.

Es el fin de una época.

 

 


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