
Hoy los consumidores austriacos se han llevado una alegría (y el medio ambiente también se hubiera alegrado, si pudiese).
21 de Julio.- Vamos a contar intimidades. Como le pasa a mucha gente, yo, sin el móvil, no puedo vivir.
Aparte de para las redes sociales (qué remedio) para lo que más uso el móvil es para escuchar la radio. Soy un radioyente empedernido. Particularmente, de mi Radio Nacional de España.
Sin RNE, señora, yo no puedo vivir.
Me levanto por la mañana y, de camino del trabajo, me pongo el informativo matinal. Estas dos últimas temporadas, Josep Cuní me ha acompañado al trabajo, pero antes me acompañaba Iñigo Alfonso (guardo como un tesoro en el móvil un mensaje de audio de Whatsapp que me mandó a través de un amigo común).
A las once de la mañana, puntual como un reloj, me pongo el principio de Mañana Más, con mi Ángel Carmona de mi alma, para escuchar el Todo Mal de Toño Pérez. Si, por lo que sea, no lo puedo oír en directo, lo oigo en podcast.
Los fines de semana, sábado, escucho en podcast mi primer amor, Documentos RNE (antes, con la mejor locutora de la radio de España, Modesta Cruz, ahora con Berta Tapia). Sábados y domingos a medio día, Crónica de España, que es un programa sencillo pero entretenidísimo, en el que se aprende divirtiéndose. En fin y luego los podcast. Por ejemplo, el del Tamayazo (premio Ondas).
No sigo, ya se hace una idea el lector.
Por eso, se comprederá que, hace algunos meses, tuve que hacer frente a la tragedia de que mi móvil, llevado por el destino irremediable de la obsolescencia programada, dejara de poder cargarse de un día para otro. Ay, Dios mío, qué terror. ¿Cómo iba yo a escuchar mis programas favoritos?
Ya estaba yo dispuesto a tirar mi teléfono y entregarme al consumismo, cuando alguien me dijo que no fuera tonto, que antes de gastarme los cuartos me personara en una tienda de reparaciones y viera si podía usar la ayuda a las reparaciones del Gobierno de EPR (bueno, del Gobierno y de la Unión Europea) conocida como Reparaturbonus.
Largo y activo (o sea, ni corto ni perezoso) fue lo que hice. El amable paisano de Ataturk que me atendió me dijo que lo único que había que hacer era cambiarle la clavija mini usb al teléfono, y que por supuesto podía optar a la ayuda del Gobierno. Ole con ole y ola. Cuestión de unas horas fue.
Por cincuenta jEur se favorecieron la economía circular y el ahorro
Este mes de marzo, “sin encambio”, llegó el mazazo. El Reparaturbonus fue puesto “en pausa” porque al Gobierno se le había terminado el parné. Sin embargo hoy ha llegado la noticia buena y es que la ayuda del Gobierno a las reparaciones de pequeñas máquinas domésticas (por ejemplo, los teléfonos móviles) volverá antes de que se acabe 2025, una vez se aprueben las partidas presupuestarias correspondientes.
¡Larga vida a los artículos reparables! ¡Larga vida al medio ambiente!
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