Ataque coordinado

Un aluvión de noticias relacionadas con el mismo tema sugieren una intencionalidad coordinada.

 

27 de Julio.- Ayer, siguiendo una costumbre anual, el grupo neonazi de los llamados identitarios, que tiene no pocas concomitancias con “su brazo parlamentario” (DÖW) el FPÖ, se manifestó por la almendra central de esta bonita ciudad que el Danubio riega con sus cantarinas aguas. Unas doscientas personas (cálculos de la agencia APA). Varias contramanifestaciones estaban programadas, lo cual dio lugar a tumultos que se saldaron con la detención de 48 personas.

El tema de la manifestación era, como no podía ser de otra manera, la emigración.

El FPÖ lleva también unas cuantas semanas introduciendo en la agenda pública temas relacionados con los inmigrantes. Por ejemplo criticando las ayudas que se dan por hijo (no es un tema nuevo, la ultraderecha española también habla de “las paguitas”).

En España, en la localidad española de Torrepacheco, se produjeron incidentes entre ultraderechistas españoles y venidos de fuera y ciudadanos de origen marroquí. El ambiente de “caza al inmigrante” fue azuzado desde internet por la acción simultánea de multitud de cuentas de redes sociales que replican y difunden noticias falsas o, mejor, noticias con una pequeña base de verdad, pero gravemente distorsionadas, de manera que aprovechan los sesgos cognitivos de grupos de población previamente predispuestos. Los incidentes de Torrepacheco partieron de una mentira. Por supuesto, quienes la difundían sabían perfectamente que la información que estaban compartiendo era falsa. Se trataba de un vídeo en el que supuestamente unos marroquíes de Torrepacheco daban una paliza a un señor.

El vídeo no se había grabado en Torrepacheco ni el señor atacado era de allí, los agresores llevaban días detenidos.

Ayer, uno de mis contactos de Facebook, publicó un meme que difundía un tópico racista, también relacionado con la inmigración. En este caso, con el caso de los inmigrantes musulmanes que “no se adaptan” a nuestras costumbres.

Todas estas cosas, y son solo algunos ejemplos, han saltado al espacio público de manera muy concentrada en el espacio de dos semanas.

No es, de ninguna manera, casualidad.

Llevan la firma de la fábrica de desinformación rusa.

El meme a propósito de los extranjeros que “no se adaptan” tiene incluso faltas de ortografía obvias (aunque como va dirigido a personas de formación primaria, cuela igual).

El texto dice: Dinamarca prohibe oficialmente (dos líneas de espacio) el burka en público y advierte a los musulmanes: adaptarse a la cultura o váyase (sic).

El Real Instituto Elcano citando una “visión conceptual” del Estado Mayor ruso, de 2011, dice que el objetivo de la llamada guerra híbrida en la que estamos en estos momentos, o sea, combinar la guerra tradicional con la desinformación, es socavar el sistema político, económico y social, adoctrinar la población para desestabilizar la sociedad y el Estado, y forzar a los Estados a tomar decisiones favorables a los intereses de sus oponentes”.

El objetivo de Rusia es, por lo tanto, desestabilizar la Unión Europea, mediante tácticas que se dirigen a romper la cohesión social y a quebrar la confianza de los ciudadanos en las instituciones del Estado.

La táctica suele ser la de utilizar conflictos preexistentes para exagerarlos y hacerlos explotar, o bien, directamente, crear noticias falsas de acuerdo con sus intereses. Por ejemplo, en Alemania hace unos años los servicios secretos rusos crearon el caso inexistente de una chica rusa violada salvajemente por inmigrantes.

Estas noticias, como en el caso de Torrepacheco, son difundidas por grupúsculos afines (como por ejemplo, los identitarios en Austria o la extrema derecha española) a través de un mar de cuentas fantasmas en las redes sociales (singularmente Telegram, la cual, por su arquitectura, es ideal para los fines rusos) y de páginas web fantasmas.

Una característica típica de la desinformación rusa es la de presentarse como “un punto de vista alternativo”, de manera que si se critica, se está atacando “la libertad de expresión”. Por supuesto, va de suyo que se trata de difundir la desconfianza en los medios de comunicación de masas, que son designados despectivamente como “el mainstream”.

Se insiste en que “no hay información objetiva”, pero el objetivo no es que el receptor crea unas cosas y no otras, sino que el receptor termine por no creer en nada, a base de bombardearle con noticias falsas que cambian de sentido a veces dentro de la misma semana.

Dentro de los países, se trata de incidir en las disfuncionalidades de la democracia liberal y, en general, sembrar la desconfianza tanto en los gobernantes, a título personal, como en el sistema político. Si el lector está interesado, le sugiero que se pase por la cuenta de Facebook del Presidente Alexander van der Bellen, que es un auténtico nido de trolls ultras que se dedican a difundir propaganda rusa.

A nivel comunitario, se trata de presentar a la Unión Europea como una entidad hiperburocratizada y al borde del colapso. En el tema de la inmigración que nos ocupa, se insiste en una supuesta política de “puertas abiertas” y en la imposibilidad de la Unión Europea de defender sus fronteras exteriores y, por lo tanto “detener una (supuesta) invasión”.

Una idea fuerza que es clave dentro de la propaganda rusa es esparcir la idea del apocalipsis inminente (en el caso de la inmigración, por ejemplo, se habla de “el gran reemplazo” o sea de la teoría que sostiene que la población venida de países musulmanes terminará por desplazar primero y eliminar después a los nacionales).

La desinformación rusa es sumamente difícil de combatir, primero, porque se aprovecha de las flaquezas de nuestras democracias y, peor aún, de nuestros sesgos cognitivos. Después, porque utiliza las virtudes del sistema occidental. Europa se ha desarrollado hasta el punto que ha alcanzado hoy debido a la extensión del pensamiento crítico, de manera que cuando una opinión se presenta como “un punto de vista alternativo”, inmediatamente es puesta en consideración.

Por último, y quizá lo más dramático de todo, la propaganda rusa prospera porque sus víctimas no son conscientes de que están siendo manipuladas y de que su desaliento, su ira y su desánimo están siendo provocados y azuzados con fines bastardos.

Quizá este artículo no valga para nada pero, con que uno solo de mis lectores aprendiese a identificar los mensajes de la desinformación, yo me daría por satisfecho.

A ver si lo consigo.


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