Hoy se han presentado en Madrid dos retratos de los Reyes, hechos por Annie Leibovitz. Alexander van der Bellen también tiene retrato. Muy distinto, por cierto.
26 de Noviembre.- Hoy se han presentado ante los medios dos retratos sobre los cuales había una comprensible expectación. Hace unos meses, la fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz viajó a Madrid para cumplir un encargo del Banco de España y realizar dos retratos de los Reyes Felipe VI y Letizia.
Los dos retratos fueron dados a conocer a los medios ayer, pero solo hoy han sido revelados al público.
Comprensiblemente, a nadie le han gustado. Y digo comprensiblemente porque, sinceramente, pienso que no están entre lo mejor de Leibovitz, que tiene en su haber una larga lista de retratos de personas conocidas, conocidísimas y más que conocidísimas, incluyendo la difunta soberana inglesa, la segunda de las isabeles, emparentada también con el rey (bueno, como casi toda la realeza europea).
Leibovitz ha conseguido la unidad de los dos retratos fotografiando a la pareja real en el mismo salón y utilizando una única fuente de luz, un flash grande, que está a la derecha de la reina Letizia. Todo el mundo ha comentado la elección del vestuario. El rey con uniforme militar y ella va con un vestido de los años cuarenta y sin corona, aunque con joyas.
La decisión de utilizar un fondo común para los dos (una estancia del Palacio Real) hace que el retrato del rey tenga una perspectiva rara, que solo se entiende si se pone junto al retrato de la reina. Por lo demás, y como es bastante corriente en la autora, el “photoshopeado” es salvaje, especialmente en ella, para darle a las imágenes una cualidad onírica y muy trabajada. Ella está iluminada como en un retrato del siglo XIX (“como una estrella de cine”) y él está en una penumbra desde la que parece que está tramando algo.
Esta noticia me ha dado por pensar en el retrato oficial del Presidente de la República de Austria.
La ley dicta que tiene que estar colgado en todas las escuelas obligatorias de Austria como “símbolo del Estado” y también en las guarderías de Baja Austria y de Burgenland. También, aunque es opcional, el retrato del Presidente puede ser colgado en las comisarías de policía, embajadas y otras instituciones públicas, como personificación de la República.
Por supuesto, el retrato del Presidente suele ser un primer plano muy sencillo y muy austero y, si fuera por los jefes de Estado austriacos, Annie Leibovitz y otros colegas no se comerían un colín. En el actual, tomado en 2017, Alexander van der Bellen viste un traje oscuro, camisa blanca y lleva una corbata azul de un tono discreto. Lleva unas gafas cuyos cristales no tienen montura y tiene una expresión inteligente y decidida.
Su autor es Jork Weismann, que ha fotografiado a Bjork y a Eva Longoria (a esta última, por cierto, como su madre, mamá Longoria, la puso en este planeta).
Una curiosidad es que el retrato de Alexander van der Bellen existe en dos versiones. Una, más sencilla, en la que solo aparecen el dignatario y su firma y otra en la que se ha incluido un texto que, conociendo a Alexander van der Bellen, debe de serle muy cercano: el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que viene a decir más o menos así:
“Todas las personas son libres y han nacido con la misma dignidad y derechos, están dotadas de sentido y conciencia y deben vivir bajo el espíritu de la Hermandad”.
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