Ejem.
Una nueva gran coalición Social-Conservadora que tiene entre sus retos el de mantener el timón firme para dejar a Austria lo más protegida posible del marasmo económico internacional. De momento, para darle un poco de alegría al consumo (macarena), el nuevo canciller y el nuevo ministro, en sus respectivas funciones de cabezas de la socialdemocracia y del partido conservador, ya han pactado una reforma tributaria que supondrá, en términos reales, una mejora de unos 50 euretes al mes en los bolsillos de los austriacos medios. Luego, según el programa, vendrán nuevas medidas con un decidido aroma keynesiano. Un perfume con el que se pretende apuntalar la confianza del Dinero (ese ente tan asustadizo). Inversión directa del Estado, medidas en educación, protección de los desempleados. Se avecinan tiempos duros y el nuevo gobierno parece haber aprendido la lección: si no se porta bien, nuevos sustos en forma de nuevas victorias de Strache.
El presidente de honor de los diplomáticos austriacos, que durante la noche electoral soñó con sentarse en la silla más codiciada de Austria (“o césar, o nada”) ya ha dado su opinión sobre el nuevo ejecutivo. Haciendo amigos, como siempre.
Con voz neutra, una de las locutoras estrella de la tele austriaca, Danielle Spera, leyó ayer unas declaraciones del bueno de Heinz Christian en las que calificaba la nueva dirección del país de “una coalición de perdedores” (él sigue considerándose, no sin cierta razón, el ganador de las últimas elecciones). Parecía un poco el rebote de la bruja de la Bella Durmiente. Le faltó anunciar que, en el plazo de cien días, Fayman se pinchará con la punta de su estilográfica y caerá en coma hasta que él le dé un beso de amor verdadero.
Lo cierto es que, si era verdad que los socialistas se llevaban a matar con los populares y que los populares forzaron las cosas para cambiar la situación, hay que reconocer que el tiro les ha salido por la culata. A todos. Incluyendo a los que han pagado la fiesta: los sufridos contribuyentes: lástima de pasta que hubiera estado mejor gastada en escuelas, carreteras y hospitales. De momento, no creo que a los conservadores les queden muchas ganas de poner los pies por alto durante una temporada.
Sin embargo, la ufana satisfacción de los dos dirigentes durante la rueda de prensa no ocultó para los medios que la ministra de asuntos exteriores del anterior gobierno (conservadora ella) se habia visto forzada a retirarse debido a su postura con relación a los hipotéticos tratados futuros que deberían vertebrar esa UE a la que ni Sarkozy puede domarle la desorientación.
Preguntado al respecto, Pröll dio ayer una de esas respuestas diplomáticas que, como el rebozado de los schnitzel, sirven para tapar lo que no se debe ver. La disciplina de partido supongo que hará el resto.
El que la ha acatado a rajatabla ha sido el pobre Petzner (el “amigo” de Haider, como le califica la prensa sensacionalista con todo el retintín) que, tras cuarenta días, anunció hace poco su retirada. No presentará su candidatura a jefe del partido en la próxima convención anual. Sus cariñosos compañeros se han apresurado a recalcar que se ha tratado “de una decisión voluntaria”. Hay cariños que matan.
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