Un post con moraleja

La verdad es que no sabía qué foto poner en este post, así que dejo una cancioncilla


14 de Agosto.- Hace unos días, empecé a sentir unas molestias en la axila y la zona pectoral derecha. Como no remitían, y uno es un hombre responsable (y miedoso, por qué no), fui al médico, el cual, después de someterme a diversos tocamientos dictaminó que no parecía haber nada anormal pero que, por si las fliegen, lo mejor era investigar la zona.

Herr B.- me dijo- las lolas de los hombres y de las mujeres están hechas de lo mismo. Así que hay veces que los hombres tienen también problemas en esa zona y, por falta de prevención, no se detectan a tiempo. Así que hacemos una ecografía y nos quedamos tranquilos.


Como usted diga, herr Doktor.

Así que no corto, pero sí bastante perezoso, me he levantado hoy a las seis de la mañana y me he plantado en el ambulatorio para que me hicieran la exploración correspondiente.
Tenía la cita a las siete y media pero yo, siguiendo la costumbre familiar, me he presentado a las siete menos diez.
Y frente al ambulatorio, he contemplado una escena que me ha recordado aquellas mañanas frías de invierno en la que una turba de muchachos revoltosos esperábamos a que Don Luis abriese el colegio para entrar. Ha sido abrir las puertas del ambulatorio a las siete en punto y una avalancha humana (que incluía a un señor con parche) se ha precipitado hacia las consultas, ha tomado por asalto los mostradores, ha inquirido direcciones y preguntado nombres con esa energía silenciosa auténticamente germánica que es una de las cosas que más me molan de este país.
Yo tenía dos citas: una para la exploración lolera y otra, ya que estábamos y aprovechando que el Danubio pasa por Brigittenau, para hacerme un análisis de sangre y ver si los triglicéridos me bailan la macarena (aaaay!) .
Oigo mi nombre.

Herr Bernal López, bitte.

Y yo, obediente, que entro a la consulta. Una señora de mediana edad sonriente, amabilísima, me pide que me siente y, tras atarme al brazo la gomilla de rigor y pedirme que cierre el puño, me pregunta por qué tengo tantos apellidos (pinchazo, uich)

Es que soy español.
Ay, pero qué interesante.(¡Flup! Un tubo) Y su frau de usted, cuando usted se case ¿Tendrá también tantos apellidos? (¡Flup! Otro tubo) ¿Y sus hijos tendrán cuatro apellidos entonces?
-No, dos.
Ay qué interesante, pero qué lioso (¡Flup! Tercer tubo).

Termino la extracción, corro hacia la consulta del radiólogo. Soy el primero (¡Yupiii, prímer de mi consulta!). La enfermera me llama. El radiólogo es un señor de unos cuarenta y cinco años que, de forma gentilísima, me pregunta qué molestias he tenido. Se las explico. Me palpa otra vez, me mira la zona dolorida concentradamente. Luego me dice que me tumbe y que levante los brazos.

Le voy a hacer una ecografía de la zona para ver qué tal está usted.

Me echa gel (por cierto, está templado y no congelado, como en España: tomen nota los radiólogos de la piel de toro). Mientras me explora:

(flup,plup, chas, blurp) ¿Sabe usted que este aparato es nuevo y que usted es el primer paciente que lo estrena?
-¿De verdad?

Sí, sí (flup, blurp, chas, plop). Pero no se preocupe, que yo en esto estoy muy entrenado.

Me echo a reir.

Me tranquiliza usted mucho, doctor.
Pues Herr Bernal, no tiene usted nada. Pero para más seguridad, le vamos a hacer una mamografía (lolagrafía, vaya). Los hombres también pueden hacerse lolagrafías ¿Sabe usted? Es por seguridad. Porque hay cosas que en una ecografía no se detectan.
Pues muchas dankes, Herr Doktor.
Vístase y le llamamos enseguida.

Salgo de nuevo a la sala de espera. En una tele, un señor sonriente (pero mudo) enseña a preparar un plato a base de brotes de soja (que son ideales para prevenir tantas enfermedades).
Tras unos momentos, la enfermera, tambíen amabilísima, me llama. Paso a una sala y, aquí es donde llega la moraleja de este post, me pone delante de un aparato blanco en donde me hace un par de fotografías de esta parte de mi cuerpo. Y aquí voy: sobre todo para mis lectores chicos (las mujeres están más concienciadas): una mamografía, en serio, no duele, es rápida y no menoscaba la virilidad de nadie. Y, en todo caso, mejor que te aprisionen un poco las tetillas que no tener que lamentar luego alguna cosa irremediable.
La vergüenza no lleva a ningún sitio. Ante cualquier cosa rara, al médico.


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Comentarios

4 respuestas a «Un post con moraleja»

  1. Avatar de cleira

    Voy la próxima semana a Viena. Me podrías decir exposiciones interesantes para visitar y algún restaurante italiano con buena comida para ir.

    Gracias

  2. Avatar de amelche

    Pues sí, tienes razón.

  3. Avatar de Paco Bernal

    Hola a las dos:
    Gracias por vuestros comentarios.
    A Cleira: perdona que no te haya contestado antes, pero es que estaba investigando.
    En la Margarettenstrasse (parada de metro más próxima Pilgrammgasse) hay un restaurante italiano que se llama La Gondola, que está muy requetebién (calidad precio muy aceptable). Cerca de la Ópera, en la Wallfischgasse (espero que se escriba así) también hay otro muy bueno, pero no me sé el nombre -sorry-; en cuanto a exposiciones, en el Unteres Belvedere hay una de pintura del siglo XIX -Biedermaier- que está muy bien.
    Espero haberte servido de ayuda.
    Saludetes.
    A Amelche:A que tengo yo toda la razón del mundo? jajaja
    Saludos

  4. Avatar de cleira

    Gracias, salgo hoy para viena desde Munich en tren.
    Ya te dire algo si acierto a ir a los restaurantes.
    Un saludo

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