Crímenes del Corazón (2): Reyes, bigotes y folklóricas

Público Objetivo
Un reportero gráfico (Archivo Viena Directo)
1 de Febrero.- ¿En qué se diferenciaba la información de entonces de la de hoy? Es igual que comparar un hacha de sílex con un misil Tomahawk. Por lo pronto, era un periodismo dominado por el tabú. A pesar de los esfuerzos de la señora Estrada por decir muy deprisa “caca,culo, pedo, pis” cada vez que le ponían un micro delante, con una insistencia que hoy puede resultarnos conmovedora, en aquella época había cosas y personas cuya aparición en un programa como el del señor Amilibia eran absolutamente inconcebibles.

Por ejemplo: los famosos de entonces no tenían vida sexual antes del matrimonio. Por lo menos de manera oficial. Sobre todo las mujeres. Es más y, en un estereotipo que sobrevive más o menos en la actualidad, cada vez que una famosa se tomaba un par de cañas con un famoso, inmediatamente se les preguntaba (juntos o por separado) si estaban pensando en que el cura les echase las amonestaciones. En lo amoroso era un periodismo dominado por la superstición de la boda (de blanco, por supuesto). Los personajes –es sintomático que se haya terminado llamado así a aquellos y aquellas que se encargan de asomar el jeto por las revistas- se ennoviaban y, antes de casarse, se desennoviaban (o “rompían”) de una manera que semejaba los inofensivos rituales de apareamiento de una tribu de seres recortados en cartulina.
Por supuesto, la familia Real recibía el mismo tratamiento que, hasta entonces, había distinguido a la del dictador muerto. En invierno, cuestaciones diversas para sobrias organizaciones caritativas (“la solidaridad” como concepto, aún no existía entonces, se inventó en los noventa, cuando la palabra quedó despojada de la connotación rogelia que había tenido hasta entonces). Las infantas eran aún chiquillas que posaban con el abriguito de paño típico y el príncipe era un querubín en el que aún primaba la sangre germánica de su madre (de esta época, por cierto, son dos retratos semioficiales, consecutivos y absolutamente indiscutibles del Rey y del Príncipe Felipe jugando obra del genial Alberto Schommer).
En verano, la familia real se embarcaba pero sólo se veía al monarca lidiando con las olas y la reina, como hoy hace la princesa Letizia, le esperaba en el malecón. Como ni las niñas ni el chaval tenían aún en el horizonte colaborar en la producción de herederos al trono de España, la información sobre los reyes y su familia (y aquí nos referimos a la familia nuclear) era un paseo algo impersonal por un olimpo de seres silenciosos y sonrientes sumidos en una infancia de apariencia eterna.
Del otro lado, el incipiente (y muy cutre, aceptémoslo) artisteo nacional. Se estaba produciendo entonces un relevo entre las celebridades del franquismo, cuya especie más representativa era La Folklórica (incluiremos a Sara Montiel en este apartado, aunque la Montiel fue siempre un híbrido de diferentes especies dificilmente catalogables) y los personajes procedentes del boom demográfico de los primeros sesenta. Ellas, eran actrices de ese momento tonto en que la caida del franquismo pilló al cine nacional (Su lema era “si el guión exige que me desnude, pues me desnudo y en paz”). Ellos eran cantantes románticos que hoy son pasto de la memoria de señoras en el climaterio. Recuerden mis lectores los ojos increiblemente azules de Pablo Abraira o el aspecto de indivíduo poseido por alguna deidad ignota que, ya entonces, tenía Camilo Sesto. 

En medio, el Universo Adolescente.

Comentarios

3 respuestas a «Crímenes del Corazón (2): Reyes, bigotes y folklóricas»

  1. Avatar de Isabel Maria

    Cielo ayer echaron un especial de Camilo Sexto, que me encanto espero que lo vieras porque estabas en España, me encantaba Pablo Abraira un beso

  2. Avatar de Anonymous
    Anonymous

    Que guapo y que canciones más románticas y Camilo Sexto igual.Un abrazo para ti y tu madre.loli.

  3. Avatar de JOAKO

    Y Amilibia acabó en la cárcel por pegarle un tiro a un motorista en una discusión de tráfico…¿qué habrá sido de él?

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