25 de Diciembre.- En Austria, la cadena de tiendas electrónicas Hartlauer apostó a que, si nevaba el día de Navidad, le devolvería a sus clientes el importe de las compras realizadas en nombre del niño Dios. La apuesta, debió de pensar Robert Hartlauer, el dueño, es pan comido porque todo el mundo sabe que, aunque los christmas digan lo contrario, en navidad nunca nieva y lo de las white christmas es una trola como un piano. Sin embargo, hete aquí que ayer nevó en gran parte del oeste de Austria y se calcula que herr Hartlauer ha tenido que desembolsar alrededor de un millón de Euros para hacer frente a su mala suerte meteorológica.
En el este de Austria nos enfrentamos a una nochebuena casi casi primaveral, con unas temperaturas nocturnas (Viena, anoche) de seis grados positivos. No es extraño que, con esta calorina, haya habido muchos aborígenes que no se hayan sentido tentados, como otros años, a dar rienda suelta a su vena navideña.
Hoy, en atención a estas fechas y a la resaca que, presumiblemente, aqueja a mis lectores, el post será corto; pero quien piense que el mundo se ha parado en Austria por la conmemoración anual, se equivoca. De momento, Johanes Heesters ha tenido la poca delicadeza de morirse el día 24 a los 108 años de edad (los periódicos, la verdad, reflejan el hecho con cierta incredulidad); Harald Serafin, en cambio, pletórico de energía cumplió ayer los noventa y una persona de la que seguramente hablaré esta semana, un cierto Niko Pelinka, ha sido nombrado adjunto a la dirección de la ORF nada menos que a sus tiernísimas 23 primaveras.
De todos estos temas, y de alguno más, hablaremos en los próximos días. Hoy, mucho Alka Seltzer y feliz navidad.
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