La movida historia de un manzano austriaco

ManzanasA principios de este siglo un cuadro de Klimt se devolvió a la familia judía a quien se creía que había pertenecido. Todo parece indicar que hubo una equivocación.

5 de Julio.- Como quizá alguno de mis lectores sepan, el pintor Gustav Klimt era un pichabrava. O sea, que le gustaban las señoras más que comer con los dedos. Resultado de esta vida amorosa tan rica como maratoniana sucedían a veces “accidentes”. Uno de esos “accidentes” se llamó Gustav (qué casualidad) Ucicky. Este Ucicky, nacido en 1899 en esta bonita capital fue hijo ilegítimo de una de las modelos de Klimt, la checa Maria Ucicka (perdonen mis lectores checoparlantes que no le ponga los acentos) y el genial autor de El Beso. Pues bien, muy ajenos estaban el pintor y la mamá, aquel día de hace exactamente ciento dieciséis años, de  imaginarse que las vidas del padre y del hijo volverían a cruzarse bastante más tarde, durante el reinado del terror nazi.

Pero no adelantemos acontecimientos.

Klimt, entre coito y coito, era muy fans de la naturaleza y, entre todas las plantas que nuestro Señor puso en esta tierra, era especialmente amante de los manzanos (un hobby, señora, como otro cualquiera). Pintó varios, a lo largo de su carrera. Entre ellos, el más famoso fue el llamado “Manzano dorado” que fue quemado por los burrancos de las SS en 1945 y el Manzano I, que perteneció a la señora Adele Bloch-Bauer y que le fue devuelto a sus herederos junto a la Goldene Adele.

Pues bien: hasta hace poco, otro manzano de Klimt, esta vez el conocido como Manzano II, había tenido la historia oficial siguiente. Después de ser pintado por Klimt, fue comprado por la señora Nora Stiasny, dueña del Sanatorium Westend, sito en la Wiener Strasse.

Esfinge

En 1938, la señora Stiasny se vio urgida por los nazis a malbaratar sus propiedades y el Manzano fue a parar, según desveló un investigador en el periódico Der Standard, a un marchante de arte llamado Frey. Poco tiempo después, el hijo natural del pintor, Gustav Ucicky, devenido entretanto en un director bajo contrato de la UFA en donde se encargaba de facturar películas tontainas, labor que desempeñó hasta los años cincuenta, se interesó por la tela y la adquirió. Después de la guerra, achuchado económicamente, se deshizo de una parte de sus obras de arte (mucho más tarde su mujer subastó el resto) y así, el Manzano número dos fue a parar al Belvedere, de donde salió una vez se comprobó que había sido robado por los nazis y se le devolvió a los herederos de la señora Stiasny la cual, por cierto, había muerto en abril de 1942 en el campo de concentración de Theresienstadt (aquel que, como recordarán mis lectores, solo albergaba a judíos felices).

Y así hubiera terminado la historia si no hubiera sido porque, evidencias recientes indican que el Manzano II fue restituido, sí, pero a la familia judía incorrecta (ups). Todo parece indicar que el Manzano número dos nunca le perteneció a la señora Stiasny, y que en realidad lo que era de su propiedad era otro manzano de Klimt, hasta ahora desconocido, que no concuerda con las descripciones minuciosas que existen del Manzano que podríamos llamar “Stiasny”. Por ejemplo, en el Manzano Stiasny no había firma del autor y una parte del fondo, en una de las esquinas del cuadro, había sido completada por otra mano. También parece que, a pesar de lo que se sospechaba, este manzano nunca fue propiedad de Ucicky el cual, sí, mostró interés por él, pero que al final no lo quiso comprar (sí que se quedó con otras obras de su padre, como una llamada Serpientes de Agua II, que también había salido al mercado de manera fraudulenta por culpa de los nazis).

Si el Manzano Stiasny no es el Manzano II del Belvedere ¿A quién pertenece entonces realmente el Manzano II? ¿Dónde está el cuadro? Unas incógnitas apasionantes que, de momento, no tienen respuesta.

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