La cosa no ha hecho más que empezar

RefugiadosLa situación en Austria se va tranquilizando con el paso de las horas pero esto no quiere decir que el problema se haya acabado. Ni mucho menos.

6 de Septiembre.- En estos momentos, pasadas las siete de la tarde del domingo, la situación se ha tranquilizado bastante. Tanto al principio de la cadena, en la frontera de Hungría con Austria, como en la Westbahnhof de Viena. Entretanto, y según cálculos de las autoridades austriacas, unas 12000 personas han pasado de Hungría a Austria con destino a Alemania. Los refugiados dejan atrás, como decíamos ayer, la reacción admirable del pueblo austriaco (bien es cierto que, como dicen los cínicos, el pueblo austriaco sabía que la mayoría de esas personas seguirían viaje y, quizá, otro gallo hubiera cantado de haber querido quedarse las docemil personas aquí). Ahora, la pelota está en el tejado de los alemanes. A la llegada de los refugiados a Alemania se han producido escenas involuntariamente cómicas que demuestran que, en todas partes cuecen habas, como el presidente de un land alemán, megáfono en mano, arengando a la multitud de refugiados en la lengua de Marlene Dietrich. Naturalmente, los pobres sirios no han entendido ni palabra, pero el político a) se ha quedado con la conciencia tranquila y b) ha obtenido la foto que deseaba para sentirse un líder con una estatura parangonable a la del Mahatma Gandhi.

Dejando aparte que lo sucedido este fin de semana parece ser parte de la buena suerte histórica austriaca y de la capacidad casi diabólica que tienen los habitantes de este país de, cuando llueve fuerte, ponerse de perfil y quedar a pesar de todo fenomenal, lo que parece claro es que hemos ganado una batalla pero que ahora empieza lo que los analfabetos llaman „el día después“. Porque esta es la primera oleada de refugiados pero vendrán más. Esto es más que evidente.

De momento, las autoridades austriacas ya están diciendo que el modelo „frontera abierta“ va a terminarse paulatinamente. Esto es que, en el curso de esta semana que empieza mañana, volverán a hacerse controles aleatorios en los vehículos que traten de pasar de la Unión Europea del este a la Unión Europea del oeste (algunos dirán también que de la „Unión Europea pobre“ a la „Unión Europea rica“). Naturalmente, el objetivo es luchar contra las mafias de tráfico de personas y procurar también que no haya que lamentar más muertes como las de las setenta y una criaturas que se dejaron la vida en la autopista A4 (bueno, murieron en Hungría y luego el cabrón que dejó que se muriesen los transportó hasta Austria).

Por otro lado, también está el espinoso sistema de las cuotas. Alemania, hasta el momento, ha aceptado a todos los refugiados pero llegará un momento en que, si la cosa sigue así, el sistema de asistencia alemán empezará a dar señales de fatiga. Alemania y Austria, países que están acogiendo a muchos refugiados, abogan por un sistema de reparto uniforme. Sin embargo, en la „Unión Europea pobre“ se niegan. Por muchas razones.

En primer lugar por algo, muy humano, que es eso de „Ah, los refugiados no son mi problema, ellos quieren irse a Alemania; a ellos Chequia no les interesa“. En segundo lugar, y es algo de lo que, en mi opinión, se habla poco, por la islamofobia bastante extenida de los países de la Europa del Este. Ya lo dijo el otro día el primer ministro húngaro (ese „endivíduo“), que al paso que íbamos, no íbamos a poder mantener Europa cristiana y, en dos generaciones, nos íbamos a tomar el café mañanero con el muecín. Los refugiados que vienen de Siria y de Afganistán, las criaturas, tienen el problema para según qué cafres de que son más bien moritos. Si fueran de otra religión…Pero no.

Por otra parte, no creo que haya ayudado mucho el que, durante este fin de semana, los primos europeos no hayan hecho nada para que el „endivíduo“ pueda salvar la cara. Hubiera sido muy práctico. Porque en esta crisis los papeles de buenos y malos, de cafres e inteligentes, han quedado muy bien repartidos a la luz de los hechos. Quizá demasiado bien repartidos. Si algún pero hay que ponerle a la gestión de todo este asunto es que Viktor Orban ha quedado como el mismísimo orto, que dirían los argentinos, delante de la opinión pública mundial y no parece que, en esta posición desairada, esté demasiado por la labor de arrimar el hombro.

Y luego están los propios refugiados. Porque claro, ellos quieren irse primero, a donde piensan que les van a tratar mejor y a donde van a tener un futuro económicamente hablando (evidentemente, los refugiados tienen como todo quisqui el vicio de comer tres veces al día); después, a donde están sus familiares y sus amigos o su comunidad ¿Qué pintan ciento veintemil tíos sirios en Estonia, un poner? Tampoco se puede coger a la gente y decirle lo de „tú a Boston y yo a California“ porque sería una solución muy alemana, muy racional, pero también bastante poco humana.

En fin: que esta semana empieza lo bueno y lo emocionante. El auténtico reto de encontrar una solución duradera a un problema que, lejos de terminarse, no ha hecho más que empezar.

Quisiera terminar este artículo dando también a mis lectores unas gracias muy grandes y muy especiales. Durante estas últimas horas, un par de miles de personas han decidido utilizar Viena Directo para informarse a propósito de lo que estaba sucediendo en Austria con la crisis de los refugiados. El post de ayer ha alcanzado cifras de visitas de vértigo, sextuplicando la media de visitas del blog, hasta el punto en que Fernando, quien lleva la parte técnica de todo esto y gracias a quien los fieles de Viena Directo pueden echarle un ojo cada día a la actualidad austriaca, tenía miedo de que el servidor no pudiera resistir tanto número de visitas. Lo dicho: gracias por estar ahí y un saludo cordialísimo desde el corazón de Austria.


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