60 razones para amar Austria (2/4)

ParlamentoAlcanzamos hoy el ecuador de nuestra lista de motivos por los que Austria, definitivamente, mola.

24 de Octubre.- En la Heldenplatz de Viena, dormirán esta noche los tanques del Ejército austriaco para celebrar el día en que se proclamó la neutralidad de Esta Pequeña República y, con ella, se fijó la Fiesta Nacional. Con este motivo, ayer empezamos una serie de cuatro posts especiales que continúa hoy.

Si alguien te pregunta por qué es chulo vivir en Austria, tú podrás contestarle con estas sesenta razones.

Debutantes

16. Los bailes: Entre noviembre y febrero, con el paréntesis navideño, naturalmente, toda aquella agrupación de personas que tenga más de diez miembros, se entrega a una pasión bailonga que es otra de las columnas vertebrales del carácter austriaco. Hay bailes de cazadores, bailes en cada instituto de enseñanza secundaria, los partidos políticos organizan bailes, incluso los partidarios de Lord Voldemort se reúnen cada año, con sus siniestros ropajes para echarse unos valses. La pelos

17. La pasión austriaca por las cosas de segunda mano, la mentalidad arqueológica austriaca (ver primer post de esta serie) hace que haya un floreciente mercado de objetos de segunda mano, de rastrillos en los que se venden todo tipo de baratijas en los que se pueden pasar largas horas y encontrar todos los tesoros posibles.

18. El deporte nacional austriaco, y no me refiero al esquí alpino sino, sobre todo, a las navidades. Tienen todo lo que les gusta a los austriacos. Alcohol, azúcar y tradiciones que se repiten año tras año. En ningún país como este hay tantos aldultos absolutamente enganchados a esa parte del año en donde, en España, la gente se dedica principalmente a saquear El Corte Inglés (aquí también, pero digamos que hay mucha gente que siente todavía ese „espíritu navideño“ con los que nos machacan cuando somos pequeños en las películas americanas).

19. El Sturm: muy propio de esta época del año. El Sturm es el mosto a medio fermentar, antes de que se convierta en vino. Atención: es peligroso, porque es dulcecito pero tiene alcohol. También es peligroso porque, en la dosis adecuada, es un estupendo laxante.

20. Las jornadas de puertas abiertas: en Austria, muchas instituciones las tienen, de manera que los ciudadanos puedan conocerlas y las los pensionistas, como pasa en todos los países, hincharse de bocadillos gratis. Los colegios, los museos, el mismo Parlamento, sede de la soberanía nacional. Es una bonita manera de acercar los lugares públicos a los ciudadanos.

Dos chicas guapas

21. Los trajes tradicionales: en Austria, en los últimos tiempos, se ha puesto de moda disfrazarse con los trajes tradicionales. Los hombres, llevamos lederhosen y las mujeres el dindrl. Digo disfrazarse porque las grandes fiestas al estilo del Octoberfest son, en realidad grandes carnavales en donde la gente que vivimos en las ciudades nos vestimos de la gente del campo que no seremos nunca. Los trachten ofrecen además grandes ventajas. Los de chicos son comodísimos -es como ir en chandal- y en cuanto a las chicas, es muy complicado que a una chica le sienten mal porque están pensados para subrayar las curvas y esconderlas en las zonas en que esas curvas se vuelven peligrosas.

 

22. Uno de los lugares más bonitos de Austria y al que merece la pena ir de vez en cuando para estar todo el rato con la boca abierta de cómo puede ser posible tanta belleza: Salzkammergut en la región de Salzburgo. Grandes lagos de color turquesa, bosques espesos y frondosos, una gastronomía alucinante y las montañas que recuerdan al ser humano lo pequeño que es y la poca importancia que tiene.

 

23. Las películas de la serie Brenner. De momento, son cuatro: „Komm, süsser Tod“, „Silentium“, „Der Knochen Mann“ y „Das ewige Leben“ o „Ven, dulce muerte“, „Silentium“, „El hombre de los huesos“ y „La vida eterna“. Todas basadas en los estupendos libros de Wolf Hass (que hay que leer, por supuesto, en alemán, aunque existan las traducciones buenísimas de la Editorial Siruela. Pero es que, en español pierden muchísima de la gracia, la verdad. Así que nada, a ponerse con la lengua de Goethe. Lo cual me recuerda que

 

24. Otra de las razones para amar Austria y para amarla apasionadamente es el cine viejuno austriaco !Qué pasa! Nosotros también tenemos cine de barrio. Y no me refiero a las estupendísimas películas de Sissi (las cuales quizá merecieran un punto aparte) sino a las estupendas pelis de Hans Moser (Hallo Dienstmann!) o las muchas versiones que hay de „Im weissen Rössl“ (en El Potrillo Blanco, famosa posada de Salzkammergut, ver punto 22) o la serie de películas con Caterina Valente y Peter Alexander (fallecido hace pocos años); para los españoles tienen otra ventaja: el alemán que se habla -y, sobre todo, el que se canta, es tan bonito que se aprende un montonazo).

 

25. Las repostería y la pastelería: el fabricar dulces y tartas es, a Austria, lo que el diseño industrial es a Italia o la moda a París de la Francia. A lo largo de los siglos, los habitantes de esta zona del mundo se han perfeccionado con el uso y hoy en día uno puede estar seguro de que cualquier cosa que lleve salsa de vailla estará imbatible.

 

26. La opereta. Sí, lo sé: esto es una cosa muy subjetiva, pero yo soy muy fan de esta zarzuela austriaca. A mí me gusta mucho „Der Vogelhändler“ y, como en el fondo soy un cursi, de toda la zarzuela me gusta mucho esta canción en particular

27. El cabaret. Naturalmente los austriacos no lo han inventado, pero el cabaret es un género que en este país cobra todo su sentido. Ágora pública, portavocía del sentir del pueblo, el cabaret en Austria es algo más que los concursos de monólogos de otros países (y no me gusta señalar). Quien quiera saber lo que es humor inteligente y verdadera audacia no tiene más que escuchar a Niavarani o al mismo Hader.

 

28. La ciencia austriaca, particularmente la de antes de la guerra mundial. Entre 1850 y 1935 Austria fue uno de los países más avanzados de la tierra y exportó un montón de inventos sin los cuales el mundo actual no hubiera sido posible. Una inventora austriaca, que también fue actriz de Hollywood, Hedy Lamarr (en el siglo Hedwig Kiessler) inventó, por ejemplo, el algoritmo que hace posible que nuestros teléfonos móviles se comuniquen entre sí. Es solo un ejemplo, de un largo etcétera que se podría nombrar.

Una abuela

29. Las abuelas austriacas, con las que casi alcanzamos el ecuador. Si este país salió de los estragos de la última guerra mundial fue a causa de esas mujeres que hoy tienen entre 75 y 90 años ¿Que son un poco bordes en los autobuses? Vale ¿Que reniegan un poco, algunas? Vale también, pero también son personas de una pieza, las ves con su bastoncillo andando por la calle, peinadas de peluquería, vestidas impolutas que no les falta un perejil y piensa uno que, de mayor, quisiera ser como ellas.

30 y alcanzamos el ecuador de nuestra lista de cosas por las que Austria merece ser querida con una persona sin la cual este país no tendría el mismo lugar entre las naciones del planeta. A finales del siglo XVIII, Dios decidió utilizar a un ser humano como medio para darle a entender a los hombres la infinita belleza que puede residir en la creación y en el alma humana y eligió a Wolfgang Amadeus Mozart. Una especie de Maradona, la verdad, para qué vamos a engañarnos, que era un desastre para todo menos para producir la música más hermosa que nadie haya escrito nunca.

En fin. Nos despedimos hoy con esto. Mañana, más.


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