¿Qué pasó con el bueno de Süssmayr?

Spirit of MozartDe cómo unas coles de Bruselas pueden llevarte al 5 de Diciembre de 1791 (y sin fumártelas ni nada)

14 de Diciembre.- Di que estaba yo ayer por la tarde limpiando unas coles de bruselas para ponerlas de guarnición con un ganso que se estaba haciendo en el horno cuando miré por la ventana de mi cocina, que da al patio de mi edificio y, como la tarde estaba gris y tal, pues me dio por tararear una cosa que mi hermano y yo tarareamos de vez en cuando, que es el Requiem de Mozart (imagínese el lector, uno en su cocina, con las últimas luces del atardecer vienés cantando lo de…

Confutatiiiis, malediiiiitis, flaamis acribus…, etc).

Claro, naturalmente, mi hermano y yo no tarareamos el Requiem de Mozart porque seamos así de religiosos, sino que lo aprendimos, precisamente esta primera estrofa, viendo la peli „Amadeus“ de Milos Forman, peli que pasa en Viena, pero que no se rodó en Viena, sino en Praga (pero eso es otra historia).

De nuevo, pido a mis lectores que se hagan una idea:

5 de Diciembre de 1791, en Viena, entonces capital de un imperio, los copos de nieve se arremolinan en las calles. Mozart, en su lecho de muerte, luchando contra el agotamiento (en realidad, contra una enfermedad renal, como contamos aquí en su día) le dicta a su archirrival, a su „Joker“ musical, Antonio Salieri, el Requiem. Suena la música, compuesta por Sir Neville Marriner e interpretada por la orquesta de San Martín de los Campos (Saint Martin in the Fields, queda mejor). Bueno, pues Mozart, ojeroso que, con un hilo de voz dice

Confutatiiiis, malediiiiitis…

y se enfada y se cabrea porque Salieri, que es un mediocre (no lo era tanto), no le sigue el rollo. Al final, Wolfgang Amadeus Mozart, palma de puro cansancio y Salieri vive con el remordimiento de haberse cargado a su ídolo durante todo lo que le queda de vida.

¿Fue, como hubiera dicho mi abuela, „asinita“? Pues no, no fue asinita y digamos que Milos Forman se tomó un par de licencias dramáticas para que la película le quedara más chula.

En primer lugar, como ya decíamos, Mozart no murió de agotamiento, sino de las consecuencias de una mala salud de hierro que le había acompañado toda su vida. Mientras limpiaba las coles de Bruselas y pensaba en estas cosas me acordé, de pronto, del nombre de la persona que había estado junto a Mozart en su lecho de muerte y que no fue otro que el fiel, que el tranquilo, que el chico para todo del compositor y de la pánfila de la pobre de su señora, la Constanza: ese hombre se llamaba Franz Xaver Süssmayr.

Y hete que mientras que estaba yo en mi cocina, de pronto, me entró una curiosidad tremenda por saber qué había sido de Franz Xaver Süssmayr. Me dije ¿Tendría aquel hombre éxito después? ¿Quizá se hundió en la oscuridad de la historia? ¿Qué fue de mi tocayo, que a la muerte de su maestro hacía tres días que había celebrado su santo? (Los Franciscos Javieres celebramos nuestra onomástica el 3 de Diciembre).

Así pues, largo y activo (o sea, ni corto ni perezoso) me lancé en plancha a por mi telefonino e invoqué la ayuda de la Wikipedia y me encontré con la historia siguiente, que se la cuentas a un mudo y le crecen las piernas (que hubiera dicho la Cándida de los Gomaespuma).

Resulta que, al morir, Mozart tenía un selecto grupo de alumnos, uno de los cuales era Süssmayr y el otro era un hombre que se llamó Josef Eybler, alumno que lo era también de Salieri.

Pues bien: resulta que, a la muerte de Mozart, Constanze estaba canina de dinero (Mozart era un Johny Juergas de los que remontan el Pisuerga, y se lo jugaba y se lo bebía todo) y claro, no podía permitirse dejar sin terminar el Requiem, que era de encargo (necesitaba el dinero, entre otras cosas porque quería irse a vivir a Salzburgo en donde más tarde se volvió a casar porque en aquella época se llevaba lo de „ante la duda, la viuda“). Pues bien: Constanze Mozart no debía de tener en mucha estimación el talento de Süssmayr, el cual parece que el mismo Wolfgang Amadeus se tomaba bastante a pitorreo (con la gente buena, suele suceder) total, que le dio el manuscrito a Eybler y le dijo:

-Mire usted, haga usted con esto lo que mejor pueda.

Eybler, con la reverencia que tienen todas las fans de Justin Bieber, cogió el manuscrito del Requiem y empezó a hiperventilar (jo tía, tía, jo tía, qué responsabilidad tener yo que terminar esto). Total, que se lo llevó a casa pero le dio de pronto un ataque de responsabilidad y, después, volvió a visitar a Frau Mozart y le dijo:

-Mire usté, señora mía, es mucho para mí tocarle ni una semicorchea al maestro -que en paz descanse- aquí le devuelvo esto.

Constanze lo cogió y pensó en las deudas que le había dejado el difunto, y luego debió decirse „¿Y ahora que hago yo, viuda y sola en la vida, me como el requiem, con lo poco que alimenta el papel pautado, y encima teniendo yo dos niños chicos?“ con lo cual, se decidió por un plan B:

-Herr Süssmayr ¿Terminaría usted el Requiem?

Y Franz Xaver, el hombre, lo terminó.

Tenía en aquel momento 25 noblotes años. Y lo hizo tan bien, que no se sabe bien en dónde empieza Mozart (que parece que dejó esbozado casi todo) y en donde Süssmayr cogió el relevo.

Por cierto, parece que Süssmayr no solo hizo de padre „postizo“ del Requiem, sino que también fue el biológico del segundo hijo de Mozart, también llamado Franz Xaver Wolfgang, de cuya existencia he sabido hoy, y que tuvo también una vida fascinante (vivió la mayor parte de su vida en Ucrania). Si es que estas cosas son como las cerezas, empiezas a tirar, a tirar…Y no acabas.


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Comentarios

2 respuestas a «¿Qué pasó con el bueno de Süssmayr?»

  1. […] una nueva edición sino darle mayor claridad al original de Mozart con los “añadidos” del discípulo, muchos detalles que parecían como “oscurecidos” por las versiones posteriores, sobre […]

  2. Avatar de Elsa Draws
    Elsa Draws

    Buenos días.

    Interesante artículo, es el primero que leo del blog, me acabo de topar con él porque precisamente estamos cantando el Requiem ahora, soy mezzosoprano en el coro de la orquesta Filarmónica de Gran Canaria, y quería indagar un poco al respecto.

    No lo tengo contrastado, no sé si es cierto o no, pero me ha llamado la atención el último párrafo del artículo, porque precisamente en nuestra partitura, en el Lacrimosa, hay una anotación que señala que es en el compás número 8 de dicho número en el que Mozart dejó de escribir (con la ayuda de su discípulo), y donde Süssmayr continuó.

    De resto, siempre me he preguntado por qué Milos Forman decidió sustituir a Süssmayr por Salieri, pero claro, uno ve la película y se da cuenta de que es una versión, así que, ahí queda.

    Gracias, buen día.

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