Tschüssiiii, Servuuuus, babáaaa

Hoy, se ha anunciado, por sorpresa, que un canal de televisión austriaco closes the chiringuit. Adivina cuál.

3 de Mayo.- Hoy es el día de la libertad de prensa, la cual tiene muchas facetas.

La principal, es que a los periodistas y asimilados se les (se nos) permita informar de lo que sucede sin someter nuestro trabajo a censura por parte del Gobierno aunque, naturalmente, es inevitable que el oficio de contar los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa esté sometido a otras presiones, porque alrededor de la información se mueven otros muchos intereses (naturalmente, los grupos de poder quieren imponer, a través de los medios, su visión de la realidad y hasta el curso que quieren que esa realidad tome).

La presión que no procede del Gobierno proviene, sobre todo, del dinero. Cualquier periodista que trabaja para un medio privado vende su capacidad de manejar la palabra a un jefe que, a su vez sirve a una línea editorial determinada y, a cambio de darle de comer a sus niños, ese periodista tiene que escribir, dentro de un orden y sobre todo, aunque la gente se olvide, independientemente de sus convicciones personales, dentro de esa línea editorial (o sea, que habrá gente progresista que, por mor de sus habichuelas, trabaje en Libertad Digital y habrá gente del Opus que tenga que hacer lo mismo en La Sexta, por poner dos medios que son, más que información, propaganda y no de la más fina).

O eso, o trabajar en algo que le procure el sustento y luego, robándole horas al merecido descanso, hacer Viena Directo que, como todo el mundo sabe, no tiene más publicidad que la de mis fotografías por lo cual yo puedo contar las cosas como mejor me parecen y, cuando digo algo que es mi opinión, mis lectores ya lo saben porque me conocen desde hace muchos años y saben de qué pie cojeo.

Como en cualquier otra empresa, en un medio privado, si un periodista habla mal de su jefe o no hace su trabajo a satisfacción de quien le paga, pues ese periodista es puesto de patitas en la rúe, y el acto de rasgarse las vestiduras (caso Escolar) es tan hipócrita como cuando vivía feliz cobrando todos los meses y decía más o menos lo que él pensaba que podría agradarle a su jefe.

Dicho todo esto: como si hoy la realidad quisiera ponerse alegórica, el „señorito Iván“ (famoso personaje de „Los Santos Inocentes“) de Servus TV, el Sr, que también es el dueño de Red Bull (esa cosa asquerosa que desayunan muchos votantes de la fuerza tenebrosa) ha anunciado que cierra la cadena de televisión y que pone a sus 286 trabajadores de patitas en la calle.

¿Por qué? Pues hay dos versiones: una oficial (la que hace bonito) y una oficiosa (o sea, la verdad de la buena).

La versión oficial, es que el Sr. Mateschitz ha manifestado que, al ser Servus TV una cadena con unos estándares de calidad muy altos y blablablá (es verdad: Servus TV está hecha con toda la creatividad que el dinero puede comprar en cantidades industriales) su mantenimiento se ha hecho insostenible (untragbar) para los inversores. Y que por ello, en fecha aún desconocida, Servus TV se irá a negro y Mateschitz se podrá gastar el dinero en poner en la estratosfera cápsulas y modorros metidos en ellas que nadie necesita.

¿Cuál es la verdad? Pues parece que los 286 trabajadores de Servus TV rellenaron una encuesta (anónima) en la que se les preguntaba si querían tener un comité de empresa o Betriebsrat. Esto, encolerizó tanto al patrón, que debe de ser de ese tipo de empresarios que piensa que, dándole trabajo a la gente, les hace un favor que, antes de que los trabajadores se organizasen, decidió aplicar la táctica de la Biblia y ya que el ojo le escandalizaba, fue y se arrancó el ojo y lo arrojó lejos.

Como la noticia se ha sabido hoy, todavía siguen pasando cosas (cosas, y permítanme mis lectores que dé mi opinión) absolutamente fli-pan-tes.

Por ejemplo que, en respuesta a la decisión de Red Bull de to close the chiringuit, los trabajadores (se supone que desorganizados para que no cunda la sospecha de que quieren fundar un sindicato de cualquier clase) han hecho pública una carta abierta en la cual renegaban de la dichosa encuesta y, casi de rodillas y en cruz, le pedían a la patronal que reconsiderase su decisión.

Por otro lado, el FPÖ (!!!!!!!) y más concreto su conspícuo líder, Strache, ha hecho suya la causa de los trabajadores de Servus TV (!!!!!!!) y lleva publicando toda la tarde posts „en sus redes sociales“ para solidarizarse con la plantilla del canal salzburgués.

En uno de estos posts, que es todo un ensayo sociológico, Strache se duele y se lamenta de que, mientras, según él, la ORF es una sentina de vicios llena de rojazos como Armin Wolf, Servus TV, una empresa honrada e independiente del poder político (aunque los informativos los haga el Kronen Zeitung, que también tiene bemoles) tiene que caer.

También se lamenta Strache de que el contribuyente pague a Armin Wolf y se pregunta qué es lo que hace el Sr. Wolf, salvo presentar el telediario dos tardes por semana y conducir, de vez en cuando, „un par de entrevistas“. En total, según él„media hora de trabajo cada siete días“. Lo que viene siendo un kiki, vaya.

Naturalmente, es la guerra del tipo sin estudios contra el universitario. Los votantes del FPÖ contra los votantes de Van der Bellen. El abismo abisal que hay entre las dos mitades de la sociedad austriaca: la de Strache (la de Hofer) que piensa, como un compañero que trabajaba con mi padre, que los trabajadores de oficina „no hacemos ná, porque estamos to´l santo día sentaos“ y la de los que trabajan con las neuronas que, aunque no lo digan tan claro (la corrección política manda) opinan que sin ellos, el mundo se pararía.

Con estos mimbres, señora, tiene que trabajar el periodista (o el bloguero).

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