¿Quién puede ser refugiado?

reloj¿Quién puede obtener el estatuto de refugiado? A pesar de los rumores que se difunden interesadamente, no es tan fácil y no todo el mundo puede.

La primera parte de esta historia está aquí, la segunda aquí, la tercera aquí y la cuarta aquí

12 de Diciembre.- A finales del verano de 2015 empezaron a llegar a Austria muchísimas personas procedentes de Oriente Medio. Habían accedido al corazón de Europa, como Abdulrahman, nuestro desplazado imaginario, por la llamada Ruta de los Balcanes, de la que ya hablamos en un capítulo anterior. En alemán, se les llamaba (se les llama) Flüchtlinge (literalmente „los que huyen“) y eso eran exactamente, personas que huían. Acudían a Europa atraidos, en muchos casos, por la promesa real o ficticia de una estancia ilimitada en Alemania.

Ante esta situación, los países europeos, como saben todos los lectores de Viena Directo, no reaccionaron todos por igual.

La crisis migratoria llamada también, impropiamente, crisis de los refugiados, hizo saltar por los aires la solidaridad europea y mostró bien a las claras la brecha entre las dos Europas que conviven en el mismo espacio geográfico: por un lado, la Europa rica, encabezada por Alemania, cuyo espíritu (por lo menos al principio) fue el „Wir schaffen das“ de la canciller Angela Merkel. Siguiendo este mantra, traducible por „lo conseguiremos“ la que es la economía más fuerte de la Unión se sometió a un esfuerzo prácticamente sin precedentes desde el final de la segunda guerra mundial. Particularmente en el sur de Alemania, se crearon, muchas semanas, hasta diezmil alojamientos para los desplazados. Austria abrió sus fronteras y dejó pasar a una gran parte, pero unos 90.000 permanecieron aquí. Frente a esta actitud abierta y, conviene señalarlo, solo en parte desinteresada (los desplazados representarán, de aquí a diez años, una inversión para la economía alemana lastrada, como todas las de Europa occidental por el envejecimiento de la población, y muchos economistas han calculado que decuplicarán cada euro invertido en alojarles e integrarles) frente a esto, la Europa pobre, conservadora, virulentamente nacionalista, islamo y xenófoba, se negó desde el principio a acoger desplazados. Y esa Europa pobre, por cierto, empieza en la parte antiguamente comunista de Alemania, la más pobre del país, que se ha convertido de ese tiempo a esta parte en un caladero de votos para AfD (Alternativ für Deutschland, la fuerza populista de ultraderecha nacida al calor de los acontecimientos y subvencionada desde Moscú a través de diferentes institutos de inocente apariencia cultural).

Desde el principio, los grupos políticos ultraconservadores vendieron la política de la canciller Merkel como una especie de barra libre para los migrantes y se encargaron de difundir por las redes sociales (una especie de salvaje oeste que se ha convertido en su territorio natural) toda clase de infundios al objeto de sembrar el odio hacia una gente que, en su mayoría llegó a Europa primero, con el ánimo de escapar de una muerte segura y, segundo, y en su mayor parte, con el ánimo de volver a sus países de origen cuando las condiciones mejoren (básicamente cuando no les bombardeen los fanáticos de las barbas por un lado o los rusos por otro).

Uno de los infundios fundamentales fue ese: el de la barra libre de permanencia en Europa. En Austria, por lo menos, no es así.

Como decíamos en partes anteriores de este relato, cuando un desplazado cruza la frontera austriaca puede presentar una solicitud de asilo directamente en la frontera o, si no, en cualquier comisaría de policía. En este primer momento, se le hace, como veíamos, una entrevista. En esta deberá declarar su identidad, decir su procedencia, y también deberá explicar, de manera coherente, la razón por la cual solicita asilo.

Es en este momento en el que el Estado austriaco tiene que decidir si se hace cargo de la solicitud de asilo o no. Si no, se activa Dublín III y el desplazado tiene que abandonar a Austria y es devuelto a „la casilla de salida“. Sea Grecia o bien cualquier lugar que el Estado austriaco considere „seguro“; esta devolución, por cierto, no siempre es fácil, como veremos, quizá, más tarde.

Si el Estado austriaco decide que el desplazado presenta motivos suficientes para que su solicitud se considere, entonces se le permite quedarse en Austria, se le da un dinero para garantizar su supervivencia (el dinero, otro caballo de batalla de la ultraderecha) y el proceso administrativo sigue su curso.

Como nunca está de más repetirlo, lo diré aquí por primera vez: los desplazados, aparte de un techo, reciben una paga diaria de 5,5 Euros/diarios además de dos pagas al año, una de setenta y otra de ochenta euros para comprar ropa. De ese dinero se lo tienen que pagar to-do. Incluyendo, por ejemplo, el transporte (una tarjeta mensual para los servicios públicos vieneses de transporte cuesta 50 euros, un tercio de su sueldo).

En fin: ¿Quién puede ser refugiado? Los motivos están claramente tasados en la Convención de Ginebra. Aquella persona que quiera obtener el estatuto de refugiado tiene que presentar pruebas de que se cierne sobre él, si permanece en su país, una amenaza cierta de muerte, una amenaza que tiene que ser personal, por pertenecer a una raza, profesar una religión, o pertenecer a un grupo político o social y que su país de procedencia no puede o no quiere protegerle.

Un clásico son los homosexuales en los países árabes, o las mujeres de una determinada edad cuando se ven amenazadas de sufrir la ablación de los genitales, o las mujeres que, en los países árabes, entran en política o quieren acceder a la enseñanza.

Una cosa muy importante, y sobre la que insistió muchísimo mi fuente es que la amenaza ha de ser creible. Se interroga al aspirante a refugiado de manera intensa y repetida. No lo hace un juez, por cierto, sino un funcionario ayudado por un traductor jurado. Se trata de detectar contradicciones o de probar si lo que dice la persona es verdad. Por ejemplo, si dice que está amenazado por pertenecer a una etnia, se comprueba que el dialecto que utiliza es el que usa esa etnia.

Es importante señalar que, para que una solicitud de asilo sea aceptada, no puede existir para el aspirante ninguna posibilidad segura de permanecer en su país de origen.

Desde Junio de 2016 Austria ya no concede asilo por tiempo indefinido en una primera fase. Esto quiere decir que, si la solitidud de asilo se acepta en este primer momento, la persona solo tiene autorización para estar en Austria durante tres años. Si en el curso de ese tiempo las circunstancias propias o del país del que ha huido cambian, Austria puede expulsarle legalmente del país. Si pasados esos tres años las circunstancias del asilo continúan, entonces se prorroga automáticamente y se convierte en indefinido.

El estatuto de asilado se pierde también si, por ejemplo, el sujeto comete un crimen grave. Aunque este caso lo veremos en otro capítulo de esta serie.


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