Haciendo magia por un tubo

En Viena como en cualquier parte, los almacenes de bricolaje me matan de aburrimiento. Sin embargo, creo que eso está a punto de cambiar.

19 de Enero.- Hay un bellísimo poema de Pablo Neruda, uno de cuyos versos dice „el olor de las peluquerías me hace llorar a gritos”. Yo soy incapaz de medirme con el inmarchitable bardo chileno, pero tenemos algo en común: existe un establecimiento comercial que nos lleva al borde de un ataque de nervios. Para él, eran las peluquerías. En mi caso, las tiendas de bricolaje.

Estoy seguro de que, cuando me muera, en el purgatorio, si es que existe, Satán me tendrá preparado un pasillo infinito lleno hasta el techo con cajas de tornillos de diferentes calibres.

Lamin-29Sin embargo, esto puede cambiar pronto ¿Y por qué? Se preguntarán mis lectores. Pues yo se lo voy a decir: por culpa de un tubo fluorescente.

Di que yo tengo un amigo muy mañoso y, en una de esas, le dije:

-Mira payo: para hacer fotos, yo necesitaría una cosa que seguro que es muy fácil para ti, pero que yo no sé hacer –a mí, me sacan de la literatura y la fotografía y soy un poco yúsles, sin falsa modestia lo digo.

-¿Y para qué? –me preguntó él

-No sé para qué lo voy a utilizar, ni si lo voy a utilizar mucho o poco, pero he tenido una visión.

Y él, preparado para lo peor:

-¿Y qué necesitas?

-Pues mira: un tubo fluorescente unido a un cable, y al final del cable un enchufe y, por medio, un interruptor.

-Anda, leche –dijo él, se conoce que aliviado.

Y yo:

-Qué leche ni qué leche ¿Lo sabes hacer o no? Porque yo sé que eso, a las personas que entendéis de clemas y de tornillos os tiene que costar bien poco hacerlo.

-Paco, eres tontico –este amigo me quiere, y sé que me insulta desde el cariño- porque no voy a tener que hacer nada. Lo venden ya hecho.

-¿Qué? ¿Que lo venden ya hecho?

Lamin-70Y él, como es lógico, movió la cabeza, me subió a un coche y me llevó al almacén de bricolaje más cercano a mi domicilio. Y allí encontré lo que estaba buscando y, además, por un precio módico ¡No pudo hacerme más feliz! (renuncio a tratar de describir la cara que tenía este amigo mío cuando yo iba camino de la caja reventón de felicidad con mi tubo fluorescente en la mano, como cuando éramos chicos y nos daban un duro para cromos).

El martes, mi visión se hizo realidad. Y se hizo realidad, en gran parte gracias a mi amigo Dani Utrilla (entre los diseñadores de producción cinematográficos, la octava maravilla) el cual me hizo de sparring en la sesión de fotos de la que mis lectores llevan un rato viendo los resultados. Aprovecho para consignar su aportación y para agradecerle de nuevo su ayuda.

Making of

Aquí pueden ver mis lectores Mister U manejando el tubo fluorescente para que Mister P, o sea, servidor, pudiera sacar más guapo a Mister L, el modelo que, amablemente, estuvo posando para mí esta semana.

Terminada la sesión, mientras recogía los trastos, pensaba que lo maravilloso de mi trabajo como fotógrafo (lo maravilloso de casi cualquier trabajo creativo) es que ese momento en que te das cuenta de que para hacer magia, no hace falta en realidad nada extraordinario, solo imaginación y, claro, que se te ocurra de vez en cuando pisar un OBI para encontrar un tubo fluorescente.

NATURALMENTE: Si necesitas fotos profesionales para tu negocio o de tus seres queridos, o de ti mismo, mi magia está a tu servicio. No tienes más que escribirme un mensaje a vienadirecto(arroba)gmail. com o utilizar el formulario de contacto del blog y Voilá! Por muchísimo menos de lo que puedas pensar, tendrás fotos como las que ilustran este reportaje.


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