Mi amigo Luis nos abre una puerta (1/2)

El post de hoy es como las cerezas. Tirando de una, el lector va a conocer a mogollón de gente interesante. Marilyn, por ejemplo, sale dos veces.

13 de Octubre.- Los amigos son espejos en los que uno se mira y se encuentra, y no solo se encuentra, sino que se ve más favorecido.

Ayer, al principio del post, hablaba yo sobre una canción que no había podido encontrar. Publicado el post, y yo ya en la cama (me acuesto pronto) recibí un mensaje de mi amigo Luis Tercero (entre los doctores de Historia y futuros autores de bestsellers, famoso en el mundo entero). Acudía él, eficiente y acucioso como suele, con el dato perdido.

No: la canción no era de Pirron und Knapp (algún día tengo que hablar más de ellos) sino de Georg Kreisler y no se leía, como yo recordaba, la lista de vecinos de una casa, sino el listín telefónico de Viena.

La canción en cuestión se llama Telefonbuch-Polka y es de un personaje interesantísimo, el cabaretista Georg Kreisler, del que hoy hablaremos un poquito y que nos va a servir para convertir este post en una serie de nombres interesantísimos. Hela:

Kreis nació en Viena en Julio de 1922, en una familia judía de clase media alta que vivía en el distrito siete (se puede deducir, porque fue al Gymnasium en ese distrito). A pesar de ser hijo único, Kreisler tuvo ocasión de vivir en lo que Billy Wilder llamaba „la capa de espeso afecto que caracteriza a las familias judías“ (lo de „espeso“, lo dijo el maestro con la ironía de quien puede decirlo, porque era judío él mismo; y lo dijo para explicar el fracaso del matrimonio entre Marilyn Monroe y Arthur Miller -Miller, por cierto, terminó casado con una austriaca, la talentosísima fotógrafa Inge Morath). Seguimos: los Kreisler, como sucedía con todas las familias judías de su época a poco que pudieran un poco, le dieron a su hijo una educación esmerada que tiró a lo musical. Desde los siete años, piano, y luego vinieron el violín, y teoría musical.

En 1938, pasó lo que todo el mundo sabe, o sea, que Hitler se merendó Austria con todos los austriacos dentro. Los Kreisler, dentro de lo malo tuvieron suerte. Malvendieron lo que tenían y consiguieron en el último momento pasajes para los Estados Unidos,vía Marsella. Durante la travesía hacia América, Kreisler tuvo un interesante compañero de partidas de ajedrez a otro judío, el gangster Bugsy Siegel, el cual, años más tarde, inventaría Las Vegas.

En América, Georg Kreisler fue acogido bajo la protección de otro exiliado famoso, el exitoso guionista Walter Reisch, también vienés, por cierto. Entre los cienes y cienes de películas que escribió Reisch, estuvo Niágara, en donde Marilyn Monroe salió más guapa que nunca (y ya van dos veces que escribo su nombre en este post) o esa maravilla fascinante que se llama Luz de Gas (Gaslight) en donde también debutó una muchacha inglesa que se llamaba Angela Lansbury (para mis lectores más jóvenes, Mrs. Potts en La Bella y la Bestia, para los más talluditos, „la Flécher“ de „Se ha escrito un crímen“).

Kreisler se casó con diecinueve años con Philine, la hija de Frederick Hollender, que ha pasado a la Historia del Cine, entre otras cosas, por haber escrito la „piece de resistance“ de todos los travestis de habla alemana desde los años treinta hasta los setenta del siglo pasado: „Die Fesche Lola“ para la película „El ángel Azul“ con Marlene Dietrich. O esta otra joya: Johny:

A pesar de que Kreisler se definía a sí mismo como anarquista (y con su biografía, la verdad, no hay que reprochárselo) en 1943 se hizo ciudadano americano y se marchó a combatir a los malos en Europa. Su misión durante la guerra fue la de entretener a las tropas que iban a combatir en el Día D (le estacionaron en Inglaterra). Después, terminada la contienda, estuvo en Alemania de traductor.

Le tocó el amargo trago de hacerle de intérprete a dos hijos de puta insignes: a Hermann Goering y a Ernst Kaltenbrunner.

Tras este interludio, Kreisler volvió a América, en donde se cruzó en su camino un hombre al que todos tomaban por judío, pero que en realidad era gentil: el cómico inglés Charlie Chaplin, entonces en el declinar de su carrera debido, fundamentalmente, a sus simpatías izquierdistas.

Chaplin, aunque había pasado sus mejores tiempos, todavía guardaba en la chistera algunas palomas. En 1946 estaba haciendo una película que sería uno de los fracasos más ruidosos de su carrera: Monsieur Verdoux. El cómico inglés tenía un porblema, sin embargo: le gustaba controlar todos los aspectos del proceso creativo, entre ellos la música, pero no sabía escribir una nota.

Así pues, contrató a Georg Kreisler para lo siguiente: él silbaba la música de Mr. Verdoux y el vienés la escribía en un pentagrama. También fue Georg Kreisler el que tocó el piano doblando a Chaplin, que tampoco sabía.


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