Carne de gallina

Los Soles del Sur representan Carne de Gallina, de Maxi Rodríguez. Una opotunidad de ver teatro en español de calidad en Viena.

18 de Noviembre.- Si uno se molesta en ir al diccionario de la Real Academia y busca „costumbrista“ la web, terca, le dirá que la palabra designa „lo relativo al costumbrismo“. No hay que molestarse, porque el diccionario de la Real Academia, obra venerable por lo demás, es un poco como Forrest Gump cuando decía que „tonto es el que hace tonterías“.

Los académicos, esos señores mayores que se reúnen todos los jueves. En fin.

De todas maneras, si uno no cede al desánimo y busca costumbrismo, el diccionario le aclarará que, en las artes, se refiere a aquellas obras que estudian las costumbres de un país.

Ayer por la tarde noche, mientras asistía a la representación que el grupo de teatro Soles del Sur daba de la obra de Maxi Rodríguez „Carne de Gallina“ en el teatro Brett, no se me quitaba de la cabeza que, cuando la pieza se escribió (originalmente en forma de guión cinematográfico) lo que hoy, desgraciadamente, para muchos españoles se ha convertido en parte de sus costumbres (a la estrechez económica también se acostumbra uno) en aquellos momentos, primeros de siglo, año 2001 era una exageración que a muchos les costaba creer ¿Cómo? ¿Que estáis viviendo de los setecientos euros que cobra el abuelo de pensión? Algo habréis hecho.

Hoy, quince años más tarde (el que viene diez desde que, oficialmente, empezó eso que se suele llamarse „la crisis“) España necesariamente es un país para viejos, porque hay mucha gente que sin los viejos se moriría de hambre. Y Carne de Gallina, una predicción que se ha hecho realidad en muchos casos de manera trágica (o un producto singularmente feliz y bien traido de la capacidad de observación del autor, el cual, aunque presuma de distraido, no da puntada sin hilo; basta tratarle un poco para darse cuenta).

También pensaba, viendo la obra, que ciertos textos teatrales o ciertos guiones de cine, al ser costumbristas, conforman eso que suele llamarse la memoria del país y que gracias a ellos, gracias a aquellas comedias solo blancas en apariencia, en donde Jose Luis López Vázquez andaba siempre pluriempleado para poder llegar a fin de mes, soñando siempre con los turgentes e inalcanzables muslos de Florinda Chico, hoy podemos tener una idea de cómo era la vida cotidiana de entonces, aún con lo que aquellas películas que ahora vemos despojadas de toda su amargura, como se despojan con el tiempo las operaciones de vesícula o los cólicos nefríticos, tenían de espejo deformante.

Carne de Gallina bebe sin embargo de otras fuentes de aguas menos dulces, como las negras comedias del primer Berlanga (que están siempre a tres milímetros de que a uno se le ponga un nudo en el estómago al darse cuenta de aquello de lo que se está riendo) y, de alguna manera, es también una excursión a ciertos infiernos cotidianos, en donde quizá el socorro de ciertos clichés entrañables pero un poco convencionales (la hermana beata, la prostituta de sana inteligencia y buen corazón) estén ahí para que a uno se le quite la pesadumbre de estarse riendo de una pintura más negra que las de Goya.

Volviendo a la representación de ayer, el teatro Brett estaba lleno (colgaron el cartel de no hay billetes) para ver una apuesta escénica que, justo es reconocerlo, constituye una decisión muy valiente de un grupo que desde siempre se ha caracterizado por intentar siempre dar un paso más.

Existe la creencia común (e infundada) de que la comedia es un género fácil pero basta subir a un escenario para poner en pie un texto cómico para darse cuenta de que la comedia es un poco como la paella o el gazpacho o la tortilla de patatas (o la fabada asturiana, en este caso), que parece que puede hacerlas cualquiera, pero cuya sencillez es engañosa.

Carne de Gallina, como texto teatral es un tour de force muy exigente para los actores, porque está construida a base de escenas (más de treinta) muy breves y muy aquilatadas que se suceden como las diapositivas que describen la espiral de desgracias en las que se ven sumidos los protagonistas. Como de costumbre, los actores de Soles del Sur abordaron sus papeles con seriedad y solvencia aunque, hay que reconocerlo también, tuvieron que luchar contra la técnica que, a ratos, parecía que se había conjurado para hacerles la puñeta.

El público, sin embargo, contempó esta lucha suya contra la técnica y, naturalmente, por hacer brillar sus interpretaciones (que brillaron mucho, y más dadas las circunstancias) con mucha solidaridad y simpatía y, en general, creo que se lo pasó bien (nos lo pasamos bien). Me gustaría reseñar también que una de las dificultades del texto es que los personajes se expresan en el habla popular de Asturias cosa que, a no ser que uno sea Meryl Streep o Javier Bardem, ofrece múltiples peligros. Imitar el acento o el habla de una variedad dialectal que no es la propia, hace que sea fácil caer en el ridi. Los Soles del Sur salvaron este peligro sin ningún problema. Los españoles y también una de las actrices que es italiana y a la que, por algún que otro deje por lo demás casi imperceptible, yo tomé por sudamericana. Me quito el sombrero.

Mención especial merecen, en mi opinión, las personas que tenían encomendada la tarea de hacer los cambios de atrezzo. En un oscuro de teatro cada segundo vale por un minuto, y supongo que ayer el trabajo no resultó nada fácil, dada la complejidad y, sobre todo, la rapidez que se exigía para los cambios.

En cualquier caso, Carne de Gallina, que aún se representa durante unos días, es una oportunidad perfecta de ver teatro de calidad y en español en Viena.

Hoy, por cierto, se ha celebrado (se celebra, mientras escribo esto) la noche de los teatros. Para los Soles del Sur, para Maxi Rodríguez y para mí, y para el público que nos ha escuchado, la noche ha empezado a las doce de la mañana, momento en el que ha empezado la charla-coloquio que yo anuncié ya en el blog.

El vídeo es cortito y la calidad está lejos de ser maravillosa, pero como lo que Maxi dice yo creo que es muy interesante, aquí lo dejo. Como muestra de lo que ha sido.


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