Los Estados Unidos de Austria-Hungría

Cuando uno vive en Centroeuropa, su visión de lo que significan los tiempos en la Historia

16 de Enero.- Una de las cosas más interesantes que tiene el vivir en Centroeuropa, es que tu perspectiva sobre lo que significan los tiempos en la Historia se transforma y se amplía.

Como algunos de mis lectores ya sospecharán, mi vida no se reduce a escribir artículos para Viena Directo mientras sorbo daiquirís al borde de una piscina (que más quisiera yo).

Como todos los que somos pobres, yo tengo un trabajo (y sospecho que, dentro de poco, esto de tener un trabajo solamente se transformará en un lujo, porque la gente, para poder sobrevivir, tendrá que tener por lo menos dos). Por suerte, yo tengo un trabajo que me hace moderadamente feliz. Una de las cosas que más feliz me hace de mi trabajo es que puedo conocer a gente de diferentes culturas, religiones y nacionalidades y, en muchos casos, trabar con ellos conversaciones en las que, aparte de por asuntos laborales, les puedo preguntar por otras cosas.

Ayer no hubo Viena Directo porque estuve de viaje en Eslovenia por motivos de trabajo. En el grupo íbamos dos señoras austriacas (aunque una de ellas solo la mitad, porque es de padre noruego), una señora húngara, un señor francés y un señor español (o sea, servidor ¿A que parece un chiste de Eugenio? Saben aquel que diú que se encuentran…etc).

Ya solo la composición del grupo hacía que te dieran ganas de hacerle la ola a la Unión Europea (!Cómo mola la UE!). Pero bueno.

Íbamos a visitar la fábrica que un proveedor tiene en Eslovenia.

En España, cuando se habla de Croacia, de Eslovenia, de Serbia y de Montenegro se suele añadir la coletilla de „la antigua Yugoslavia“. Yo no lo voy a hacer y, aunque alguno de mis lectores, al leer lo siguiente diga „!Hala, cómo se pasa, qué bestia!“ diré que, más que ser Eslovenia una parte de la antigua Yugoslavia, a mí, como austriaco adoptivo, Eslovenia me ha parecido más bien una parte de la „antigua monarquía austro-húngara“.

Efectivamente, tras visitar la fábrica del proveedor (que es enorme, muy interesante y que data de principios del siglo pasado), los anfitriones nos han llevado a comer a un restaurante chulísimo y, de camino, las casas, las iglesias, los pequeños detalles que se veían por la ventanilla del coche, eran como los de Estiria o los de Carintia. O sea, que no se notaba que habíamos pasado la frontera.

El anfitrión ha sido el director de la fábrica en persona. Un señor imponente y humano al mismo tiempo, de aspecto episcopal que, con su conversación, nos ha llevado de excursión (aunque quizá él no se lo había propuesto así) por las nefastas consecuencias que tiene el nacionalismo (no hay que olvidar que los ex-yugoslavos, antes ex austro-húngaros son gentes, como dice un amigo mío „de genes belicosos“ y que aquí explotó esa bomba que fue la primera guerra mundial).

Mientras hablábamos de los mercados de navidad de Ljubljana (!Tan parecidos a los de Viena, por lo visto!) y comentábamos, sin que nadie pareciera caer en ello, la cantidad de similitudes gastronómicas entre lo que fue una parte del Imperio y lo que fue la metrópoli, saltaban en la conversación los celillos, que llegaron a las armas a finales del siglo pasado, entre los miembros de ese país artificial que fue Yugoslavia; celos que hoy, gracias a Dios, son un poco como esa pelusa que, antes de que algunos perdieran los papeles, separaba en España a catalanes y andaluces (básicamente reductibles al tópico de la cigarra y la hormiga, que tanto de sí le da a la gente sin criterio ni dos dedos de frente).

Y uno se daba cuenta de que gran parte de los que estábamos sentados a la mesa, hasta hace cien años, que en Historia es tanto como decir, hasta antes de ayer (!Apenas un poco más que la vida de una persona!) habían sido ciudadanos de una unidad política notablemente avanzada, un mosaico de culturas que hubiera merecido haber seguido unida (y la Humanidad se lo hubiera merecido también, ya que nos hubiéramos evitado mucha sagre derramada).

Mientras hablábamos de estos celos provinciales, y mientras yo me daba el gusto de contemplar al director de la fábrica, aparte de pensar que era como estar presenciando una charla magistral dada por un actor experto de la Comedie Francaise o de una institución semejante (el caballero tenía un aire grave, y esa paternal distinción de las personas de las que emana autoridad) pensaba yo qué hubiera sucedido si los componentes del antiguo Imperio hubiesen aguantado el pulso de los nacionalismos idiotas (no hay nacionalismos inteligentes, por otra parte) y si quienes tenían en las manos las riendas del Imperio hubieran sido lo suficientemente valientes y lo suficientemente inteligentes para haber hecho los cambios necesarios para que el Imperio se hubiera convertido en el embrión de los Estados Unidos de Europa. Un territorio en el que las peculiaridades de los pueblos se respetaran, sin que ningún pueblo se crea mejor que otro, ni ninguna lengua más interesante que la otra. Era un placer escucharnos a todos preguntarnos ¿Cómo se dice esto en tu idioma? Y vosotros ¿Cómo hacéis este plato? Y darse cuenta de que Europa, desde las Columnas de Hércules hasta los Urales es en realidad un continuum en el que es difícil decir aquí empieza esto y aquí termina lo otro.

Mientras mojaba un pan estupendo en uno de los aceites de oliva (esloveno, por cierto) más fino que yo haya probado nunca, me he sentido enormemente feliz de ser europeo.

No es por nada pero !Está siendo un éxito! El nuevo video de 360 around Vienna está siendo “muy bien visitado” como dicen por aquí. Con un click, te podrás suscribir al canal, en donde, a partir de ahora, podrás tener vídeos de calidad en Realidad Virtual y con otro click, podrás decir que te gusta en su página de Facebook. Y con el último, si quieres, también vel-lo, oil-lo y escuchal-lo.


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Comentarios

3 respuestas a «Los Estados Unidos de Austria-Hungría»

  1. Avatar de Paco
    Paco

    La pena es que siempre hay quien se fija más en las pequeñas diferencias que en las grandes semejanzas; en lo poco que se puede ganar que en lo mucho que se puede perder, alimentando los nacionalismos.
    Si cada uno tiramos para nuestro lado, vamos a durar dos telediarios.

  2. Avatar de Bernhard
    Bernhard

    Hola Paco, gracias por este comentario. Felizmente (y al contrario de lo que algunos nos quieren hacer creer) los europeos nos vamos acercando cada vez más los unos a los otros. No todo fue color de miel hace cien años en esta parte del mundo, pero como austriaco me halaga que un “adoptivo” considere esa parte de nuestra historia como un embrión de unos futuros Estados Unidos de Europa.
    Enhorabuena por el blog que miro muuuy de vez en cuando. Divertido y profundo! abrazo

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Muchas gracias Bernhard! Un abrazo! 🙂

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