Sueños de suegra (de suegra pacífica)

Son programas entretenidos, amables, con los que se aprende alemán y, con algo de suerte, se hace uno con una culturilla ¿Qué más se puede pedir?

23 de Marzo.- Una de las cosas que más me sorprende de mis compatriotas que viven en Austria -más, si hablan alemán- es la insistencia de algunos en seguir viendo, por todos los medios a su alcance la (en mi humilde opinión, porquería de) tele española.

El paisaje audiovisual español, más si nos movemos en el terreno de lo gratuito, es grimoso, y humilla cualquier inteligencia que sea superior a la de una ameba. A fin de intentar conservar las llamadas audiencias „generalistas“ las teles españolas (particularmente Tele cinco) han rebajado la calidad hasta un punto en que, si uno enciende la tele, solo puede estragarse el paladar con griteríos, músculos, tetas y miserias.

En Centroeuropa, naturalmente, también hay ofertas televisivas completamente asquerosas, qué duda cabe, tampoco es cosa de ponerse estupendos, pero uno tiene la sensación de que, por lo menos desde Austria, en donde se tiene acceso a teles alemanas, la oferta no solo es mayor, sino que la mierda (sin perdón) se concentra en determinados canales y deja relativamente libre de gente sin oficio ni beneficio todo el resto del paisaje. Por ejemplo en la máquina de picar carne y producir pornografía social que son los canales de la RTL, grupo audiovisual cuyas emisoras el espectador culto tiene el deber de evitar cuidadosamente.

Como en otras muchas cosas, el paisaje audovisual centroeuropeo ofrece amenidades que uno buscará en vano en el sur.

A veces, son formatos más simples que el mecanismo de un cubo, pero por lo mismo, encantadores, inofensivos y, si uno se pone, hasta coge su culturilla.

En la ZDF „echan“ desde el año 2013 un programa que puede verse durante horas sin aburrimiento. Se trata de „Bares für Rares“ (Rares es una palabra difícil de traducir al español y designa las cosas escasas), sería el programa algo así como „Dinero por tesorillos“. La mecánica del programa es muy simple, ya digo. Uno va al plató de la ZDF (digo yo que harán casting o algo) y trae una de esas cosas que todos tenemos en casa y que no sabemos qué son ni cuánto valen. Por ejemplo, ayer trajo una señora muy mayor un juego completo de utiles de veterinario que habían pertenecido a un tío de su marido, que lo había sido (veterinario) en la primera guerra mundial. Milagrosamente (considerando sobre todo la Historia reciente de Alemania) el instrumental había llegado al siglo XXI intacto. El dueño somete su(s) chisme(s) al peritaje de expertos en el tema, que siempre es respetuoso, amable y, como corresponde a un programa de estas latitudes, muy profesional. Lo más que suele alcanzarse en estos peritajes son los dosmil euros. Si el invitado quiere deshacerse del objeto pasa a la siguiente fase. Cuatro anticuarios le van ofreciendo dinero (una especie como de subasta) lo cual pone su emoción, poquita, la justa, a todo este entretenimiento blanco. Hay propietarios que aceptan el dinero que les ofrecen y otros que deciden que no, que se llevan su cachivache a casa.

El presentador del asunto es un caballero de mediana edad que se llama Horst Lichter. Para que mis lectores se hagan una composición de lugar: el Arguiñano de Alemania. O sea, un cocinero televisivo. Se dice que Lichter ha sido varias veces portada en la prestigiosa revista „Sueños de suegra“ y como tal se comporta. Es el sueño de las abuelas y el camarada amable de los señores que se acercan a vender sus trastes.

El conjunto se adoba con una voz en off que es muy amable (a veces, un poco demasiado, la verdad, pero algún defectillo tenía que tener la cosa) y lo más sabroso, ya digo, son las historias que los objetos suscitan.

En Austria, en el tercer canal de la ORF -Kultur und Information- tenemos también la versión noble -y patrocinada- del humilde formato de la ORF. Se llama „Was schätzen Sei?“ (más o menos „Cuánto dinero calcula usted que vale?“ pero también „Qué atesora usted?“) Lo presenta Karl Hohenlohe, al cual quizá recuerden alguno de mis lectores más memoriosos porque es uno de los comentaristas fijos del Opernball. Aquí, la mecánica es algo distinta, porque el patrocinador es el Dorotheum de Viena, famosa casa de subastas (el antiguo Monte de Piedad, por cierto). También es muy agradable escuchar a Hohenlohe. Lástima que que solo sea una vez a la semana.

Aquí dejo una muestra


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