El presidente austriaco en el palco de la ópera

¿Se puede juzgar al Presidente de la República austriaca?

El presidente austriaco en el palco de la óperaHay un jubilado español en paradero desconocido por las razones que todos sabemos ¿Qué pasaría si el Bundespresi « se olvidara » de declarar 100 millones de Laureles ? Un vistazo a la ley austriaca.

12 de Agosto.- El domingo pasado, uno de los periódicos de más tirada de EPR llevaba a sus páginas la foto del jubilado que más memes produce en Europa en estos momentos.

En un artículo extenso se hacía un resumen de sus gracias y desgracias (más de las últimas, para ser exactos).

Que si el motor del cambio político, que si el competidor más exitoso de Julio Iglesias y Plácido Sonntag, que si el cazador de elefantes con peor suerte, que si pobre de su hijo, que tiene que ponerle al mal tiempo buena cara ; que si el hombre este, tan mayor, que cómo se le ocurre irse de su país, capaz de pasarle algo y que le pille sin Sintrón; que si le gustan las rubias (incluso con patatas) y les hace regalos, pero que las rubias, a veces, no le prestan los servicios por los que han cobrado…En fin. Unas risas.

El anciano en cuestión, por otra parte, parece que más tarde o más temprano tendrá que enfrentarse con la justicia (pleitos tengas y los ganes, que cantaba Peret).

Si se enfrenta, es probable que sea un espectáculo tan inaudito como si no se enfrenta. En el primer caso, la gente de la calle empezará a acordarse de los fiambres (especialmente del chorizo, ese alimento tan socorrido que tan bien combina con las judías e incluso con la paella, según algunas fuentes) y en el segundo se acudirá al manido tópico de que todo el peso de la ley suele caer en aquellos que se dedican a sustraer indivíduos de la especie gallus gallus domesticus para alimentar a sus churumbeles (robagallinas) y que los peces gordos suelen irse de rositas.

Todo esto me ha llevado a preguntarme qué pasaría en Austria en una situación semejante.

Pongamos por caso que hubiera un Bundespresi ficticio, por supuesto, al que el Bundespueblo llamase «der Locker » por su proverbial llaneza y simpatía.

Supongamos que este caballero, mediante gestiones de alto nivel consiguiese que Construcciones Macizas GmbH (por poner un ejemplo) ganase el concurso de las obras de un teleférico en Sildavia, capital del estado del mismo nombre (marco incomparable de belleza sin igual).Supongamos que el presidente de Sildavia, un autócrata de estos que se pasean por la vida en chándal, decidiera agradecer la mediación del Bundespresi dándole cien millones de Táleros (para información del lector : el Tálero equivale más o menos a un euro, al cambio). Supongamos que el Bundespresi tuviera un día tonto de esos que tenemos todos, y se olvidase de comunicar a la Finanzpolizei este incremento de su patrimonio. Supongamos que se filtrasen documentos que probasen que este Bundespresi ficticio había tenido este olvido.

¿Tendría el Bundespresi que sentarse en el banquillo de los acusados como la pobre de Lola Flores (q.e.p.d.) ?

Parlamento austriaco

Pues en principio, el Bundespresi, en razón de su cargo, y mientras lo está ejerciendo, goza de inmunidad. Eso significa, como en el caso español, que solo se le podría juzgar poniendo en marcha un proceso legal muy complejo. Este es un candado que el legislador hizo deliberadamente gordo para que la « Bundespresidencia » no se convirtiera en la house de touch me rock.

Supongamos que un funcionario decide iniciar un proceso legal contra el Bundespresi. Debería hacer una petición al Parlamento para que se levantase la inmunidad del Jefe del Estado (Auslieferungsbegehren). Si el Parlamento se pronunciase a favor (por ejemplo porque hubiese evidencias apabullantes) el canciller convocaría una sesión conjunta del Parlamento y del Bundesrat (el cual hace las funciones del Senado español, más o menos y que es la representación de los Bundesländer en Viena). Este pleno del Parlamento y del Bundesrat (Asamblea Nacional o Bundesversammlung) decidiría sobre la entrega del Bundespresi a la Justicia.

Supongamos ahora que un ciudadano, olvidándose de la simpatía proverbial de este Bundespresi, se enfadase tanto por lo sucedido como para decirle al Bundespresi que cuando le viera por la Mariahilferstrasse le iba a poner la cara como el mapa físico de la Federación Rusa (las narices, los Urales). A dicho ciudadano se le podría caer el pelo, ya que este delito está tipificado en el código penal austriaco (artículo 249) que regula el castigo por « la violencia o amenazas al Bundespresi(dente) ».

Imaginemos que no llegase la sangre al Danubio y que hubiera un ciudadano que, en público, insultase al Bundespresi (no tendría que ser un insulto grave, bastaría con que dijera, por ejemplo, que tener un Bundespresi como ese Bundespresi era una vergüenza para el Bundespueblo). En este caso, el Bundespresi, por razón de su cargo y de la importancia de este, no tendría que acudir a defenderse a los tribunales, sino que la Fiscalía del Estado austriaco actuaría de oficio en representación del ofendido.

Por cierto, el título « Bundespräsident » no puede ser usado por ley más que por la persona que lo ostente en cada momento, porque su uso le corresponde en exclusiva a él.


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