En Austria, los niños se dedican a estudiar y a aprender.
Para mí está claro que algo está fallando en España.
Resultan interesantísimas las reflexiones vertidas en el blog Comunicación Audiovisual a propósito de la telebasura, también conocida como telemierda. Se dice por ejemplo que programas como los que CONSTANTEMENTE atorran en las televisiones españolas, están presentes en otras partes del planeta. No puedo hablar por otros países europeos, pero puedo hablar con mucha solvencia de las teles que se ven en Austria y cualquier programa de entretenimiento de aquí, emitido en Prime Time, sería facturado ipsofactamente en España a la dos. Incluso los programas de espectáculo más casposos, como Musikanten Stadl, a pesar de la simplicidad de sus planteamientos (más ceranos al Quedate con la Copla de Caparrós que a otra cosa), y de ser para viejos del INSERSO, están realizados con un mínimo de contenido o de sentido común. Aunque ese mínimo consista en promocionar el lago de turno, o las mozalbetas jacarandosas de la zona.
Dicho lo cual: la tele es el cerebro de la sociedad. El modo en el que la sociedad transmite valores.
Por no hablar de los informativos.
Aquí, está por verse el día en que un Zeit Im Bild se abra con un “macabro hallazgo” o con un “aparatoso accidente” . Noticias que no forman, que no informan, que no son necesarias más allá que como morbo del peor, como ruido de fondo, como ácido sulfúrico intelectual lanzado a los frágiles cerebros de la gente.
“Hay telebasura porque la gente la ve”, se dice. Pero hay cosas dignísimas que la gente sigue viendo ¿O es que Ana Duato e Imanol Arias, con todas las carencias de Cuéntame, hacen la caidita del imperio romano en cada episodio? ¿Por qué no se puede hacer una televisión inteligente o, como poco, respetuosa?
Yo, que he conocido la tele por de dentro, puedo decir que se penalizan insistentemente los contenidos que tengan un mínimo de complejidad. Se fabrican y programan espacios para personas con un nivel intelectual bajísimo. Para meapilas. Para débiles mentales.
Y si la tele no modela a los espectadores, ¿Cómo va a ser al revés?
No es cosa de que todos nos pongamos a leer La Crítica de la Razón Pura despues de ver a Anne Igartiburu. Pero sí que el caudal de curiosidad del público sea dirigido hacia cosas de provecho. La calidad no es aburrida, más bien al contrario. Pero la calidad exige a) que los que hacen televisión la asuman como un compromiso y b) que exista un público formado para saber apreciarla.
Lo contrario significa seguir descendiendo en la escala del informe PISA, que los españoles de la generación de mi sobrina sean más lerdos y más bestiales que los de la generación anterior.
Seguir nadando en la mierda, vaya…Digo, en la media.
Deja una respuesta