Ay, qué desarraigao estoy
Porque yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa
29 de Diciembre.- Una de las primeras manifestaciones del desarraigo es que te quedas sordo. O sea, que los sonidos que te acompañaron ya no te acompañan, y que los nuevos que han venido a sustituirlos te son absolutamente desconocidos. En otras palabras: no tengo ni puta idea de quiénes son esos individuos de voces melosas (¿Por qué todos los grupos suenan tan empalagosos como La Oreja que les parió?) que salen en los anuncios de la tele ofreciéndome la posibilidad de comprar sus últimos conciertos en ediciones de lujo (¡).
Dispuesto a documentarme, me he ido a la página web de los cuarenta principales, que siempre es cosa que reconforta y alimenta. Y me he encontrado con un fenómeno que me ha aliviado mucho: los Tokio Hotel están en quinto lugar. Oye, por lo menos les conocía.
También ha sido un alivio comprobar que Juanes y Maná ocupaban primero y segundo puesto, respectivamente.
El resto…Puff.
Recuerdo que, cuando era pequeño, había una serie que me encantaba y que mi hermano, conociendo mi espíritu necrofílico, me ha regalado últimamente. Se llamaba Fama. Pues bien, había un simpático profesor de esa serie (viéndola me he dado cuenta hasta qué punto UPA fue un plagio de los de libro) que se llamaba Sorovski. Era el profesor de música. Cuando Dani Amatulo (qué jugosas rimas hicimos en el cole con ese apellido) venía a tocarle alguna cosilla con su sintetizador antediluviano, Sorovski ponía cara de “Qué he hecho yo etc” y, si alguien se metía con ello, acudía a su socorrida frase. Poco más o menos:
-La primera vez que escuché a los Beatles me parecieron el colmo de lo jevi, y ahora, hasta me gustan.
Los protagonistas de la serie Fama. Dani Amatulo es el primero por la izquierda de la fila superior y el profesor Sorovski el gentil barbas que está mirando el escote de Debbie Allen (¿Te pensabas que no te habíamos visto, eh, jodío?)
Pues sí: qué perezón el panorama musical español. Esas cosas como “La quinta estación”, “El sueño de Morfeo”, Chenoa…!Chenoa! con ese peinado nuevo que intenta disimular una calvicie ya de por sí indisimulable.Y luego, la tele. Ayer, mientras cenaba con mis padres, pusimos en la tele un concurso Made in La Trinca (ahora la Binca porque uno murió) que se llama “Al pie de la letra”. Consiste en que los concursantes deben acertar la continuación de coplas conocidas (de “Camarera de mi amor” a las rumbas perfumadas de costo de Melendi). Acostumbrado a las frialdades centroeuropeas, al humor amable de mi Armin Assinger (Millionen Show) me costó comprar a aquel presentador anfetamínico embutido en un modelo negro de gigoló nocturno (vamos, el tiro de los pantalones estaba pensado para provocarle problemas de fertilidad a aquel hombre).
El presentador de “Al pie de la letra” (foto: Antena 3)
Armin Assinger, espejo de presentadores (foto ORF)
Pero es que después, y ya en Antena 3, apareció el simpar Ximo Rovira recordando sus tiempos de Tómbola y haciendo de presentador sustituto de Jaime Cantizano (que ya es caer bajo).
Cómo será la cosa que hasta Carmen Sevilla me ha empezado a caer mal…
Entre este servidor y la cultura popular española se ha abierto un abismo y, asustado, he comprobado que empiezo a entender a cierta persona que, cuando ve cómo van vestidas las mujeres del tiempo de Canal Sur (talmente como de gogós del Bar Coyote) mueve la cabeza y dice:
-Si es que van como schlampen (no lo traduzco esto por no herir sensibilidades).
Yo antes defendía a los estilistas del Canal Sur, pero ahora…Ays, por Dios, qué perezón.
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