Alguno de mis lectores seguro que se acuerda de que, allá por 2006, llegaron hasta Austria los restos de Kyril, aquel huracán que golpeó Francia y Gran Bretaña con desastrosas consecuencias.
Pues Paula ha sido incomparablemente peor. Por lo menos para Austria.
Ayer, en el ZIB (Zeit im Bild) mostraron las imágenes del paisaje que la tormenta había dejado tras su paso, y daban miedo.
Hectáreas, hectáreas, y más hectáreas de árboles derribados. Hasta tres millones de troncos se han ido al suelo.
Recordaba un poco a las imágenes del bosque de Tunguska, en Rusia. Como si los árboles hubieran sido tumbados por la onda expansiva de una bomba o por el impacto de un meteorito.
Y me acordé de Elsa.
-¿Y quién es Elsa?
Pues aquí va su historia:
El otro día leí en la edición digital de Le Monde que, a instancias del WWF o Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza, la policía austriaca había iniciado una investigación.
Parece ser que, desde el fin de los años noventa, veinticinco osos han desaparecido de Steiermark y de Niederösterreich sin dejar rastro, lo cual representa cuatro quintas partes de la población total. Así que las existencias actuales, cuando apareció el artículo, se calculaban en media docena de ejemplares aproximadamente. Uno de los cuales, la única chica, se llama Elsa.
Las pesquisas empezaron en el año 2006 y, ya entonces, los investigadores manejaban tres teorías: a) que los osos hubieran emigrado por alguna razón b) la muerte natural y c) la mano malhechora del hombre.
La muerte natural parece descartada, porque los osos desaparecen sin dejar rastro;y la emigración resulta poco probable. Así que queda, como siempre, la mano puñetera del ser humano.
Le Monde informaba de que, hasta la fecha, los investigadores se encontraban a dos velas.
Sólo se han hallado dos cadáveres: el ADN dictaminó que uno de ellos correspondía a una osa rumana y el otro era, efectivamente, de un oso austriaco. Parece ser que el animalito había sido liquidado por un agricultor cabreado, en venganza por la invasión de su plantación de colza (planta que sustituye en Austria al olivo como fuente de aceite).
Sin embargo, para cuando los policías habían conseguido reunir pruebas contra el malandrín, éste había tenido el mal gusto de pasar a mejor vida, así que la ley se fue, en este caso, con las manos vacías.
Los portavoces del WWF explicaban que, si Elsa no quedaba embarazada pronto, los osos se extinguirían en el lado austriaco de los Alpes. Pero es que, además, hacían votos para que Elsa se diera una alegría con algún intrépido osete de Italia o Eslovenia, al objeto de darle un poco de vidilla a su patrimonio genético. No fuera a ser que, de tanto aparearse entre primos, salieran las crías con la misma cara que la duquesa de Alba (la pobre).
Y la pregunta es: ¿Dónde estarán Elsa y sus novios después del huracán que ha golpeado su hábitat?
Mejor ni pensarlo.
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