Como el artículo va de lo que va, aquí dejo una publicidad de Hermann Meier (Herminnator) en la que incluso habla castellano (!) ¿Quién habrá sido el traidor que se ha prestado a hacer de Sancho Panza?
¿Candidato A o Candidato B?
(El debate desde Austria)
Canta. Es el tiempo. Haremos danzar /al fino verso de rítmicos pies.
26 de Febrero.- Haciendo de tripas Herz me decido a ver El Debate. Me juran los presentadores de Telemadrid Internacional que será una Ocasión como los Siglos no vieron otra. Así pues, recojo la cocina, me pongo el pijama, me lavo los dientes como Casimiro (con mucha pastita y agua corriente) y me tumbo delante del televisor a ver lo que tienen que ofrecerme los dos candidatos, a ninguno de los cuales, lo adelanto ya, voy a votar por carecer de los medios burocráticos para ello.
Entra la señal única. Campo Vidal (qué mayor está este hombre) nos hace un guiño a los españoles residentes en el extranjero y nombra (tachán) a los que estamos “en Austria” (viva tu madre, Manuel Campo). Luego, con la fluidez y la dicción de quien ha conocido otros tiempos en televisión (unos tiempos sin “ejque” ,quiero decir) nos explica la mecánica del debate y le pide a los candidatos que “no hagan alusiones personales”. O sea, que no se llamen tonto, inútil, o gilipichis.
Suena el gong y empieza la cosa. Abre el candidato A.
Sus asesores le han dicho que tiene que mirar a cámara, y él lo hace muy disciplinadamente. Se ve a la legua que está como un flan. Se siente vendido y se le nota. A un lado de la cámara, o debajo, posiblemente, debe de haber un cronómetro, porque habla (se sabe de memoria lo que está diciendo) y mira constantemente a la periferia del trasto para averiguar el tiempo que le queda para soltar su discurso. Efecto: las pupilas le tiemblan. Da la impresión de que está muerto de miedo, el pobre mío. Y desde aquí lo digo: Candidato A, guapete, esto es la tele. Te está viendo España en primer plano. La gente está acostumbrada a ver a Patricia (la del diario de Patricia) o a Jorge Javier Vazquez. A Matias Prats. Incluso a ese viejecito tan simpático de “Saber vivir”. Gente que lee un teleprompter y nadie se da cuenta.
Manuel Campo Vidal corta al Candidato A antes del fin de su fervorín. Se siente un reproche mudo desde las filas de sus correligionarios.
Entra el Candidato B. Muchisimo más suelto (nada relaja más que el olor del miedo ajeno). Probablemente está mejor asesorado, por gente que ha visto programas de television más modernos que “Galas del sábado” con Laurita Valenzuela y Joaquín Prats.
Sabe ( El candidato A parece no saberlo) que da igual que tengas gráficos si, cuando los enseñas, nadie los ve. Por eso tiene mucho cuidado de apuntar el folio a la cámara. Para que la cámara (nosotros) lo veamos. Sabe que hay que ser muy buen actor para aprenderse un texto de memoria y que no parezca que eres la boca muda que pronuncia las palabras de la ley. Alguien listo también ha rebajado su forma de hablar. El candidato B no es hoy(sorprendentemente) el metrónomo que hace que escucharle pueda llegar a ser tan doloroso (Tatá Tatá Tatá más un sustantivo terminado en “daz”, suele ser la fórmula de sus frases). Su discurso es menos robótico, más fluido (de lo habitual, quiero decir, porque la cabra siempre tira al monte).
Por lo demás: contenido: cero. En ese aspecto el dizque debate es indignante. Llega un momento en el que los dos se parecen a esa historia que cuenta mi padre. Dos tarascas de su pueblo se peleaban un día. La hija de una, le dice a su madre:
-Madre, madre, llámele usted puta antes de que ella se lo llame a usted.
A mí, como persona humana, me desconcierta que los turnos estén regulados al segundo. Entonces,¿Para qué quieren un moderador? ¿Porque un programa sin presentador es demasiado moderno? ¿Por qué no se hablan? ¿Por qué sueltan su rollo por turnos? ¿Por qué no se rebaten los argumentos? Un debate, en mis tiempos, era un diálogo de personas que discutían. Aquí, en contandos momentos, hay intercambios. Los dos están hablando para su parroquia (o su trinchera). O sea, es como hacer el amor con un cronómetro.
Descorazonado, decido irme a la cama. Me acuerdo de Kiko Veneno:
“Entre nosotros, un muro de metacrilato/no nos deja olernos, ni saborearnos”
(NOTA: Tras escribir este texto y al objeto de contrastar un poco mis opiniones, me he dado una vuelta por los periódicos nacionales onláin. Me han divertido sobremanera los ditirámbicos elogios a cada uno de los candidatos, dependiendo de quién paga la rotativa en cada caso; de estos elogios he sacado la conclusión de que a mí Telemadrid me engañó y me puso un programa con dos imitadores; leyendo los textos uno se imaginaba graciosas fintas dialécticas, inteligentes réplicas, en vez del páramo desolador y machacón que hubo ayer: dos monólogos. Dos Españas. Un mismo aburrimiento: un mismo peligro)
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