El GBK es un cine que, como reza en su vestíbulo, fue construido en 1960. En el diccionario, al lado de la palabra “gafapasta” sale este lugar maravilloso, que es como una burbuja temporal en donde Marisol y el chic de la guerra fría se abrazan calurosamente.
El público, como no podía ser de otra manera, tiene, en su mayoría, problemas de astigmatismo y miopía. Gafas de pasta por doquier, chicas vestidas de “soy asexual como las amebas”, chicos vestidos de evangelistas de Greenpeace, incluso, señoras orondas con el pelo teñido de un color imposible y esos chándales que se pusieron de moda a principios de los ochenta como propuesta de moda unisex.
Entrando en materia: la película.
Yo no había visto antes nada de los hermanos Cohen, así que “su personal estilo” me era algo desconocido. Tampoco tenía más referencia de la peli que el Oscar de Bardem.
¿Y cómo está él? Se pregunta en este momento mi sufrido lector.
Antes de decirlo, le haré sufrir un poco más, contándole la circunstancia personal de que Javier Bardem se parece a una persona a la que conocí un día y con quien comparte, sospecho, muchos rasgos de carácter.
Por eso, me resulta difícil a) desprender a Javier Bardem de una cierta simpatía que me provoca y b) desprenderle de la memoria de esta persona que conocí.
Dicho lo cual: Bardem se ha llevado el Oscar porque la peli funciona bien como obra orgánica y hace que su papel resalte. Pero ni está especialmente bien (de hecho, su expresividad consiste en ser inexpresivo) y el mérito que su interpretación tiene es que es correctísima, en el sentido de que encaja en la película como la pieza del puzle ideal para hacer resaltar las otras. O sea, que el chico se lo curra y, siguiendo las instrucciones de los directores (peinado incluido) hace de personaje de Los Simpson. Con un cierto humor macabro que hace que la película resulte mucho más agradable de ver de lo normal.
La película en sí: la primera mitad es perfecta. Ni le sobra ni le falta nada, se sigue con muchísimo interés y transmite esa enloquecida realidad que, en los momentos buenos, transmite Almodóvar. Pero (siempre lo hay) los hermanos Cohen abren una serie de historias que luego tienen que cerrar en la segunda parte (también muy buena, pero no tan brillante) con lo cual, el ritmo de la cosa queda un poquitín lastrado.
Los actores están todos estupendos y se nota que disfrutan haciendo unos papeles que no son usuales en el cine americano de hoy. Tommy Lee Jones transmite gran humanidad y Josh Brolin también resulta muy creible (si uno piensa que su padre era el director del Hotel Saint Gregory en la serie aquella con Connie Selleca el milagro se vuelve parecido al que une a Eloy Azorín con Eloy Arenas). El personaje femenino que cierra la trama de alguna forma también es muy interesante.
En fin: una película muy buena. Unos euros que uno se ha alegrado de gastar.
Por cierto: y aunque sé que no está de actualidad ni nada. El viernes por la tarde me compré “Supermán” (la primera, la de Christopher Reeve) y, dejando aparte la voz de borracha de Margot Kidder (alcoholismo que parece confirmarse en las entrevistas que salen en los extras) volví a mi infancia con placer.
También disfruté de “Los Increibles” y me reí como un niño más.
Como lo que nunca deberíamos dejar de ser.
Y vosotros, ¿Habéis visto la película? Si es así ¿Qué os pareció? ¿Coincidimos?
NOTA: Queridos lectores: VD descansará durante cuatro días. No habrá post de lunes a jueves de esta semana, porque tengo que salir de Viena y no sé si dispondré de conexión a Internet (en todo caso, no dispondré de tiempo). A la vuelta, contaré mi viaje y enseñaré algunas fotos. A pasarlo bien durante esta semana.
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