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El último hombre sobre la tierra

30 de Abril.- Querida sobrina: una de las cosas que más echo de menos de ser niño es la capacidad de imaginar impunemente. Cuando llegues a ser una adulta, comprobarás que la fantasía tiene muy mala reputación en el serio mundo de los mayores. Sin embargo, es una de las potencias del alma que más ayudan a vivir.
Cuando era un niño, Ainara, imaginé todo lo que pude y un poco más. Y aún de mayor sospecho que la literatura es una excusa para poder seguir haciéndolo sin que la gente me mire con cara extraña. Inventar cuentos se ha convertido para mí en algo necesario, sin lo cual la vida tendría menos gracia.
Venga, va: te voy a contar una cosa que no le he contado a nadie todavía.
Cuando empecé a ir al colegio, yo que, aunque no lo parezca, soy una persona muy lógica, necesité una motivación para aprender todas aquellas cosas que, seamos realistas, no me interesaban lo más mínimo. Siempre he sido una persona tirando a distraida y, la verdad, las matemáticas eran para mí el trago más amargo después de las clases de gimnasia (que ninguno de mis profesores supo hacerme agradables, por cierto).
Para lo siguiente, también tienes que tener en cuenta el ambiente apocalíptico que existía en mi infancia, y que se repite hoy.
Bueno, sigo: un día, a los seis años, yendo por la calle de la mano de tu abuela, imaginé que existía la posibilidad de que la Guerra Mundial llegase a mi ciudad en algún momento. Y que, debido a un cataclismo de los que anunciaban todos los días los periódicos y la televisión, hubiese un colapso generalizado de la civilización. Mientras sentía un escalofrío de terror (agridulce) corriéndome por la espalda, mi mente de niño empezó a enumerar: no habría edificios, no había coches, no habría fábricas, la luz eléctrica dejaría de ser un bien en apariencia inagotable. Por supuesto, las personas morirían (aún se me hacía bastante lejana la posibilidad de la muerte de mis seres queridos, pero claro: pensaba, en todo caso, que morirían las personas que sabían manejar los aparatos que nos hacen la vida más fácil). Aquello significaba que morirían los panaderos, los conductores de autobús, las cajeras de los supermercados, los farmacéuticos…(Bueno, no te aburro más).
Entonces, pensaba yo, cabe la posibilidad de que yo sea el único superviviente (¿Cómo? Ni idea). Yo, y un pequeño grupo de personas que, quizá, no habrían tomado la precaución que yo me dispuse a tomar a partir de aquel momento con una ingenuidad que sólo un niño puede sostener.
¿Y cual era esa precaución? Pues lo has adivinado: aprenderlo todo, saberlo todo. Interesarme por el funcionamiento de todas las cosas. Y deprisa. Porque, en cualquier momento, a alguien en el Kremlin o en la Casa Blanca podía darle por apretar el botón rojo y buenas noches, choza.
Y cuando, ante las divisiones por cuatro cifras me flaqueaba el ánimo, no tenía más que imaginarme mi barrio convertido en un montón de cascotes humeantes y a los cuatro harapientos supervivientes preguntándose en medio de la desolación:
-¿Y cómo reconstruiremos esto?
Tu padre y yo eramos tan estudiosos, que tu bisabuela venía de vez en cuando y, mirándonos hacer los deberes, siempre decía:
-Pues yo tenía un vecino que estudiaba como vosotros y al final le salió un tumor cerebral y se murió.
Ni que decir tiene que nosotros no la escuchábamos y que, gracias a ignorar sus bienintencionados cantos de sirena, conseguimos terminar la universidad sin mayores secuelas.
En fin, Ainara, la imaginación ayuda a sobrevivir , porque ayuda a buscar otros ángulos para abordar las cuestiones que te preocupan, o que te angustian o, simplemente, ayuda a encontar maneras de mejorar tus pasos por el mundo. Cuida la tuya, Ainara. No dejes que sea una planta que se muera con tu niñez. Un adulto privado de imaginación no es apenas nada: una concha vacía.
Besos de tu tío.

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Comentarios

2 respuestas a «»

  1. Avatar de Marona

    Uf, me ha encantado esta pequeña isla entre posts sobre monstruos. 🙂Creo que la imaginación y el sentido del humor es lo único que nos salva de la angustia existencial de sabernos mortales. Besos 🙂

  2. Avatar de Paco Bernal

    Hola!Muchísimas gracias por tu comentario. Tienes toda la razón: la imaginación y el sentido del humor son salvadores.En cuanto al famoso monstruo, la verdad es que a mí el temita ya me agobia. En VD se ha cerrado ya el ciclo.Besos mil,P.

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