Entre las sombras noctunnas
10 de Mayo.-Queridos vienadictos: aquí cuelgo unas afotillos que tomé el otro día mientras intentaba relajarme ante la perspectiva de tener que volver a montar el armario de Ikea que había desmontado anteriormente.
Había llovido ligeramente, y la humedad le prestaba a las calles vienesas, tan interiores, un cierto aspecto marítimo. Empezaremos nuestro recorrido en Karlsplatz, enseñando la iglesia que imparte su magisterio bajo la advocación de San Carlos Borromeo.
Una perspectiva desde la escalinata de la misma iglesia, en la que se ve una de las columnas.
Un poco más adelante en mi paseo, en la Argentinierstrasse (antes de que nadie se me ponga purista, no estoy seguro de que se escriba así), me topé con una inusual exposición que conmemoraba no sé qué cosa de la Unión Europea. Hay que aclarar que la Argentinierstrasse es la calle en donde están las embajadas (entre otras, la española) y que esos alrededores son muy proclives a este tipo de iniciativas a las que se destina ese dinero del contribuyente con el que no se sabe bien qué hacer. Esta vez, por lo menos el resultado era bonito.
En esta misma calle, hay un teatro que, cuando yo pasé, había permitido a su público descansar de la representación.
Esto, aunque no lo parezca, es una boca de metro. En la foto, puede comprobarse la afición de los vieneses a la bicicleta y la desgana de los cacos, dicho sea de paso, de mangarlas.
Por último, mi foto favorita de esta tanda: es un café en la Wiednerhauptstrasse, con su estatua y su fuente y su florido jardín. El café en cuestión, me aseguran que ha decaido un poco, pero que resurgirá a partir del verano. Ha habido un café en el mismo sitio desde el siglo XV (cuando Madrid no era más que un poblachón manchego, con perdón); y, desde entonces, ha permanecido en las manos de dos familias que se lo han ido pasando de generación en generación. Amor por el negocio, vaya.
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