Inmigrantes en un cayuco (foto: Diario Sur)
Oye,Europa, su aflicción

25 de Junio.- Querida Ainara: una de las preguntas más tontas que he podido hacerme en la vida, me la formulé , ahora lo veo, paseando por Judenplatz. Mirando las ventanas de esa hermosa plaza de Viena, me sorprendía yo de que el nazismo y sus crímenes hubieran sido posibles sin que nadie, ni una sola persona, hubiese movido un dedo.
A pesar de las aberraciones que la dictadura hitleriana acometía cada día, a pesar de la deportación masiva de seres humanos, a pesar de que la gente veía a la policía llegar de madrugada y arramblar con personas y bienes, a pesar de que se obligase a los judíos a fregar las calles o a llevar emblemas humillantes, ningún ciudadano respetable alzó su voz. Avanzado el proceso de degradación del sistema, no pudieron, claro, porque las libertades daban sus últimas boqueadas. Pero durante el proceso de instalación de aquel gobierno infernal, en las primeras fases , cuando parar la barbarie aún era posible, la gente de la calle no dijo ni mú. Los periódicos salían cada día, los enamorados paseaban por los parques, las madres preparaban la merienda de los niños, los barrenderos limpiaban las calles, la gente se tomaba su cerveza en los bares y allí no pasaba nada.
Tu tío se preguntaba por qué, y acusaba a los alemanes de entonces –y a los miles de austriacos que recibieron a Hitler tan contentos hace setenta años- de flojos o de cobardes. Pues bien: durante esta última semana me lo he explicado todo. Nadie dijo nada, Ainara, por la sencilla razón de que todo el mundo estaba, más o menos, de acuerdo. Se percibía a los judíos y a los marginados de todas las clases como seres ajenos al cuerpo sanísimo y puro de la sociedad. Gentes que perturbaban la vida de los ciudadanos normales.
La cosa estaba clara: si estos elementos perturbadores existían, algo había que hacer. Y, con eficacia germánica, se abordó la tarea: sería desagradable, pero, al fin y al cabo, no duraría siempre.
Salvando TODAS las distancias, un fenómeno parecido se está produciendo en tu país que es el mío.
Es triste pero no creo mentir si digo que España se ha convertido en un país racista de la peor especie: de la que lo niega. Estando yo aún en España, cuando se suponía que las vacas económicas tendrían una gordura de duración indefinida, eran varias las compañeras mías de trabajo que se escandalizaban del sistema de puntos que, en la práctica, daba prioridad a los inmigrantes ( por tener rentas más bajas) en la elección de colegios y comedores escolares–por supuesto, las chicas que les cuidaban los niños eran sudamericanas a las que les pagaban cuatro perras-. No es raro ver anuncios de alquileres y ventas en los que se pide a los inmigrantes que se abstengan de llamar. Incluso, ayer leí que la mayoría de los habitantes de la comunidad autónoma más desarrollada de España estarían de acuerdo en restringir a los inmigrantes el uso de determinados servicios sanitarios. Si el gobierno actual aprobase una norma semejante, puedes estar segura de que no habría manifestaciones en las calles. Quizá, durante los dos o tres primeros días, algunos columnistas chinchosos protestarían, pero, pasada una semana, entraría en vigor sin ningún problema.
Es de temer que, ahora que empieza el verano, se repitan las imagenes de todos los años. Seres humanos medio muertos, a bordo de precarias embarcaciones, llegados a las playas llenas de turistas cuya máxima aspiración es conseguir un bronceado uniforme. El domingo mismo, mientras la selección española hacía olvidar a nuestros compatriotas que no podrán llegar a fin de mes, un grupo numeroso de personas intentó escalar la valla que separa Ceuta del resto de Africa.
Ainara, la inmigración es un drama que exige, y ya, que se tomen medidas contundentes. Pero no del tipo estado policial en que la UE amenaza con convertirse. La mejor manera de acabar con la inmigración ilegal es proporcionar un futuro a las personas en sus países de origen. Hay que invertir en desarrollo, en educación. Hay que dejar de mantener las tiranías que sojuzgan a millones de personas y que no son más que intermediarios entre las poderosas economías del norte y las frágiles formas de subsistir del sur. Y no es caridad, Ainara. Será, si es, inteligencia. Nos estamos jugando nuestro futuro.
Si la Unión Europea quiere demostrar que no es una coartada para que las multinacionales puedan seguir adquiriendo mano de obra más barata cada día , es imprescindible regresar a la tradición humanista e ilustrada que es lo mejor de nuestro patrimonio común. Porque quizá, cuando el dinero sea incapaz de parar la invasión de personas sin recursos llamando a las puertas del supuesto paraíso, será tarde. Cuando el agua escasee, cuando las selvas estén esquilmadas, cuando haya –que ya los hay- millones de personas sin nada que perder, quizá sea tarde Ainara.
Todo indica, sin embargo, que ese momento llegará porque estamos gobernados por unos inútiles incapaces de ver más allá de sus narices.
Quizá, Ainara, los de tu generación consigáis hacerlo mejor. Los de la nuestra estamos destrozando el mundo con las dos manos.
Besos, hoy bastante descorazonados, de tu tío.

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4 respuestas a «»

  1. Avatar de Marona

    Cuando mis primos se quejan de todas las ventajas que tienen los inmigrantes en los colegios porque no tienen nómina y entonces representa que no tienen ingresos, yo siempre les pregunto ¿de quién es la culpa de que no tengan nómina? La gente desde luego que no piensa demasiado y la solución fácil es echarle la culpa de todo al desgraciao que es igual o más desgraciao que tú. Siempre digo que tienen mal identificado al malo de la película. Porque ¿quién no estaría de acuerdo en hacer “un poco de trampa” si pudiera para conseguir una guardería para el churumbel? En fin, lo de que España es un país racista es cierto, pero creo que es un mal que se extiende por el continente. Aunque en España somos lo suficientemente hipócritas como para disimularlo.Un abrazo.

  2. Avatar de Paco Bernal

    A mí me preocupa que lo del racismo o el miedo a lo extranyo es una cosa que se está extendiendo. Y más ahora, con la crisis económica. Pero a mí, lo de la encuesta me pareció muy fuerte. Aunque, si te digo la verdad, no sé que dirían muchos austriacos si les preguntasemos lo mismo. No creo que fuera muy diferente la respuesta.Besos

  3. Avatar de RBD

    Hey Paco:Buenísima la reflexión. Ainara (y quienes te leemos) somos afortunados de tener acceso a ideas tan bien verbalizadas, sea que las compartamos o no (en este caso, sin duda que sí). Yo soy mexicano y, como tal, de un país en el que la migración juega un papel muy importante. No sólo porque es un país tremendamente expulsor de migrantes hacia EE.UU., sino también porque somos país receptor y país de paso de migrantes. La migración es un tema, pues, que también me toca directamente y, definitivamente, es un tema en el que abundan los prejuicios (sobre todo por el temor a lo que no se conoce, creo yo).Es difícil saber qué pensaría la gente al respecto si se aplicaran el velo de la ignoracia de Rawls. Qué hubieran hecho los racistas si ellos fueran los que hubieran tenido que salir de su país por la persecución política o, una que no es menos linda, la persecución del hambre y de los sueños truncos de los países en desarrollo.Un abrazo,Rafa

  4. Avatar de Paco Bernal

    Hola Rafa!Muchas gracias por tu comentario. Yo creo que los racistas son seres, sobre todo, carentes de empatía. En el sentido de que ellos no se dan cuenta de que, en un futuro no muy lejano, ellos podrían estar en el lugar de la persona a la que rechazan. Por otra parte, es evidente que, en un mundo globalizado, las gentes de Africa, por ejemplo, tienen acceso a ver cómo se vive en el mundo rico, y todo el mundo, es indiscutible, quiere un futuro mejor para sus hijos. También hay una norma del ser humano que es que el problema que no se menciona, o que no se ve, no existe. Un alcalde español, ya difunto, presumía de haber limpiado su ciudad de mendigos, porque los cogió en furgones de la policía y los echó de la ciudad. Para él, terminar con la mendicidad era esconder el problema.Un abrazo,P.

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