La actriz mexicana Angélica Rivera, protagonista de “Destilando Amor” (fuente:www.lasnoticiasdemexico.com)
Destilerías ilegales

28 de Julio.- Austria está de vacaciones y, salvo la particularidad de que aquí se aprovecha el verano para lavarle la cara a la ciudad, la verdad es que no pasa gran cosa. Ayer, eso sí, el Real Madrid inició la pretemporada jugando con el líder de la liga austriaca, el Lask Linz (con el resultado previsible), y yo me he partido el pecho de risa al escuchar cómo lo contaba el locutor de Televisión Española en el telediario. Particularmente con su pronunciación alemana, que era de morir, porque no era ni siquiera correcta en español.
Como ahora no trabajo más que en las labores propias de mi hogar, tengo que confesar también que he visto uno o dos capítulos del culebrón mexicano con el que la cadena pública española bendice las tardes de los residentes españoles en el extranjero. Se trata de “Destilando Amor” y, a la solvencia normal de los productos Televisa, se le añaden algunas notas curiosas. Como por ejemplo que uno de los directores, ni siquiera el más importante, es el cineasta Arturo Ripstein, que fue famoso hace años entre la tribu gafapasta por su versión de “El coronel no tiene quien le escriba” y por “Profundo Carmesí”. Hoy, después de haber sido asistente de Luis Buñuel, este pobre hombre se gana los frijolitos dirigiendo a unos actores estupendos que se ven obligados a decir cosas como:
Mujer 1 a hombre moreno y bigotudo, mientras sostiene un niño pequeño entre los brazos: Nuestro bebito es rubio, como tú (!)
Yo, he escuchado esta frase y casi me ha dado un sopitipando, más que nada porque el actor tenía unos bigotazos oscuros de malo de cine mudo que daban susto.
“Destilando amor” como su ingenioso título indica, se desarrolla, como todos los culebrones, en un mundo sin historia ni pasado ni futuro ni época fija, pero en el que se produce muchísimo tequila.
Hay muchos licenciados de traje gris cruzado y corbata, y un galán que, siguiendo el canon de los tiempos, guarda bajo la camisa unos hombros elefantiásicos de levantador de pesas, a juego con unos pectorales cuasi esféricos. Dicho portento muscular dice de vez en cuando, mirando a cámara y como si le dolieran los ojos de pollo del pie derecho “Gaviota! Mi gaviotita…” (Hay que aclarar que, la tal Gaviota, es el objeto de sus amores imposibles)
¿Y cómo es la tal Gaviota? Pues una chica que, como decían en el siglo de Oro español, empieza a dejar de ser doncella para empezar a ser soltera. Gaviota es la típica mujer que pregona su bondad a los cuatro vientos y que gasta ondulación tipo sacacorchos y ese tinte de pelo cobrizo que la aproxima a las gringas del otro lado del Río Grande. Por lo demás, ya digo: buena, mustia, y un poco tontucia.
Otra cosa señalabe de “Destilando etcétera” es que, al ser un serial dirigido mayoritariamente al público femenino, las tramas inanes –de esas de un clímax cada tres minutos- están sembradas de galanes, de campo o urbanos, que se quitan la camiseta a la primera oportunidad para lucir unas cachas torneadas por horas y horas de mancuerna. En esto, como en el antiguo mundo de las vedettes, las cachas más cachas son las del galán protagónico, y van en nivel descendiente hasta las normales de chulopiscinas del Licenciadito de turno que pasaba por allí.
También, y al contrario de lo que sucede en los culebrones americanos, las malas son rubias (rubísimas, rubias furiosas), tienen furor uterino, protesis pectorales de silicona modelo Obregón, uñas pintadas de escarlata, y una inclinación natural a hacer el mal. Las buenas tienen el pelo más oscuro –ya que no moreno, al menos cobrizo-, pecho más plano, y son todo abnegación. Además, las buenas tienen una curiosa habilidad para provocar malentendidos de consecuencias catastróficas que las separan de su galán de pecho taurino y corazón en carne viva.
Los hombres, directamente, son bobos o comparsas.
Hay, además, una anciana pía (de facciones indígenas, curiosamente) y la hermana buena del protagonista que sirve de trotaconventos (trotaoficinas con muebles de XXXLutz, en este caso) y un par de lagartas que ayudan a la mala oficial.
Con este panorama (talmente, un cuadro de comedor) la diversión está asegurada para la hora de la siesta. Por lo menos, mi diversión ¡Qué sería de nuestra vida sin los elencos protagónicos y las actuaciones estelares de los culebrones mexicanos!

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5 respuestas a «»

  1. Avatar de RBD

    Paco:Què divertida tu narraciòn!!! Me reí muchísimo. Y sí, las telenovelas mexicanas, en especial las de Televisa, son de lo más kitsch que hay, por decirlo bonito…Hay un columnista político en un diario nacional que siempre mencionaba esa telenovela, refiriendo al protagonista como el “macrocéfalo”, jaja.Te mando un abrazo afectuoso, todavìa desde mi tierra.Rafael

  2. Avatar de Dalia

    Siempre he bromeado medio en broma-medio en serio cada vez que me engancho aun culebrón que un día haría una tesis sobre los culebrones. Me fascina eso de que, salvo en contadas excepciones(ultimamente esto empieza a cambiar) , tras el desencuentro entre los protas en el que muchas veces la prota ya espera un churumbel que el prota achaca a algún desliz de la lagarta, ella se queda casta y pura evitando los embites de los variados pretendientes que le puedan salir (uno de ellos, invariablemente una bellísima persona que al final se queda a dos velas) mientras que el prota se puede ir refocilando con quien le plazca, eso sí, sin llegar a amarlas porque en el fondo y a pesar de su odio injustificado por la prota sigue loco por ella. Con lo fácil que sería aclarar las cosas con una conversación, claro, que toda la esencia se perdería y un montón de capítulos de ricas confuiones también.Un abrazo

  3. Avatar de Anonymous
    Anonymous

    nuriaSiii, mi madre estaba enganchada a la Gaviota, vamos que intentabas hablar con ella por teléfono y te despachaba para poder verla desde el principio. No fuera a ser que la Gaviota y su armario ropero tuvieran un momento de conflicto que fuera clave, y ella hablando por teléfono…Cuando nos acercabamos a verla, tocaba tragarte la telenovela, si o si. Y cuando terminó juró que nunca más se engancharía a otra. Pero a vuelto a caer…..un besote

  4. Avatar de Arantza

    Cher Paco:Yo soy más de engancharme a series policiacas o -rareza adquirida desde que vivo en Canadá- a reality shows extraños. Me explico: por aquí hay un canal en el que ves cómo pobres individuos se compran una casa ruinosa e intentan reformarla para volverla habitable (creo que me identifico), todo ello “canadian style”. Se habla de placas de Pladur, de fibra de vidrio para aislar paredes y de cuál es la mejor manera de pegar azulejos. Apasionante, ¿eh? (Creo que llevo demasiado tiempo viviendo aquí). Pero eso es carne de post.Lo que sí que te quería comentar es una telenovela de la que me habló una señora con la que trabajé ayer, cuyo título me dejó la mandíbula colgando: “Sin tetas no hay paraíso”. Y cuando la he buscado en Internet, para darme otro hartón de reir, he visto que… Telecinco ha hecho una versión ibérica. País.

  5. Avatar de Paco Bernal

    Hola! Gracias por vuestros comentarios.a Rafa:las telenovelas de Televisa son muy buenas, particularmente las de tema histórico. Yo recuerdo aún Corazón Salvaje, que tenía mucho más presupuesto que muchas de las series españolas. Son rehenes, eso sí, de las convenciones del género y esas vienen de la querida Delia Fiallo (que creo que no era mejicana) y de los estupendos dramones mexicanos de los cuarenta, que estaban llenos de hijos desaparecidos y reencontrados, y de amores imposibles. Y, si te remontas aún más, los culebrones son hijos de la tragedia griega -cuyos argumentos también se las traen- y de las convenciones trovadorescas del amor cortés que, en suma, no son más que “Destilando amor”, o sea: posponer trescientos episodios la boda de los protagonistas.Y el macrocéfalo jajajaja, la verdad es que ahora que lo dices, para hacerle un sombrero de paja, los burros tendrían que estar comiendo chocolate un año.Un abrazo fuerte, Rafa, y recuerdos a Huásabas, que, leyéndote, parece que uno ha estado allí.a Dalia: tú que estás en Mañoland, o sea,en Celtiberia, puedes conseguir con relativamente facilidad un libro que sé que te va a gustar: lo escribió hace años una señora (doña Adelaida, ¿Te acuerdas?) y desmenuzaba con mucho desparpajo todas las convenciones estas del culebrón -variante venezolana, en su caso- de la que me hablabas. Una de las cosas que decía era que los culebrones son inmunes al análisis lógico: porque, al final, uno se da cuenta de que el Gran Malentendido que da origen a la trama, se podría haber resuelto con un par de llamadas de teléfono.Saludines.a Nuria: conozco la sensación: en mi familia nos enganchamos, a lo tonto, a “Rubí” y la verdad, nos reíamos tanto, que no pudimos parar de verlo hasta que se terminó. No he podido volver a engancharme a nada (a Dallas, quizá)pero es que los culebrones son como las pipas. Empiezas, y no puedes parar en trescientos episodios.Besotesa Arantza: sí, ma chére: “sin tetas…” existe y el actor que hace de chulángano, apodado “El duque” se ha convertido en una celebridad patria y todas las muchachas en edad de merecer andan locas por sus hechuras.Hubo polémica incluso porque asociaciones feministas intentaron que Tele 5 retirase la serie (y no consiguieron más que darle publicidad).Ahora, según mis noticias, se ha estrenado una que fusila parcialmente su trama que se llama 700 Euros y que va sobre la prostitución de lujo.Ya se sabe, en tiempos de crisis, el oficio más antiguo del mundo (con permiso de los peleteros).Best regards to Montreal.P.

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