–Pídete por la cola, que los de la cola sobrevivieron.
Después de mandarle saludos cariñosísimos a la señora madre del agorero, ha resultado que, para el vuelo de hoy, no había más sitios libres que en las alas. O sea, justo encimica de los depósitos de fuel (ole, qué alegría más grande).
“Por lo menos, en caso de siniestro, el asunto quedará rápidamente liquidado, y mis familiares se habrán ahorrado unos gastillos”, he pensado yo, para darme ánimos.
“Aunque claro, me he respondido con toda la celeridad, se podrán tomar unos chupitos a mi salud pero, ¿Y la urna coquetona? No me podrán poner en un jarrito encima de la tele, sobre un pañito de ganchillo, para tenerme perpetuamente presente mientras ven Bulevar 21 –hace furor entre las amas de casa hispanas- porque no iban a quedar de mí ni los implantes de titanio que me sujetan el colmillo que tengo de palo”
Cuando la azafata ha dicho lo de “localicen las salidas de emergencia, la más cercana puede estar detrás de usted”, ha habido un par de cabezas que se han vuelto y han mirado como con ansiedad.
Para terminar de enredar la cosa, la sequía de noticias del verano os ha provisto de todo los espeluznantes detalles del accidente aéreo de Barajas, los cuales ahora, mientras iniciamos el despegue, acuden en fila a nuestra memoria.
Creo que voy a comer algo, porque a mí, esto del miedo me da un hambre canina.
Postdata: por cierto, hoy nuestro amigo Haider y nuestro amigo Strache se enfrentan en un duelo a colmillo retorcido moderado por mi Ingrid Turnher. Y yo me lo voy a perder (cachis en los mengues).
Responder a Te de llimona Cancelar la respuesta