-Si alguna vez pensaste que antes muerto que combinar una prenda azul con una prenda marrón, si eres de esos tan atrasados como Mario Conde, que piensa que esos colores son tan inmiscibles como el naranja y el azul, olvidate y pega la vuelta. Porque esta combinación de colores es lo más chic entre lo chic en Austria. Inclusive, los austríacos autóctonos la conciben como el rien ne va plus del estilo aristocrático.
-Hablando de aristocracia. Si no quieres pasar por miembro del Tercer Estado (también conocido como plebe o, citando a mi cuñada, como calaña) deberás desterrar el chandal de tu guardarropa y mandarlo al ostracismo en el que descansan en paz los chinitos de la suerte y los calcetines blancos de tenis. Se hace deporte con la salada indumentaria de fibras tecnológicas comercializada al efecto y en los espacios acondicionados para ello. El chandal, y más en días de diario o asueto dominical, sólo es apropiado si quieres pasar por un golfo apandador proveniente de alguno de los países de la desmembrada Yugoslavia.
Especialmente contraindicados están aquellos de colores lisos con el logotipo de Nike estampado a medio muslo (y el que avisa no traiciona).
-Item más: en algún momento de tu vida te harán otra pregunta que a un Español de clase media se le antoja propia de una serie de la BBC que transcurra en una mansión campestre llena de mayordomos satisfechos. Dicha pregunta será:¿Tienes esmóking? No temas: una contestación afirmativa no te pondrá a la altura de Jaime de Marichalar, pero el esmóking es prenda obligada para los bailes invernales. Nadie puede decir que ha vivido en este país sin haberse echado unos valses y unos foxtrots en un parket suavemente encerado. Normalmente, la contestación de un español será negativa. Los nacionales te echarán una mirada que significará: pues ah, se siente. Lo alquilas, majo.
-Si el célebre refrán del estilismo rezaba que “menos es más”, para Austria debe adaptarse y ser sustituido por “A lo mejor con eso no llegas”. Nunca tengas miedo de ir demasiado vestido para las ocasiones según el estándar español, porque es probable que, en Austria, te quedes corto. Aunque vayas a la sala alternativa más cochambrosa y te vayas a sentar en un taburete de baño rescatado de un contenedor, un austríaco lo considerará “ir al teatro”. Por lo tanto, será imperativa la americana.
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