Primeras declaraciones de Stephan Petzner después de la muerte de Jörg Haider. El corte es un poco largo, pero está la conferencia de prensa que dio para explicar los hechos, en la que el hombre rompió a llorar.
Después del funeral
13 de Octubre.- Ecce Homo: o sea, aquí teneis al hombre. Se trata de Stefan Petzner, un hombre de 27 años que, hasta el momento de su desgraciada muerte, era la mano derecha de Jörg Haider. Hoy es su sucesor al frente del BZÖ. Como a su mentor, a Petzner parecen hacerle precio en los locales de Rayos UVA. No terminan ahí, sin embargo, las semejanzas. Como su Pygmalion, Petzner es un convencido de un control férreo de la inmigración y de los permisos de residencia, y firme partidario de que se utilice el alemán, y sólo el alemán, en la región de Carintia. Hay que aclarar que el difunto batalló mucho para que el gobierno central no impulsara la utilización de carteles bilíngües en aquellas zonas de Carintia en las que existían minorías.
Según declaraciones a la prensa, Petzner está en contra de una nueva gran coalición roji-negra (Socialistas-Populares). Como la del Cid, saca a relucir la carismática voluntad del muerto. Por su boca es Haider el que habla desde el otro lado de la laguna Estigia: “ los austriacos se merecen un gobierno que vele por sus intereses y que, en ningún caso, sería una nueva gran coalición”.
Pulsada la opinión de algunos ciudadanos aborígenes recogida al azar, tengo que tras la muerte de Haider se ha instalado una cierta inquietud. El nombre del político fallecido evocaba en las impresionables mentes austriacas las sanciones a las que la UE sometió a Austria allá en los tiempos en los que Haider convirtió la política centroeuropea en una fiesta en la que todos menos él parecían bailar con la más fea.
Nadie quería estar en un gobierno en el que Haider estuviese. Pero ahora que Haider ha desaparecido de la manera en que lo ha hecho, una coalición de los populares con la derecha ultranacionalista, por el momento liderada por Strache, no resultaría una idea tan descabellada. Al fin y al cabo, a Strache, ¿Quién le conoce fuera de Austria?
Asimismo, la muerte de Haider también ha provocado entre los ciudadanos aborígenes una cierta condescendencia. Supongo que sienten lo mismo que yo siento hacia Manuel Fraga, un hombre que se encuentra en mis antípodas ideológicas pero al que, comparándole con la espesura que reina en los caletres de los políticos que nos gobiernan, hasta se puede añorar (afortunadamente, Manuel Fraga ha aprendido con los años a que sus pensamientos vayan a la misma velocidad que sus palabras, con lo cual su dicción ha mejorado una barbaridad).
Volviendo a Haider: la opinión generalizada era que, si bien “in die falsche Richtung” (en la dirección errónea), Haider tenía por lo menos personalidad y era una persona a la que se podía respetar. Los políticos que quedan son, al parecer de muchos aborígenes, de muy poco fuste.
Quisiera terminar con una anécdota de cuya veracidad no dudo, porque quien me la contó me merece toda la confianza. En una encuesta que un medio de comunicación llevó a cabo entre los adolescentes austriacos (nuevos votantes a partir de los dieciseis) multitud de chicas expresaron su voluntad de votar a Strache porque era el más guapo. Para que luego nos quejemos de los resultados.
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