La mejor virtud de mi madre, entre las muchas que tiene, yo no soy objetivo para enumerarlas, es que es una mujer muy curiosa, a la que le encanta aprender. Y, a diferencia de su hijo mayor (yo) es muy lanzada y muy positiva.
Hace unos años, mi madre decidió que, ya que nosotros volábamos por nuestra cuenta, era un desperdicio gastar el tiempo en aburrirse en casa. Así que se fue a la Casa de la Mujer de nuestro pueblo y le dijo a la chica:
–Hola. Mira, reina: quiero aprender esto de los ordenadores.
Y la mujer le dijo:
-¿Y usted, qué sabe hacer?
–Pues yo nada, hija. Pero para eso vengo aquí. Para aprender.
Así que se hizo un cursillo del paquete Office y le dieron un título de experta, que ella enmarcó y que está en la salita de nuestra casa de Madrid.
Pero es que un día, estaba yo en la habitación del ordenador guarreando (retocando una foto o algo, no sé) y entonces ella me dijo:
-Francisco.
Y yo:
-Qué, mamá.
-¿La e esa grande que hay ahí en la pantalla, qué es?
–Internet.
A mi madre le brillaron los ojos:
–Ah. ¿Y podré yo usarlo?
Y yo:
–Pues hija: dándole doble click y ya está ¿No vas a poder?
Cuando ya estaba lanzada al ciberespacio, mi madre, que no pudo estudiar en su momento por las circunstancias de la vida, decidió sacarse la ESO. Y otra vez que fue a ver a su amiga de la casa de la mujer:
–Hola, reina –le dijo- que vengo, porque me quiero sacar la ESO.
Tengo que decir que esta decisión resultó polémica, porque mucha gente de nuestra familia no lo entendió:
–Pero Isa –le decían- Y tú, a tu edad, ¿Dónde vas a estudiar?
Pero ella no se amilanó ante las dificultades. Cada día durante dos años, fue al colegio con desechos de tienta del sistema educativo. Gente mucho más joven que ella, que no tenían ni la mitad de ganas que mi madre y que no se podían hacer a la idea de lo importante que es en esta vida el conocimiento. Y aprendió inglés, y matemáticas, y literatura (las peleas con su profe de matemáticas que, desde aquí lo digo, era un gilipoyas integral, fueron epopéyicas). Y se sacó el título, y ahí lo tenemos orgullosamente enmarcado en nuestra sala de estar, junto al del ordenador.
Y mi madre venció al cáncer, y ahora se ha propuesto ayudar a las personas que tengan su misma enfermedad contando su experiencia. Y ha abierto un blog. Y yo estoy muy orgulloso de mi madre. Y os pido que visitéis su blog y le dejéis comentarios. Porque mi madre tiene un mérito que te cagas.
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