Este año pues tendremos otro tópico que sumar al ya consabido de “Navidades las de antes; ahora con la play esto ni son navidades ni ná”. Lo dicen los viejos, lo dicen los jóvenes que añoran aquellas playeras que se cerraban con velcro, y lo dirán hasta los niños de parvulario acordándose de los felices tiempos de Twinky Winky. Es un tema que da mucho de sí.
Lo que no saben los abonados a los tópicos es que en Austria ponen todo el corazón en el asador para que no se pierdan las tradiciones vernáculas. Me contaban ayer mis alumnos C. y S. que ellos tienen un cuñao (entrañable figura) que es locutor de Radio Arabella –Kiss FM en España- y que dicho cuñado tiene ya el síndrome de adviento (que se manifiesta en unas incontenibles tendencias hacia el satanismo) porque la dirección de esta emisora le obliga a poner al menos cuatro canciones navideñas a la hora (entre las que se cuenta, por ignaras razones, Hijo de la Luna). La cosa se vuelve peor durante la semana antes de navidad, en la que no se puede encontrar en el dial ninguna canción que no remita al mazapán y los polvorones –que aquí no los hay, pero como si los hubiera-. Y así termina uno hasta sus partes más nobles de renos acomplejados porque tienen las narices demasiado rojas o de gilipuertas que glosan las ventajas de un buen fuego frente al blancor del invierno. Como dijo una vez mi cuñada, la madre de Ainara, con frase certera:
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