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Me encantan estas tradiciones ancestrales, en muchas ocasiones nos califican con más crudeza y tino que “el barniz cultural Judeo-cristiano” (¡joder, si parezco Nietzche!), es por eso que me gustan los toros, y muchas tradiciones pre cristianas, es to es en muchos casos interpretado como que soy un “reaccionario” (¡Jo que día!), y en realidad es que soy un misántropo, ¡Que a mi no me la dan los que van de evolucionados!
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Hola, Paco, >>A mí no me gustan los toros (lo digo por la respuesta de Joako ;-)), pero esta tradición me ha parecido muy bonita, ya que se reduce a la eterna lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Muy interesante.
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¡He “mentao” a la bicha!
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Hola a los dos y muchas gracias por vuestros comentarios:>A Joako: a mí también me gustan mucho estas tradiciones y, creo que muchas de ellas han sobrevivido porque se integraron en el acervo judeo-cristiano. Por poner algunos ejemplos, en el mismo lugar en el que hoy está la ermita del Rocío hubo desde el neolítico un santuario dedicado a la madre tierra. El mismo domingo de ramos y los rituales de la semana santa no son más que una celebración de la vuelta de lo verde tras el invierno. En cuanto a los toros, pues no tengo una opinión definida. Tuve una época en mi vida en la que era antitaurino (quizá porque en España el estar contra los toros se asocia a posiciones progresistas, o sea, va per se) pero ahora mismo creo que la misma gente que se declara antitaurina se come un filete o un bocata de chorizo sin despeinarse (y no lo digo por mi te de llimona, que seguramente es más consecuente). No sé, el mundo es muy extraño.>A te de llimona: esta tradición me gusta porque es muy poética y sobre todo porque conserva una inocencia, un lado naif, que yo creo que se está perdiendo. Los chavales tenían miedo de verdad y era muy bonito verles reunir coraje para ir a tocar a los Krampus. Para los niños la máscara transforma a la persona y, aunque tú le expliques que debajo de la máscara está su hermano, esta certeza no les tranquiliza.>Saludos a los dos,>P.
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Paco, >Siento confesarte que yo me como un filete o un bocata de chorizo y me quedo tan ancha, pero eso se puede comparar con una tradición en la que se ensañan con el animal y lo matan ahí para divertirse? mmm… yo diría que no. >Perdona por abrir un debate paralelo, Paco, pero es que me quedaba ahí con el gusanillo…
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Que se arma, que se arma… 🙂 Mejor no digo nada de toros. Los demonios esos, muy interesantes. Hay muchos pueblos (en España también) en que por alguna fiesta sacan diablos de todo tipo desfilando, con fuegos artificiales incluso. A veces en el festival medieval han traído esos desfiles, habrá que decirles que nos traigan a los de Austria el año que viene. 🙂
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Anda, pues hay cosillas diferentes entre los Krampus del este y los del oeste. Aquí no los atan a ningún angelito, van sueltos y pegan (doy fe de ello) y al final no triunfa nadie sobre nadie y no se quitan las máscaras a no ser que sea para pegarse un tiento de Glühwein… jejejeje>Le decía yo a Ka, que hablaba también del tema, que me da la impresión de que la Humanidad no hacemos más que dar vueltas y vueltas sobre los mismos temas ya sea disfrazados de cristianismo o no. >Por cierto, que a mí también me entra la risa floja-histérica cuando se me acercan los Krampus a pesar de que sé que hay una persona “al otro lado”… es que mira que llegan a ser feos…
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