Viena desde el tranvía que cojo para ir a trabajar
Reflexiones tras el día de la salud
23 de Diciembre.- Yo ayer se lo dije a mi jefe:
-Christian, si mañana no vengo, no me busques por los hospitales, que ya sabréis lo que ha pasado.
Él se tomó tiempo para descifrar lo que yo había dicho, y luego se echó a reir con la misma cara que Ana Botella cuando le preguntaron si Aznar estaba liado con Cayetana (Guillén Cuervo) como diciendo “sí, hombre: las ganas que tú tienes”. Y ciertamente, me he quedado con ellas. Aquí estoy, una mañana más, camino del trabajo.
Se nota, eso sí, que la gente se ha cogido vacaciones para redondear ese orgasmo consumista del que ayer se ufanaba el señor presidente de la Cámara de Comercio Austriaca. Decia el caballero con voz trémula, casi conteniendo los pucheros de felicidad, que los comerciantes habían pensado, allá por octubre, que sería difícil alcanzar las cifras de 2007 pero que, gracias a nuestros bolsillos, no sólo lashabían igualado, sino que las habían superado.
Para mí, esto demuestra que, para el pueblo soberano, ese que se atonta con las X-Box y se queda pasmado ante el milagro repetido de las Nespresso (guat els?) no ha llegado la crisis.
Vamos, que piensan que es un infundio yanqui para asustar a los niños. Incluso yo diría que se alegran un poco de que, por esta vez, sean los americanos los que pasen estrecheces. De momento, hoy vísperas de navidad, sólo trabajamos los pobres. Los tranvías van medio vacíos y sólo hay algomeraciones la puerta de los centros comerciales (siempre hay enfermos mentales que intentan comprar algo a ultimísima hora). También “se registran” tumultos en los aeropuertos de toda la nación, porque hay austriacos que aprovechan la llegada masiva de los “Spaghettifresser” (cariñoso apelativo con el que se conoce a los paisanos de Sofía Loren) para poner pies en polvorosa con destino a algún país tropical o del sudeste asiático (porque, quien pasa frío en estas fechas, es porque le da la gana o es pobre).
El niño Dios, de todas formas, va a ser generoso con quienes nos quedamos: a falta de playa, un frente polar va a hacer que nuestras navidades sean blancas.
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