El otro día comentaba yo como cosa graciosa los operísticos extremos que ha alcanzado el dolor de la viuda de Zilk (frau Dagmar Koller); extremos que han incluido el dejarse fotografiar cual dolorosa al pie de un crucifijo o una desmelenada interviú en News (la avanzadilla aborigen del periodismo apestoso). En estas andaba yo, cuando mi alumno S., muchísimo mejor persona que yo, tuvo la bondad de recordarme que, a pesar de su jacarandoso aspecto, Dagmar Koller es una señora de setenta y tantos años que ha perdido a su marido aún no hace seis meses (de refilón me recordaba también que, en Austria, estos ataques Ad Hominem no son normales y que las personas aquí –aún- no son despedazadas impunemente por la industria de la comunicación como sucede en España).
Ayer tuve ocasión de volver a arrepentirme de mis pecados (la vía más segura, como todo el mundo sabe, para alcanzar la redención).
En el talkshow que anima las noches de los ciudadanos de Colonia, estaban sentados Frau Koller y Daniel Brühl, el chico de Goodbye Lenin, del que hablaré también más tarde.
La señora Koller iba vestida de negro riguroso y sólo llevaba al cuello una crucecita de oro y, en las orejas, dos diminutos pendientes. Estaba visiblemente golpeada por los últimos acontecimientos de su vida y, a duras penas, participaba en la conversación más que para contar anécdotas de su vida con su difunto esposo. Me dió mucha lástima. La viudez, cuando quieres a la persona con la que estás, debe de ser durísima (y más a esa edad).
Dagmar Koller para mí es Austria. La primera canción austriaca que escuché la cantaba ella y eso hace que me una a ella el mismo cariño que me unió, en su momento, a Lola Flores. Si Lola es España, Austria es sin duda Dagmar Koller.
Mi Dagmar Koller se declaró absoluamente begeistert por la belleza de Daniel Brühl (que le recordaba, dijo, a la de Alain Delon: Dagmar, hija, gradúate las gafas otra vez) y le ofreció interpretar a dúo “Parole, Parole”. La indocumentada presentadora declaró desconocer dicha canción:
La presentadora volvió a cag…Digo, a intervenir:
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