Vayamos pues a buscar un punto medio.
El País, diario español de tendencia progresista-centro izquierda, ha publicado hoy en su edición digital (y se supone que también en la de papel) un durísimo titular en el que acusa al Gobierno y, con él, a su cabeza supuestamente pensante, el presidente Sr. D. Jose Luis Rodríguez Zapatero, de ser unos ineptos. O unos inconscientes. O las dos cosas a la vez. Se le reprocha al señor presidente del Gobierno ser el responsable de un programa de medidas que, en su esencia, se parece al espectáculo del Bombero Torero; se le acusa de poco previsor, de “congénitamente optimista” (a buenas horas, green sleeves) y se hacen negrísimas previsiones a propósito de cómo será futuriblemente el comportamiento de la economía española. Particularmente hay un par de palabras que a mí me parecen superchungas de la muerte viniendo de donde vienen. El País, hecho una sibila cabreada, advierte de que “Las consecuencias políticas –de los 4 millones de parados- pueden ser devastadoras”. O sea, que el PSOE puede perder el Gobierno.
¿Qué pasa, mientras tanto, en la dulce Austria? Hoy mismo, el Sr. Ministro de la cosa,Herr Joseph Pröll, se encuentra en Nueva York asistiendo a una reunión del Fondo Monetario Internacional. Allí, impulsado por los rojos números de la economía alemana (decíamos ayer) ha afirmado en rueda de prensa dos cosas: a) que la Crisis puede ser más dura de lo que se había pensado –otro que no se ha calentado mucho la cabeza- y b) mucho más importante: que el Gobierno Austriaco tiene en la manga una serie de ases por si las cosas se pusieran –todavía- peor.
Según el Sr. Pröll, el primer asalto ya estaría concluido: reforma fiscal (que a mí, este mes, me ha venido supechachiqueloflipas) para reactivar el consumo; y un conjunto de líneas de crédito para amortiguar la contracción del dinero circulante. Aún así, el temblequeo de los políticos es evidente: a pesar de las intervenciones –más o menos Keynesianas, más o menos coordinadas- de los Gobiernos planetarios, las cifras de la recesión siguen ahí, rebeldes, y no hay forma de remontarlas. Se prevé, por ejemplo, que la economía austriaca se contraiga, este año, hasta un cuatro por ciento.
Los señores del FMI –esa policía económica que, por alguna de sus actuaciones, también se hubiera merecido salir en el espectáculo del Bombero Torero- estudian doblar la inyección de dinero en el sistema financiero mundial. Particularmente –y esto a Austria le viene fenomenal- para ayudar a los países del Este y Sureste de Europa, cuyo porvenir es transcendental para la buena marcha de la economía austriaca.
Aún así, Pröll se muestra relativamente optimista, y ha manifestado su voluntad de ofrecer al mundo la evidencia de que, dentro de que están cayendo chuzos de punta, la economía austriaca tiene uno de los mejores paraguas.
Esperemos que tenga razón.
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