Unos pescadores a la orilla del Danubio
21 de Mayo- Hoy es fiesta en Austria,
por eso publico por la mañana. Mi sobrina me perdonará si la carta de ayer se la mando la semana que viene. Puede también tomarse estas fotos como postales, que su tío le manda muy afectuosamente desde una de las ciudades más bonitas del mundo.
Ayer por la tarde, fui a pasear, cámara en mano,
por la orilla del Danubio. Es una zona llana, pensada para bañistas, corredores y gente que disfruta tomando el sol como su madre la puso en esta tierra (alguna de esta gente es bastante bizarra, por cierto).
Como yo soy
un chaval respetuoso de la vida privada de la gente, sólo fotografié a gente vestida (ya pueden estar tranquilos mis lectores más pudorosos). Y también la lujuriante naturaleza.
Baste decir que, cuando el sol va cayendo, suben a la superficie del Danubio peces de más de un metro de largo, confiados en el anochecer, pasean también los castores y las nutrias. Un espectáculo, por cierto, digno de mejor cámara que la mía. En fin, ahí van las fotos
Naturalmente, donde hay bañistas hay chiringuitos. La zona está llena de estos bares que tienen en la época de baño su temporada alta. Las sombrillas son de Frigo, por cierto, que en Austria se llama Eskimo.
Este es uno de los puentes de pontones, móviles que se utiliza para pasar de una orilla a otra si es que uno no es un nadador experto.
Y esta es la panorámica de esta parte del Danubio (que, en realidad, es sólo uno de los brazos, el que abraza a la Donau Insel por uno de sus lados) si uno mira desde el puente.
Estas estructuras flotantes están pensadas para tumbarse en ellas con la toalla y tomar el sol, o para saltar directamente de ellas al agua, sin tener que pasar por el protocolo de ir metiendo primero el pie, luego la rodilla, luego el ombligo…En fin: sólo aptas para Indiana Jones de la natación (no es mi caso, que yo soy de tierra adentro).
Ayer la tarde estaba tranquila y todo estaba como un espejo. El río era simétrico con el cielo. El reflejo era un mundo separado de la realidad por una frontera de agua.
Las orillas están sembradas de flores y el aire huele muy bien. Aquí, un primer plano de una de esas humildes flores silvestres.
Terminamos con una postal un poco cursi del sol poniéndose tras la ciudad. Está tomada desde una de las exclusas que contribuyen a regular el curso del río. Según los ecologistas, un horror. Según los bañistas, una bendición (sobre todo en épocas de calor, como hoy).
Deja una respuesta