Schallaburg

Ya lo dicen las Banarama, el verano puede ser de lo más cruel

22 de Junio.- Para olvidar los churrascos tormentosos que se abaten sobre la pequeña república transalpina, para apartar de mi mente la bajada de las temperaturas, las nieves que están congelando los prados (no es broma: por encima de los 1500 metros de altura está nevando en Austria), voy a hablar hoy de la excursión que hice ayer al castillo de Schallaburg, que está a cinco kilómetros de la abadía de Melk, en Niederösterreich.

Mi objetivo era ver la exposición sobre Napoleón que hay en el castillo. Pero con lo que yo no contaba es que también había muchas cosas que hacer fuera del castillo. Por ejemplo, había un mercado de los tiempos de la invasión napoleónica, y una demostración práctica (vaya, de fogueo) de lo que era la guerra en tiempos del bajito cabreado más famoso de la Historia.

Este es el castillo de Schallaburg, cuyos primeros vestigios datan de la alta edad media.

En un promontorio, justo desde el cual está hecho la foto, se desarrollaban los juegos bélicos que este señor, vestido de soldado austriaco de principios del siglo XIX contemplaba con las orejas convenientemente protegidas por dos tapones de Oropax ¿Y purcuá? se preguntarán mis avispados lectores.

Premio: pues porque los austriacos, dispuestos a recrear hasta la extenuación las guerras napoleónicas, disparaban cañones (eso sí, sin bala). Mi compañía se descojonaba de risa cada vez que, debido a los estampidos, yo pegaba un salto y me daba a todos los demonios. Ya se sabe: los carga el diablo.
Detrás de los cañones, había montado un bonito campamento en el que no faltaba nada. Incluso, yo creo que las nuevas generaciones podían tener una idea un poquito equivocada de lo que era la guerra, porque viendo a estas dos criaturas, más que guerreando contra el pérfido gabacho, se podría decir que estaban de picnic.

Pasando a terrenos más pacíficos, en Schallaburg se celebraba ayer una feria de jardinería en la que se podían comprar diferentes flores y tiestos para poner tu jardín o tu balcón hecho un florido pensil.

Vamos, no hay más que ver lo lozanas que se crían todas las variedades vejetales en la Austria de mis amores.

Una de las cosas que molan de todas estas cosas en Austria es que siempre hay espacios pensados para que los más pequeños se diviertan. En el mercadillo había de todo: podían recortar en cartulina un bicornio como el de Napoleón, jugar al ajedrez gigante que se ve en la foto, o ponerse vestidos de época. Los más revoltosos podían jugar en caballos de madera y cargar cañones que disparaban latillas a un metro de distancia.

Este es el patio del castillo de Schallaburg, de estilo renacentista. Lo que en principio podrían parecer artesonados de madera son en realidad bonitas figuras de terracota.

Como esta que se ve en la foto, por cierto.

Esta es una vista del patio desde la arcada. Un típico castillo austriaco. Me queda la duda si no sería en Hallaburg en donde se grabó una serie a la que mi hermano le tenía mucha manía pero que a mí me gustaba. Se llamaba “La tía de Frankenstein” ¿Alguien se acuerda?

En fin: no hice, por razones obvias, fotos de la exposición. Pero merecía mucho la pena, no sólo por las muchas cosas que se aprendían, sino por el valor de los documentos expuestos. Entre ellos, varios grabados de la serie “Los desastres de la guerra”, de Goya, que están normalmente en el Museo Albertina de Viena.

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Comentarios

Una respuesta a «Schallaburg»

  1. Avatar de JOAKO

    Cuesta crerer que Arnol chuarcheneger creciera enre esas atenciones y cacabase repudiado por los suyos(creo que el estadio que lleva su nombre, pues. ya no lo lleva)y de goberneitor, lo siento es que es lo primero que me ha venido a la cabeza con tu comentario en el post de la afición Austriaca por el ocio de los niños.

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