Gestión de los errores

foto: www.cincodias.es

8 de Junio.- Querida Ainara: si hay algo en que todos nos parecemos es en que todos estamos expuestos a dar un mal paso (es más: hasta los damos con demasiada frecuencia). Una palabra a destiempo, una decisión estúpida…En fin. El ser humano tiene una capacidad prácticamente inagotable de meter la pata hasta el corvejón. Sin embargo, lo que nos diferencia es lo que hacemos una vez que el mal está hecho. Aprender a gestionar los propios errores y, a ser posible, a sacar partido de la experiencia, es un arte que parece fácil pero que no está al alcance de cualquiera.
Ante una metedura de pata conviene, sobre todo, conservar la calma. La vida se parece mucho a los toros y, en ella, el que resiste el miedo y se queda quieto, por lo general termina ganando. Además, relajarse también implica, en la mayoría de los casos, no empeorar una situación ya negra de por sí. Como segunda medida, tampoco está mal intentar ver el caso desde fuera. Ayuda, sobre todo, cuando el objeto de la herida somos nosotros. En estas situaciones, siempre tendemos a actuar siguiendo el impulso del momento, lo cual lleva muy frecuentemente a cometer una injusticia (como ves, las meteduras de pata tienden a encadenarse de manera bastante perversa).
Si has sido tú la que has hecho algo que ha molestado a otros, tampoco conviene aturullarse. Más vale pensar que, igual que nosotros hemos sido cafres, cualquiera persona hubiera podido serlo en nuestra situación; acto seguido, respirar hondo, ponerse en la postura del ofendido y, si es posible, contactar con él para pedirle perdón. No seas nunca como esas personas que, ante sus propios errores, sienten el impulso incontenible de meter la porquería debajo de la alfombra. Craso error. Nunca hay que tener vergüenza de asumir las propias faltas. Además, el ofendido valorará sin duda que tengas la valentía y la elegancia de reconocer tu traspies de una manera madura (y, en cualquier caso, si no valora ni esa elegancia ni esa valentía, tú también sabrás a qué atenerte). En la mayoría de los casos (en el mío, sin ir más lejos) unas cuantas palabras de disculpa me sirven para tirar los pelillos a la mar.
Es más: la mayoría de las veces ni siquiera dejo a la persona que ermine de pedirme perdón.
En resumen, Ainara, sé lenta juzgando, procura no actuar nunca llevada por el fuego del momento (cuenta hasta diez). Quítale un peso de encima a quien acuda a ti cargado con una disculpa; y, para las ofensas ajenas ten la memoria lo más corta que puedas.
Tu estómago y tu sueño te lo agradecerán.
Besos de tu tío.

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Comentarios

4 respuestas a «Gestión de los errores»

  1. Avatar de el herpato
    el herpato

    Tus primos estarían orgullosos del simil con los toros, porque la vida eh como un toro, ya lo dijo Jesulín.

    Curioso, porque hace poco en un curso me explicaron porqué funciona lo de contar hasta 10 cuando estamos cabreados. Parece ser que es algo que afecta más al recuerdo en el subconsciente que en el consciente. Según me comentaron el subconsciente tiene un efecto memoria que te realimenta. Si cortas la realimentación calmarás la ira desde lo más hondo de ti y no tendrás efecto rebote que tendrías si lo piensas conscientemente más tarde.

    Es una teoría como otra cualquiera.

  2. Avatar de Paco Bernal

    JAJAJAJAJAJAJA
    De verdad que nadie te tiene el punto mejor cogido que tu propia familia.
    JAJAJAJAJAJAJA
    Lo que me he reido, colega, con lo de Jesulín.

    No sabía yo lo de la teoría esta de contar hasta diez, pero tiene su lógica.
    Y si no, lo de “uno, dos y tres, yo me calmaré, y todos lo veréis” 😉
    Cuidate mucho, campeón.

    PS: Me estoy acordando mogollón de ti. Mientras te contesto el comentario estoy volviendo a ver Volver.

  3. Avatar de JOAKO

    Estoy muy de acuerdo con disculparse, es un acto social que cada vez se ve menos, y eso trae dos consecuencias, es mas valorado y te hace especial.Además a mi me tranquiliza, es como si saldar la deuda.

  4. Avatar de Paco Bernal

    Es cierto: Disculparse te hace especial. Te hace reconocer que eres humano, que te quieres a ti mismo tanto como para reconocer que no eres perfecto. Y eso mola. Además, disculparse es, a mi juicio, un acto de gran elegancia y dignidad.
    Por la dignidad del ser humano. chinchin.
    Un abrazo, Joako 🙂

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