El alcalde de Viena, Herr Michael Häupl
21 de Septiembre.- De nuevo en Viena. Así que, sin más retrasos, vamos a ponernos un poco al día.
¿Qué ha sucedido aquí durante mi ausencia? En principio, que el señor alcalde de esta ciudad, Sr. Häupl ha doblado la esquina de sus sesenta años con una gran fiesta que se ha celebrado, no podía ser de otra manera, en el patio del edificio neogótico junto a la Ringstrasse. El Sr. Häupl se presenta a una reelección que, en su partido, no piensan que sea tan fácil ni tan holgada como lo fue la última vez. Más que nada por causa de la crisis económica que está desgastando, de manera constante, al Partido Socialista Austriaco (SPÖ) mucho más que a sus colegas de gobierno, los populares (ÖVP). Parece sin embargo que Viena, a pesar de todo, seguirá siendo roja y que Heinz Christian Strache no se hará con la alcaldía de la capital. Se presenta con una de esas ruidosas campañas a las que ya nos tiene acostumbrados: con mucho blanco, mucho azul, mucho rojo, mucha bandera austriaca y mucho “busque, compare, y si encuentra algo mejor: vótelo”. Una campaña, por cierto, que lleva dando la brasa desde hace por lo menos un año. Strache debe de pensar que, el que resiste, termina ganando más tarde o más temprano.
Estos dos personajes han estado ligados indirectamente por un acontecimiento que ha estado de actualidad también durante las últimas dos semanas: el concierto que se iba a celebrar en memoria de Michael Jackson en los jardines de Schönbrunn el día 7, si la memoria no me falla, pero que, estando yo en Grecia, se aplazó en parece que para siempre. De momento, su principal impulsor, Germaine Jackson, ha visto frustradas sus aspiraciones de realizar una reaparición gloriosa como el hermano doliente que (Oh, sorpresa) también canta bien. Ni su nombre ni el del promotor austriaco de la cosa –parece ser que un amigo personal del fallecido ídolo de plástico- han conseguido reunir artistas de relumbrón para una ocasión que, o era magna, o no era. Sólo se han prestado a actuar músicos autriacos que, sobra decirlo, son desconocidos a nivel internacional. Esto, y los precios de las entradas –barbaridades de trescientos euros para arriba- han hecho que el famoso conciertazo haya terminado en agua de borrajas.
En una reacción que ha sido (parece ser) universalmente respaldada, el alcalde de esta ciudad –reciente sexagenario- ha dicho que de la municipalidad vienesa no iba a salir un jEur para ninguna aventura, que no están los tiempos para tirar. Y Strache ha aplaudido la reacción de su rival político diciéndole que no le parecía de diez, sino que él, le daba un once. Qué enternecedor.
Más cosas no tan agradables. Parece ser que tras cinco semanas de huelga de hambre, un inmigrante indio que permanecía retenido en una dependencia policial ha muerto por razones que, en principio, se desconocen. El hombre, Gagendeep S., trabajaba como muchos de sus compatriotas como vendedor de periódicos y repartidor de pizzas ocasional. Como suele suceder en estos casos, la historia es dramática y hubiera sido digna de un final mejor. Gagendeep S. llegó a Austria escondido en un camión, endeudado hasta las orejas con una banda dedicada a colar en Europa inmigrantes ilegales. Pretendía trabajar en Austria para mandarle dinero a su hermana que está estudiando en la India. Ya no podrá ser.
Las políticas de inmigración van a ser objeto de un intenso debate durante los próximos meses, por lo que parece. De momento, los ministros competentes de la Unión, a sugerencia de Francia –Sarkozy, siempre él- van a reunirse para acordar una postura común frente a la inmigración ilegal. El marido de Carla Bruni, pretende que se unifiquen los modelos de actuación para adaptarlos a la Berlusconi´s Way. O sea, que se destinen fuerzas a localizar las embarcaciones de inmigrantes cuando aún están en el mar y que, ab sofort, sean enviadas a sus países de origen –o lo que sea, porque, con la pobre gente del Africa subsahariana, cualquiera sabe de dónde vienen-. De momento, ya se ha acuñado un concepto con el que la Unión se blindará en los próximos meses –ya se sabe que las palabras crean realidades-; se trata del “inmigrante económico”. Veremos lo que viene después.
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