El caso de la esposa preocupada y otras historias de servicio público

Paquito, tienes un e-mail

1 de Octubre.- Todas las mañanas, nada más levantarme, mientras hierve el agua para el té, enciendo el ordenador, entro en Viena Directo, miro las estadísticas y después abro el correo para ver si he recibido algo. Cuando hay algún mensaje, me pongo muy contento.

Los correos que recibo no sólo me sirven para pulsar la opinión de mis lectores a propósito del blog (generalmente buena, gracias a Dios) sino que, además, me son útiles para enterarme de cosas que yo, motu proprio, nunca hubiera investigado.

Asimismo, detrás de cada correo hay una historia personal. Todo el mundo sabe que a mí me gusta mucho la gente (viva la gente, la hay donde quiera que vas) y estos pequeños trozos de vida cotidiana, la verdad es que me apasionan.

Por ejemplo, hoy, al abrir el correo me he encontrado con un mensaje de socorro. La esposa de un especialista centroamericano me pedía por favor que le entregase un recado a su marido, de viaje en Viena, al que no era capaz de localizar por teléfono. Si me entero de cómo ha terminado la historia, se la explicaré a mis lectores.

Otra vez, por ejemplo, una señora del cono sur me escribió un conmovedor correo explicándome que un familiar suyo había muerto recientemente tras una larga enfermedad. Parece ser que este familiar había sido muy feliz en la ciudad de los valses y, antes de fallecer, había expresado su voluntad de que sus cenizas fueran esparcidas en algún punto de la capital austriaca. La pregunta :¿Algo así era posible? ¿Contravenía alguna ley? Mi primera reacción al leer un correo así fue rascarme la coronilla, pero inmediatamente después, me puse a investigar para descubrir que la ley austriaca es tremendamente estricta en estos casos y que está terminantemente prohibido depositar cualquier tipo de restos fuera de los espacios acondicionados para ello. Ni de personas ni, por supuesto, de animales, cuyos dueños están obligados, por ley, a incinerarlos. La persona que me asesoró sobre este tema me explicó que determinados componentes nuestros que sobreviven a la cremación (toquemos madera, qué temita, por Dios) bueno: que determinados componentes son enormemente contaminantes. Por ejemplo, el plomo de nuestros empastes o los componentes de algunas medicinas. Con todo el dolor de mi corazón, le comuniqué a mi corresponsal que si se decidía a emprender viaje, tendría que cumplir la voluntad de su ser querido de manera clandestina.

No todas las historias son así de melancólicas, por supuesto. Hace algunos meses me escribió un aguerrido paisano de Maradona preguntándome por el nivel medio de los sueldos austriacos. Para contestarle convenientemente, porque yo estas cosas me las tomo muy en serio, le hice algunas preguntas a propósito de su capacitación profesional y de su experiencia laboral, y terminé preguntándole por sus conocimientos de la jerigonza que hablan aquí. Ninguna de las respuestas fue muy esperanzadora. Eso sí: mi corresponsal me expresó su completa seguridad de que conseguiría encontrar, sin contactos, sin idiomas y en el breve plazo de quince días, un trabajo que le permitiría ganar una cifra de euros de cuatro dígitos más que abultada (y en todo caso, muy superior a mi sueldo). Le deseé suerte (en el ramo del crímen, claro). No he vuelto a saber más de él.

También me han hecho preguntas que unían lo entrañable con lo logístico. Por ejemplo, una chica española me preguntó cuánto cuesta aproximadamente un taxi desde el aeropuerto de Schwechat hasta la ciudad, al objeto de que no timaran a sus ancianos padres, que celebraban sus aniversario de bodas. El capítulo de curiosidades se llenó durante el Europeo de Fúmbol. Aprovechando que internet permite una comunicación casi instantánea y que yo estoy de guardia la mayor parte del tiempo, varios aficionados al deporte del cuero blanquinegro me preguntaron por establecimientos con tele donde ver el partido del equipo de sus amores.

Yo contesto siempre (a veces, tardo un poco, pero contesto siempre). Porque me parece que estas preguntas son finezas que mis lectores me hacen. Y les agradezco mucho la atención que me prestan.

Al fin y al cabo un blog es un medio de comunicación (pequeño, pero medio) y un medio siempre es un servicio público.

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Comentarios

4 respuestas a «El caso de la esposa preocupada y otras historias de servicio público»

  1. Avatar de JOAKO

    Una vez te pregunté por los precios de los vuelos a Viena, y obtuve una excelente respuesta. Planeo hacer una escapada con mi chica a esa ciudad, porque me parece romantica y porque está en el número uno de las mejores ciudades para vivir, cuando lo haga espero contar con tu ayuda para ver la ciudad, “de verdad”, fuera de los tours convencionales (salvo lo realmente interesante que está en ellos), y para eso nada mejor que contar con tu ayuda.
    Gracias por anticipado

  2. Avatar de Anonymous
    Anonymous

    Vaya, pues en el momento que mi economía me permita visitar esa ciudad te voy a freir a preguntas!!! jajajajajajaja….. luego no protestes, eh!!

    Voy a releerte con calma, llevo un mes de vacaciones y creo que me he perdido las tuyas

    Un beso

    Maite

  3. Avatar de amelche

    Qué emoción. A mí no me preguntan cosas tan interesantes. Bueno, alguna vez me han preguntado por Derry (Londonderry) porque hay varios posts en mi blog de cuando vivía allí y, curiosamente, encontré a dos españoles que iban a vivir en mi casa (bueno, la casa que yo tenía allí alquilada años antes) y a trabajar donde yo trabajé.

    Mira qué letras de verificación de palabra me han salido: “vencen”.

  4. Avatar de cleira

    Me he quedado con los pelos tiesos. Qué barbaridad de consultas te hacen!!!!!!
    Ten cuidado que el dia menos pensado se querrán aposentar en tu casa y eso ya podría ser preocupante.
    Qué pena no haberme enterado del concurso que propusiste. Me hubiera encantado participar. Será la próxima vez.

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