23 de Noviembre.- En Diciembre de 1975, un comando del Frente para la Liberación de Palestina, al mando de Carlos,el alias más conocido de Illich Ramírez (Caracas, 1949), secuestró a 42 ministros de países pertenecientes a la OPEP en su sede de Viena.
Tras una larga negociación, los secuestradores accedieron a liberar a los rehenes a cambio de un avión que los transportase a Argel, luego a Trípoli, y más tarde de vuelta a Argel, en donde tenían garantizado el asilo. Sin embargo, para Carlos, el golpe vienés no constituyó un éxito. Fuera de ahondar en su reputación de terrorista legendario (que había comenzado a ganarse en cuatro grandes atentados anteriores que se habían saldado con un total de 11 víctimas) el secuestro le acarreó la expulsión del Frente para la Liberación de Palestina, ya que su dirección juzgó que había incumplido las metas fijadas al dejar que se marcharan vivitos y coleando algunos de los objetivos de la acción terrorista.
Tras esto, Carlos decidió establecerse por su cuenta y fundó la Organización Árabe de Lucha Armada; grupo que intentó tomar una planta nuclear (sin éxito, gracias a Dios) en 1982. Después de este fracaso, Carlos continuó su carrera con un éxito desigual hasta que en 1994 fue extraditado a Francia por las autoridades sudanesas. Desde principios de este siglo, cumple condena en París.
El viernes veintiuno, el presidente Chávez reivindicó la figura de Carlos ante una asamblea de políticos de izquierdas reunida en Caracas. Aseveró con ese estilo, a medio camino entre la charla de cuartel y la retórica que es su vademécum, que Carlos había sido “un luchador revolucionario” y que estaba cumpliendo una condena injusta .
Del discurso de Chávez me llamó la atención, aparte de lo insólito de la reivindicación, el uso del adjetivo “revolucionario”, por lo que luego diré más abajo.
Durante este fin de semana me he conectado varias veces a Telesur, el canal de televisión público impulsado por Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. Dicho canal, con sede en la capital venezolana, tiene como objetivos fundacionales a) servir de elemento de integración regional en América latina y b) el contrapesar las siempre tendenciosas informaciones de conglomerados mediáticos como la BBC, la CNN, Univisión, TVE y la Deutsche Welle.
Desde el punto de vista formal, destacan en Telesur las ráfagas promocionales constantes, así como las voces campanudas de los locutores masculinos, tan sudamericanas. Mis lectores españoles recordarán un programa que a mí, cuando era niño, me ponía malo: Radio Hora. En él había un tipo que iba cantando la hora cada cinco minutos y que leía, además, el horóscopo del día. Las voces masculinas de Telesur son así. Las noticias las presentaba este fin de semana una chica muy guapa, de preciosos ojos negros, que se llama Wendy (¿Salazar? Puede ser). Ella y el resto de los locutores anuncian los titulares comiéndose los artículos y algunas preposiciones (“Presidente Chávez reivindica figura de Carlos”, un poner). En cuanto al contenido, dos cosas: el adjetivo “revolucionario “ está presente para calificar las cosas más peregrinas (cadencia de una vez cada tres minutos). Recuerda al adjetivo “gitano” en muchas letras de rumbas y canciones flamencas. Todo lo bueno, lo hermoso o lo celebrable es “gitano”. Pues en Telesur todo es a) Revolucionario o b) Bolivariano.
También llama mucho la atención que, en contraste con los podridos medios de comunicación de las democracias neoliberales y “pitiyankis” (neologismo inventado por Chávez ,comparable en gracejo con “miembra” o “fistro diodenal”) en Telesur no hay malas noticias (salvo aquellas que afectan, claro está, a los decadentes países capitalistas, neoliberales y pitikankis). La realidad es una lucha que siempre se gana y el socialismo venidero una meta que, como la parusía en el Evangelio, es inminente. Amén.
Como decía mi abuela: qué primor.
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