La familia Mann

La actriz Monica Bleibtreu (foto: www.filmakademie.dt)

5 de Febrero.- Cuando yo era pequeño, la biblioteca municipal de San Sebastián de los Reyes estaba –no sé si seguirá ahí- en un edificio de dos plantas que, aún antes, en la prehistoria de mi vida, había sido un dispensario al que mis padres y otros allegados se referían como “la policlínica”. Este modesto edificio había sucedido a su vez a uno de los pisos de la sede de la policía. La primera biblioteca de la que fui socio.

De aquel primigenio paraíso de un lector que leía con una voracidad que pocos bolsillos podían permitirse entonces, recuerdo los libros de Enyd Blyton (a mis siete u ocho años, leí toda la colección de Los Cinco varias veces con una cadencia de un volumen a la semana); también recuerdo los tebeos de Asterix –que a mi hermano y a mí nos siguen entusiasmando- y una colección que despertó el interés que aún conservo por la arquitectura. Eran unos libros que a mí, entonces, me parecían enormes, pero que no debían de ser más grandes que un A-3, en los que se explicaba cómo se habían construido una gran variedad de edificaciones: desde un palafito, pasando por la basílica de San Pedro, a un rascacielos –el Empire State Building-. Me emociona aún el respeto supersticioso con el que trataba los libros; a pesar de que la mayoría de los tomos que llegaban a mis manos estaban en un estado francamente ruinoso. Mil y una veces había oído que, en aquel negocio de la cultura el que rompe paga, y creo que este miedo a una sanción que me imaginaba de una cuantía fabulosa e inabarcable es la semilla del cariño con el que hoy trato todos mis libros.

El cómo he llegado a esta nostálgica rememoración de mis primeros tiempos de lector –ahorraré a los míos el dorado sol de mayo entrando por las altas ventanas y posándose cuidadosamente en el polvo flotante de las silenciosas salas- ha sido curioso.

Hace una semana, el Duque de Alterlaa –uno de los componentes de la tertulia semanal de los jueves- me prestó tres DVDs estupendos que cuentan la historia de la familia Mann (la del escritor Thomas Mann, claro). De pronto, al ver las fotos de Golo, de Erika, de la mujer del escritor, Katia Mann (interpretada como siempre con un gran cariño y precisión por la desgraciadamente fallecida Monica Bleibtreu) me he acordado de un volumen que tomé prestado una y otra vez de la biblioteca y que, ya de mayor, he sido incapaz de encontrar –por supuesto, para comprarlo y poseerlo para siempre-. Se llamaba La Familia Mann y contaba, de manera no menos amena que terrible, las peripecias de aquella familia que fue, hasta la mitad del siglo pasado, una singular aglomeración de monstruos intelectuales. Como si lo estuviera viendo, recuerdo la portada, las guardas del libro, el suave tacto del papel en el que estaban impresas las fotos y mi ilusionada e infructuosa peregrinación por todo el Madrid de entonces, con el título, la autora y la editorial apuntados en un papel.

Buscando el recuento biográfico de los Mann entré por primera vez en La Casa del Libro de Gran Vía –puede ser que estuviera firmando Antonio Gala– y allí, una mujer cuarentona, con pinta de eterna estudiante de filología hispánica me dio la respuesta no por esperada menos tremebunda:

Nada: descatalogado.

Viendo los DVDs sobre los Mann, sin embargo, me ha invadido una congoja. Durante el relato de los aciagos días de la Anschluss, en el transcurso del episodio hay intercalados apenas diez segundos de imágenes de archivo: una vista panorámica de la Maria Theresien Platz, con los dos hermosos museos enfrentados, que pasa luego a la Heldentor y termina en la multitud bullente que abarrota la Heldenplatz mientras Hitler está hablando desde el balcón del Hofburg. Nunca había visto las imágenes en movimiento –las fotos son relativamente famosas-, quizá por eso el golpe fue inesperadamente fuerte, como si hubiera visto manchada por algún lodo infame la inocencia de un lugar muy querido de mi infancia.

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Comentarios

3 respuestas a «La familia Mann»

  1. Avatar de El Duque
    El Duque

    Desde luego la Belibtreu está sublime en la serie. Al parecer la serie ganó varios premios hace unos años. Lo que comentas de las famosas escenas del Anschluss en la Heldenplatz es realmente chocante. Igualmente, al principio de “Der Bockerer” se ven unas parecidas. Por cierto, tienes que ver “Arbeitersaga”, está muy bien: una especie de “Cuéntame” dividido en diferentes épocas que narra la vida y milagros de una familia socialista en Ottakring a partir de 1945. Un abrazo

  2. Avatar de m.
    m.

    Paco, Paco. Descatalogado, sí. Imposible de adquirir, no. Miss Grumpy te lo acaba de localizar.
    Quedan muy pocos ejemplares (con los dedos de una mano los puedes contar, pero quedan).

    Muy bonita la entrada: dedicada al amor por la lectura (que es algo que se tiene o no se tiene, no se cultiva). Vamos, pienso yo. Durante mi vida escolar tuve compañeros que odiaban leer del mismo modo que yo odiaba la clase de Educación Física, y los profesores intentaban inculcarles el hábito de la lectura sin éxito. Yo supongo que lo mío con la lectura vino por un problema de soledad y de inadaptación social, pero bienvenido sea. Por cierto: en mi cole nos hacían leer libros en voz alta (“Un punto y aparte cada uno, niños”) y lo odiaba como odio el brócoli.

    Por cierto, ¿algún lector empedernido de los que pululan por aquí se ha pasado al lector digital? Yo sí (por un problema de espacio y comodidad, más que nada). Y sí, el romanticismo se pierde, pero al fin y al cabo lo que queda en ti es la historia, así que…

  3. Avatar de Paco Bernal

    Hola a los dos!

    Gracias por vuestros comentarios.

    A El Duque: La arbeitersaga está en defaudé? A ver si la encuentro en el Müller. Vi un trozo en Arte una vez y tenía muy buena pinta. Por cierto, sabes qué vi el otro día? !Erase una vez el hombre! Estuve a punto de comprarmela…Pero me dio palo gastarme ochenta eurazos en un capricho así jejeje.

    A m. La verdad es que no he buscado el libro por internet, que tiene que andar por ahí. Yo me pasaría al libro digital pero…No sé, creo que todavía faltan un par de anos hasta que desarrollen un estándar y hasta que los aparatos estén a un precio razonable. Pero no tengo yo nada en contra de esto. Al fin y al cabo, no leemos en el ordenador?

    Abrazos

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